Juicio del 1-O

Policías nacionales negociaron con miembros del PDeCAT la entrega de urnas en un instituto el 1-O

Los policías nacionales que se encargaban del dispositivo judicial destinado a impedir la celebración de un referéndum ilegal el pasado 1 de octubre de 2017 estuvieron negociando durante un buen rato con varios representantes del PDeCAT en Tarragona para que les entregasen las urnas y material electoral.

Policías nacionales negociaron con miembros del PDeCAT la entrega de urnas en un instituto el 1-O
Juicio del 1-O (Foto: EFE)

Un oficial contó al tribunal que juzga el proceso independentista que a través de la puerta de cristal del centro vieron gente «atrincherada», por lo que «hubo una negociación» entre los policías y la gente que se encontraba fuera «y al cabo de media hora o tres cuartos de hora» les entregaron varias urnas mientras el resto de los manifestantes que estaban fuera increpaban e insultaban a los agentes.

El oficial no ha especificado quiénes eran las personas con las que negociaron, pero después, un subinspector ha corroborado su versión, añadiendo además que fue el responsable de los antidisturbios enviados a ese centro el que dialogó con «gente que creo recordar que eran del PDeCAT».

Una vez que les entregaron las urnas y también papeletas, los manifestantes se percataron de todo y comenzaron entonces a insultar a los miembros del PDeCAT, a los que calificaron de «traidores», según el subinspector.

En ese centro de votación, en el que encontraron entre 200 y 300 personas, los agentes que han declarado como testigos han narrado escenas parecidas a las que ya ha oído el tribunal de otros comparecientes, con agresiones -por las que resultaron contusionados-, escupitajos e insultos por parte de los manifestantes. A preguntas de la acusación popular que ejerce Vox, el oficial ha añadido que también escuchó amenazas como «os vamos a matar» o «vais a arder en el barco».

Otros agentes de la Policía Nacional, esta vez del cuerpo de antidisturbios, han relatado otro duro episodio que les ocurrió el 1-O, esta vez en el Colegio Verd, de Girona, adonde acudieron para tratar de abrir un paso a la comisión judicial. Sin embargo, al llegar encontraron a más de 200 personas que les impedían el paso y les acabaron arrinconando hasta atraparles contra el muro exterior del centro.

Según los testigos, los manifestantes les tenían «totalmente bloqueados y confinados» mientras les «acometían» y «empujaban» contra la tapia, cada vez con «más violencia». Incluso, alguno de los agentes se cayó al suelo y ahí recibió multitud de golpes y patadas. «Recuerdo a un agente que no podía respirar por la presión de la gente», ha apuntado un policía.

La situación se alargó durante unos 40 minutos mientras desde el otro lado de la valla otros manifestantes les «lanzaban cosas», como «botellas o cascotes». Por este motivo, algunos agentes saltaron la valla y al caer al otro lado también recibieron agresiones.

Todo esto llevó al jefe del equipo a recurrir a salvas de disparos, pero la violencia no se contuvo, por lo que el coordinador de los antidisturbios de Girona, que había acudido al lugar al no obtener respuesta de sus subordinados cuando les llamó para que informaran de la situación, a dar la orden para que los agentes utilizaran las defensas reglamentarias (porras) porque «curiosamente no la estaban usando» a pesar de que estaban rodeados.

«Defensas»

Ante las preguntas de los abogados de los acusados a este respecto, el coordinador ha explicado que «la defensa es un medio de dotación individual» y cualquier agente «la puede usar en la medida y proporción que cree necesario», ya que «la única limitación es la proporcionalidad y la oportunidad».

Benet Salellas, abogado de Jordi Cuixart, ha insistido sobre este asunto en las declaraciones de todos los testigos del Colegio Verd, preguntando a un inspector de Policía si «después de utilizar las defensas contra las personas que se estaban manifestando» la actitud de estas personas cambió.

El testigo ha replicado al letrado aclarando la premisa de su pregunta, afirmando que «después de usar las defensas contra las personas» que les estaban «agrediendo» no percibió ningún cambio en su actitud, tras lo cual ha insistido en que recurrieron a las porras para «repeler la agresión» a la que estaban siendo «sometidos». Además, ha recalcado que en los siguientes centros de votación donde intervinieron no usaron las defensas porque «la situación no era ni parecida a la anterior».

Como anteriores testigos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, estos agentes también se han referido a los manifestantes como «la masa», tras lo cual Salellas ha querido aclarar si con ese concepto se refieren a «los ciudadanos que estaban allí concentrándose».

El presidente del tribunal, el magistrado Manuel Marchena, no ha tardado en interrumpirle y amonestarle: «Llevamos 20 sesiones hablando de la masa. Usted quiere un debate con el testigo acerca de lo que es la masa», le ha recriminado, para instarle después a que hiciera otra pregunta.

«No eran su policía»

Finalmente, dos agentes de antidisturbios también destinados en Girona han narrado al tribunal un incidente sucedido en un polígono industrial situado a las afueras de la ciudad -donde se acumulaban agentes de esta unidad y sus vehículos a modo de retén-, cuando fueron a indentificar a los cuatro ocupantes de un vehículo Hyundai de color rojo que merodeaba por el lugar, seguía a los furgones que entraban y desde el que se tomaban fotos.

Según han coincidido ambos agentes a las preguntas de la fiscal Consuelo Madrigal, el coche era conducido por una mujer que iba acompañada de otras tres personas. Los agentes les dieron el alto, pero hicieron caso omiso, subieron las ventanillas y echaron el seguro de las puertas mientras les decían que no tenían por qué obedecerles porque no eran «su policía».

Los ocupantes del coche se negaron a identificarse, excepto uno de los que estaban sentados en el asiento trasero, que mostró un DNI. Cuando uno de los agentes fue a cogerlo aprovechando que parte de la ventanilla estaba bajada, esta persona subió rápidamente el cristal «mientras se reía», por lo que el brazo del agente quedó atrapado. El coche hizo amago de arrancar y, al tratar de liberar su extremidad, el policía hizo fuerza y rompió el cristal de la ventanilla, lo que le causó heridas.

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