Pablo Iglesias, el profesor ‘traicionado’ que bloquea gobiernos de izquierdas
Pablo Iglesias (Madrid, 1978) se agarra a su última oportunidad. El próximo 10 de noviembre vuelve a las elecciones generales como candidato de Podemos a presidente del Gobierno por cuarta vez desde diciembre de 2015. Ha llovido mucho desde que su ambición le llevara a proclamar: «El cielo no se toma por consenso: se toma por asalto». Y si algo ha demostrado en este tiempo es que, efectivamente, su capacidad para el consenso es deficitaria. Hasta en seis votaciones votó ‘no’ a una investidura de un candidato de izquierdas como Pedro Sánchez.
En el momento más duro para el partido de los círculos tras la marcha de Íñigo Errejón, Iglesias trata de encandilar a los votantes de la extrema izquierda con sus clásicas propuestas contra los ricos. Un discurso que se ha quedado muy viejo tras la compra desvelada por OKDIARIO de un chalet con piscina privada en Galapagar que ha echado por tierra su línea crítica con ‘la casta’.
En este sentido, este líder de la ‘nueva política’ vive momentos críticos. En Podemos muchos dan por hecho que será la última vez de Iglesias como candidato. Él mismo ha defendido este jueves que le gustaría ver a su pareja, Irene Montero, como candidata a la Presidencia. Del mismo modo, Ada Colau o Teresa Rodríguez están tomando posiciones para reemplazar a un Iglesias completamente quemado ante la opinión pública.
Un líder ‘bunkerizado’
Iglesias se ha quedado solo. Sólo Rafa Mayoral, Ione Belarra y Pablo Echenique se mantienen leales al ‘pablismo’ entre las caras visibles. En todo caso, en la cúpula del partido ya no queda ningún fundador que no sea el propio Iglesias. Ni Íñigo Errejón, Carolina Bescansa, ni Luis Alegre, ni Juan Carlos Monedero siguen en la dirección morada. El ‘errejonismo’ ha creado Más País y la tercera corriente en discordia, los ‘anticapitalistas’, están más cerca de la CUP que de Iglesias.
El hoy padre de dos hijos y una hija lo tiene todo en contra. Su estrategia electoral en esta campaña del 10-N pasa de hablar de temas sociales frente a asuntos como la crisis en Cataluña que le hace desangrarse de votos por su equidistancia entre los violentos y la Policía. En los pasados comicios del 28-A jugó la carga de cargar contra lo que considera las «cloacas del Estado» y por leer machaconamente los artículos de la Constitución que hablan de derechos sociales que no se cumplen.
Ahora, su mensaje central es defender una teoría por la cual sin un Podemos fuerte, el PSOE pactará con el PP de Pablo Casado, ya no con Ciudadanos. En los primeros compases de la carrera por la Moncloa basó su discurso en que según que ‘logros’ como la exhumación de Franco o la retirada de las medallas a ‘Billy el niño’ sólo ocurrirían con Podemos en la Moncloa. Sin embargo, la jugada de Pedro Sánchez con el dictador ha tumbado esta idea.
Iglesias, que se autodefine como marxista y ha defendido en innumerables ocasiones el sistema comunista, se presenta una vez más con la coalición Unidas Podemos junto a Izquierda Unida (IU) o el Partido Comunista de España (PCE). Una alianza que le ha restado desde que se formó. La unión con los de Alberto Garzón enterró la apuesta por la trasversalidad que pedía Errejón.
Frente a los 42 diputados que tiene ahora, el CIS calcula que Podemos podría situarse entre los 37 o 45, es decir, subir o bajar cinco escaños. De esta forma se entendería que el partido de los círculos tiene un suelo bastante fiel, si bien sus opciones de lograr una mayoría se han disipado por completo. Ahora, Iglesias juega su última carta.