FERIA DEL PILAR

La plaza de la Misericordia de Zaragoza, el lugar que más festejos populares celebra en todo el mundo

La plaza de la Misericordia de Zaragoza,  el lugar que más festejos populares celebra en todo el mundo
Roscaderos
Paula Ciordia

La feria de toros de Zaragoza es el último puerto de montaña para el mundo del toro: empresarios, ganaderos, toreros, y también, para los recortadores. Para estos últimos, es «la cumbre de la pirámide» de todo un circuito de festejos populares que desborda afición, pero que salvo en esta feria, la más importante del toreo popular, no logra la trascendencia mediática que merece. Una exclusión que parte del propio programa de fiestas, donde no consta ninguna mención a la Tauromaquia, pese a ser patrimonio nacional.  Y de las redes sociales, que censuran el contenido.

La plaza de la Misericordia es el lugar del mundo que más festejos populares acoge, lo que avala el apelativo de «la catedral», considerada la «más deseada» y donde estar en carteld «es un premio». Todos coinciden: «Es la más importante». «Zaragoza es la plaza de primera con mayor número de festejos populares del mundo», explica a OKDIARIO su gerente, Pablo Alonso. «Por eso –dice–, desde aquí la reivindicamos como su catedral». De la misma manera que lo es Sevilla para el toreo clásico.

El festejo popular es la base en la que se asienta la tauromaquia de a pie. De esto es consciente la empresa de Carlos Zúñiga, quien este año ha apostado por ponerlo de manifiesto, dando la misma relevancia a ambos, con dos carteles diferenciados. Sin embargo, hay que advertir un hecho: «El público de estos festejos es diferente entre sí, y no suelen asistir a ambos», explica Pablo Alonso.

Días de toros

La Misericordia es un vademécum taurino, un coso abierto, con la figura de Goya contemplando el ruedo. Durante las fiestas del Pilar, hay festejos mañana, mediodía, tarde y noche.

Mañana de vaquillas de Iván López en la plaza de toros de la Misericordia. Fotografía: @diparosjm
Mañana de vaquillas de Iván López en la plaza de toros de la Misericordia. Fotografía: @diparosjm

Las vaquillas empiezan desde este domingo, todos los días sin interrupción a las 8 en punto de la mañana. Después, le seguirán dos días de recortadores, a las 11.30 horas, y tres días de concurso y espectáculo popular, por la noche. Además de las indispensables tardes de corridas, desde el viernes 6 hasta el domingo 15, incluidas las novilladas con y sin picadores. Y, como en Bilbao, se celebra el apartado y sorteo de los toros de las corridas públicamente, algo que este año va a potenciar la empresa entre el aficionado.

El público

La afluencia de público es arrolladora. En la mayoría de festejos diarios se suele colgar el cartel de no hay billetes, con las 10.072 localidades que alberga esta plaza monumental. Multipliquen. Hagan números. Una locura, que no saldrá reseñada en ninguna plataforma cultural, pero que es todo un fenómeno de masas.

«Mientras sale la gente de un festejo, hay fila para entrar en otro», subraya Alonso, «el nivel de profesionalización es muy alto». Todo esto hace que Zaragoza, tal vez más desconocida fuera del circuito taurino, se posiciona en la feria del Pilar como un gran evento social y cultural de primer nivel, único, donde el pueblo de los pueblos sigue siendo el protagonista de la fiesta.

Además, según nos cuenta Pablo Alonso, para ser capaz de gestionar la demanda de entradas de tantos festejos dados en tan poco tiempo, se «exige una infraestructura tecnológica muy avanzada». «El otro día, que fue una buena jornada en la taquilla, se llegó a vender tres veces más en el servidor online», añade. Todo hace que el perfil de quien esté al frente tenga una buena preparación. «La gente es muy crítica: lo haces bien, o te comen», confiesa Alonso.

Todo esto hace que el coso de la Misericordia sea, después de las Ventas, la plaza más difícil de gestionar administrativamente. Pablo Alonso lo ejemplifica de la siguiente manera: «Es como si sucedieran todos los partidos de un equipo de la Liga en una semana».

Lo popular y las corridas de toros

Sin embargo, este simbiosis entre el festejo popular y las corridas de toros, dos caras de un mismo mundo, no ha logrado cuajar en la conciencia española, como una opción más.

 

 

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Esto es precisamente lo que aboga por conseguir el recortador César Grasa, quien tuvo el privilegio de poder participar en México en un festejo mixto con el torero Antonio Ferrera, reconocido defensor de esta disciplina.

Grasa considera que «el futuro de la tauromaquia pasa por ahí, para que se conozcan los dos tipos de público y se cree unidad». De momento, aunque pudiera parecer lo contrario, ambas tauromaquias son herméticas la una de la otra. Grasa explica que muchos toreros «tienen reparo a compartir el ruedo».

Él es el primer recortador que llevó el festejo popular taurino a Costa Rica. Hoy, nos cuenta, ya hay varios grupos de recortadores en el país y las ganaderías se han ido refrescando con sangre mexicana. En Colombia, el año pasado se celebró. estando él, el primer concurso de recortadores en Cali, el día de Navidad.

Éste es el único aragonés bicampeón del concurso de recortadores más prestigioso a nivel mundial. «Zaragoza es la cumbre de la pirámide. Para nosotros significa todo», explica a OKDIARIO.

La preparación del recortador

«El recorte ha evolucionado a un nivel inimaginable. Ya no es sólo un salto, el público pide espectacularidad», relata César Grasa. El toro ocupa un lugar central también en la vida de estas personas, que todavía no son consideradas por el sector como profesionales. «Es mi pasión al toro lo que me lleva a dedicar la vida a esta afición», cuenta, «a día de hoy, es inasumible concebirlo como una profesión, porque no está regularizada».

El recortador César Grasa en la plaza de toros de Zaragoza. Fotografía: Rafa Laguna.
El recortador César Grasa en la plaza de toros de Zaragoza. Fotografía: Rafa Laguna.

La preparación física y mental de los recortadores es atlética para poder ponerse en la cara de un ganado tan bravo. Grasa subraya que la confianza en uno mismo es fundamental. «El miedo se imprime de la misma manera a quien está en la barrera como a quien está el ruedo», explica. «Por eso, me preparo en las capeas, gestionando las emociones, también en los festejos que vamos celebrando durante el año, y leyendo». Reconoce que pasa largas horas conociendo el funcionamiento del cerebro, «leo mucho sobre las reacciones del hombre ante el miedo, para entenderlo».

La fiesta de los pueblos

El festejo popular se diferencia de las corridas de toros, precisamente por estar enraizado en lo más íntimo de los ritos del pueblo y de los pueblos. Sólo así ha podido sobrevivir en este mundo acelerado y global, donde las nuevas costumbres han erosionado hasta borrarlas de la idiosincracia de las localidades de la España despoblada.

Es por eso que, siendo Aragón uno de los territorios más afectados por el éxodo rural, y con una acuciante y preocupante despoblación, goza, sin embargo, de tener uno de los mayores patrimonios culturales taurinos del mundo, donde lo popular es el rey. «En otras regiones o no existe, o se ha perdido la tradición. De Aragón salieron los recortes con anilla, y solo aquí existe el roscadero», explica Jesús, el ganadero zaragozano de Hermanos Mallén.

Cuadrilla de recortadores en el festejo del roscadero. Fotografía: @disparosjm.
Cuadrilla de recortadores en el festejo del roscadero. Fotografía: @disparosjm.

Los juegos y ritos del toro en el norte y levante de España siguen manteniendo el aura sagrada, que vertebra así mismo el territorio de la mayoría de pueblos, devotos a estos festejos que encaran jóvenes, en su mayoría hombres, que se atreven a burlar toros y vacas, muy serios y pesados, que saben lo que quieren y lo buscan en las finas camisetas de algodón que rozan los pitones cuando pasan embistiendo.

«Estas tradiciones se han perdido en la mayoría de comunidades, pero en Aragón se conservan. Depende del pueblo que se puedan hacer», explica Alonso, quien lleva a sus espaldas la organización de más de 25 plazas de toros, pese a su llamativa juventud. Pablo Alonso sabe de lo que habla, quien reconoce que, al principio, no se creía «este nivel de compromiso».

«Es muy difícil programar la feria de los festejos populares porque todos los intervinientes están muy unidos», explica Alonso, «esto no sucede con los toreros, que se negocia con cada uno independientemente».

El Campeonato Goyesco de Recortadores del día del Pilar, o el concurso de emboladores, tan arraigado en la comunidad, al día siguiente, son los únicos festejos populares numerados. Curiosamente el de recortadores, «mueve mucha gente», pese a que luego, en la corrida de la tarde, la afluencia de público es menor «precisamente por ser un día en el que las familias zaragozanas se mueven en torno a la Ofrenda a la Virgen», relata Alonso.

Toros aragoneses

Si analizamos quiénes son los actuantes, nos daremos cuenta que están representadas todas las cuadrillas más importantes de Aragón. «Además, se potencia el localismo de cada municipio», explica Alonso.

Lo mismo con el ganado. «En Aragón, junto con Navarra y Valencia, son los lugares que más festejos populares se celebran de España, de ahí se explica el número elevadísimo de ganaderías en estas comunidades», argumenta Iván López, quien lidiará el viernes en la suelta de vaquillas.

Amor al toro

El festejo popular tiene menos detractores que las corridas de toros, tal vez, porque la muerte no está presente directamente, sino a través del arrojo de los jóvenes que la encaran. Pero, entre algunos taurinos, el festejo popular está menos considerado, o incluso excluido de su aporte a la Tauromaquia, a veces, porque los ritos, como el toro embolado, no se comprenden.

Pero todas las personas que se atreven a participar de ellos, destacan «su amor y respecto al toro», resalta César Grasa.

«Somos unos románticos», expresa Jesús, ganadero de Hermanos Mallén. «Aquí no se está para ganar dinero. Esto es vocacional, como el agricultor. Igual que da satisfacción ver crecer al trigo, nos ilusiona irnos a la cama sabiendo que la vaca a echado un becerro, o que has criado un buen toro que embiste», relata.

«Nosotros nos sentimos muy ofendidos cuando los animalistas dicen que se preocupan, pero en los inviernos de heladas, en las riadas, nosotros aquí nos jugamos nuestra familia y todo nuestro patrimonio porque no les pasen nada a los animales, ellos no están. No nos pueden decir ni mu», concluye López.

La legislación

Tampoco el ordenamiento jurídico es igual en toda España. Solo en Navarra, Valencia, Cataluña y Aragón, el reglamento no obliga a matar al animal en el desolladero, después de correr en un festejo popular. En el caso de los recortadores, que el toro tiene que estar «limpio y sin haber sido toreado», luego «sirven para soltarlos por la calle», explica el ganadero de Hermanos Mallén. Estos toros, junto con la valencianos de Sánchez Herrero, serán los encargados de protagonizar los festejos de recortadores.

Sin embargo, en el resto de comunidades, «hay que matar al animal», explica. El ganadero indica que en estas zonas señaladas en las que no hay que matar a la res, las fiestas son mejores, porque las vacas y toros que se corren, «tienen más picardías, al están probadas, y esto atrae al público», explica, «marca la diferencia».

Vaquillas

El serial de la suelta de vaquillas matinales es muy querido entre los zaragozanos, donde el público es muy joven y sirve de gran atracción para los niños.

 

Una tradición impulsada por las peñas desde los años 80 del siglo XX, que hizo realidad José Ángel Zalba, empresario de la plaza de toros en aquel momento, que apostó por este tipo de festejos, hoy seña de identidad de las fiestas.

Además, las ganaderías están muy estudiadas antes de anunciarse, «porque el público quiere que sean bravas», explica Pablo Alonso. «En su mayoría son aragonesas». «El hermanamiento que tienen las peñas es sorprendente», pese a que «en las grandes ciudades se suele disipar», concluye Alonso.

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