Ministerio de Ciencia e Innovación

El Ministerio de Ciencia gasta 45.980 € en investigar «el impacto sexista» de los piropos

El Ministerio de Ciencia gasta 45.980 € en investigar «el impacto sexista» de los piropos
El ministro de Ciencia, Pedro Duque.

El Gobierno de España ha subvencionado con 45.980 euros un estudio sobre el impacto sexista de los piropos. A través del Ministerio de Ciencia e Innovación, que lidera Pedro Duque, se ha financiado el proyecto IgualaMÁS que llevan a cabo dos investigadoras de la Universidad de Vigo (UVigo), María Lameiras Fernández y Yolanda Rodríguez Castro. Tal como ha podido averiguar OKDIARIO, este polémico estudio, que fue anunciado en enero de este año, está sufragado a cargo de la convocatoria para Proyectos de I+D+i, en el marco de los Programas Estatales de Generación de Conocimiento y Fortalecimiento Científico y Tecnológico orientada a los Retos de la Sociedad.

Según informa el director de la Agencia Estatal de Investigación en una respuesta a través de la Ley de Transparencia a OKDIARIO, esta subvención de casi 46.000 euros ha ido a parar a este equipo de investigadoras adscrito a la Facultad de Ciencias de la Educación ubicado en el campus de Orense. Empezaron a trabajar el pasado 1 de junio de 2020 y tiene tres años para desarrollar todos los trabajos previstos.

Tal como explicaron las investigadoras de este grupo de investigación en Sexualidad, Género y Salud de la citada universidad estamos ante «un proyecto pionero en España centrado en el acoso sexual de los comentarios sobre el cuerpo». Reconocen que estudios así se habían desarrollado en algunas provincias del país pero ahora se analizará el panorama a nivel nacional. El objetivo final es, según dicen, «ahondar en el uso de los piropos tanto en la población adulta como en las futuras generaciones».

Con este proyecto se da continuidad a una línea de investigación en este campo que abordó en 2015 María Lameiras, investigadora principal de este estudio que es catedrática del área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, con la especialidad en Sexualidad y Estudios de Género.

Desde este equipo de investigación indican que en la teoría, siguiendo lo que marca el diccionario, un piropo es una «palabra o dicho amable que se usa para presumir ante alguien con la intención de complacerlo». Pero, en la práctica, como estamos en «una sociedad en la que no se logra la igualdad de género», la palabra «amable» puede llevar a la objetivación sexual de la mujer y representar una expresión de «sexismo benevolente».

Las impulsoras del proyecto IgualaMÁS afirman que «la objetivización sexual a través de los comentarios que las mujeres reciben sobre su cuerpo o partes del mismo en forma de piropos representan las más frecuentes expresiones de sexismo benevolente, que convierte a estas experiencias de objetivización en más difíciles de identificar y en consecuencias de combatir».

En este contexto, han decidido incluir «por primera vez» a los hombres como participantes en una investigación de estas características. Quieren averiguar «en qué medida los piropos se vinculan con la construcción hegemónica de la masculinidad». Es decir, cómo los halagos a las chicas determinan que los hombres se comporten de forma machista.

Dos muestras

Así, estudiarán dos muestras representativas a nivel estatal. La primera estará enfocada al colectivo de adolescentes españoles (2.000 estudiantes de Educación Secundaria) y la segunda enfocada a la población general (1.500 hombres y 1.500 mujeres mayores de 18 años). Además de esa dimensión cuantitativa, las investigadoras estudiarán los piropos de forma cualitativa con estudiantes y adultos a los que interrogarán en grupos focales y en entrevistas en profundidad.

De esta forma, el proyecto IgualaMÁS «pretende mejorar el conocimiento sobre las formas más sutiles y menos reconocidas de discriminación y violencia contra las mujeres, que se manifiestan a través de los comentarios emitidos sobre el cuerpo en forma de piropos». Las promotoras prometen que «a partir de este conocimiento será posible desenvolver estrategias de intervención más eficaces con las que contribuir a promover espacios libres de violencia de género».

Las responsables del estudio argumentan que este proyecto se marca como objetivo identificar el impacto en las mujeres de este tipo de comentarios sobre su cuerpo en ámbitos de estudio o trabajo, en la calle o en las propias relaciones de pareja.

Dos de las investigadoras del proyecto.

¿Son los piropos muestras de acoso callejero y de acoso laboral?, ¿es sano o perjudicial alabar el físico de una mujer?, ¿es una conducta machista que provoca graves daños a las receptoras de los piropos? Estas y otras preguntas serán respondidas tras los tres años de investigación que ha sufragado el Gobierno.

Las investigadoras quieren «hacer una radiografía sobre lo que está pasando con los piropos en España y hasta qué punto nos sentimos objetivizadas o los disfrutamos». En todo caso, estas investigadoras feministas parten de la tesis de que «los piropos aparentemente son inocuos y cuentan con un componente afectivo-positivo, pero en realidad están perpetuando una idea de cómo deben ser las mujeres en función de estereotipos de género».

Extracto de la respuesta por Transparencia. (Clic para ampliar)
Extracto de la respuesta por Transparencia. (Clic para ampliar)

«Los piropos lo que hacen es reforzar de una manera oblicua la idea de que la mujer está sometida a una evaluación del cuerpo constante. Ese examen se hace en distintos ámbitos: el público, el laboral y el privado, fundamentalmente por las parejas», teoriza una de las dos investigadoras como recoge MagasIN. «Consideramos que el que nuestras parejas nos digan ‘qué buena estás’ o ‘cómo me pone tu cuerpo’ es algo normal, pero no lo es. Incluso aunque lo disfrutemos, no es bueno que nuestras parejas estén constantemente dándonos ese tipo de mensajes. También disfrutamos de comer calorías y no es bueno para nuestra salud», argumenta.

Esta objetivización de la mujer «explicaría por qué las mujeres cuando llegan a los 50 están más obsesionadas que nunca por cuidar su cuerpo, hacerse cirugías…». «Si la mujer ha vivido toda su vida en este espacio en el que se habla de su cuerpo y escuchando ‘guapa, guapa, guapa’ y llega a los 60 y ya nadie le dice ‘guapa’, pues piensa: ‘Estoy fea, tengo que hacer algo para cambiar esto’. Vivimos entonces en lo que se considera el descontento normativo; estar descontentas con el cuerpo es la norma durante toda la vida, que se exacerba cuando llegamos a una determinada edad», explica Lameiras.

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