AGRESIÓN HOMÓFOBA 'FAKE'

Marlaska vendió la agresión homófoba pese a que la Policía la investigaba como falsa desde el martes

Fernando Grande-Marlaska menas
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Carlos Cuesta

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, sostuvo durante toda la mañana de este pasado miércoles la apariencia de veracidad de la denuncia de agresión homófoba en el madrileño barrio de Malasaña. Es más, no dudó en mantener la acusación de que el discurso de odio de la “ultraderecha, de Vox” era lo que había provocado el clima para ese tipo de ataques. Lo hizo pese a que contaba -porque lo había exigido él- con un sistema de información permanente con la Policía para seguir el caso al detalle y de forma instantánea. Y lo hizo pese a que los agentes encargados de la investigación le alertaron desde el martes por la tarde-noche de las dudas con respecto a la credibilidad de la denuncia.

Las acusaciones de Marlaska a raíz de la agresión homófoba no fueron ni siquiera insinuaciones. Fueron directas y expresas este pasado miércoles por la mañana. El ministro del Interior acusaba a Vox ante los medios de la generación de un “caldo de cultivo preocupante” que, según él, está calando en parte de la sociedad. El culpable a sus ojos estaba claro: “La ultraderecha, Vox”, el responsable del aumento de las agresiones homófobas y de su condición “mucho más violenta”.

El ministro lanzó estas afirmaciones en una entrevista concedida al Canal 24H de RTVE y emitida en la mañana del miércoles, donde afirmó, literalmente, que “hay discursos que están en el límite de lo que es procedente y oportuno” y explicó que Vox “juega en ese límite”.

«Los autores quedarán identificados»

El ministro dio incluso datos de la investigación y aseguró que “los autores quedarán identificados y antes que tarde puestos a disposición judicial”.
Pero, pese a esas acusaciones, el ministro conocía ya de primera mano las serias dudas sobre la credibilidad de la denuncia. Es más, en el momento de la entrevista, la Policía sabía ya que en las cámaras del barrio no aparecía ni rastro del supuesto grupo organizado de ocho encapuchados.

Toda esa información estaba a disposición de Marlaska, pero él prefirió seguir inflando las movilizaciones convocadas para esa misma tarde. Y prefirió seguir lanzando una acusación cuya falsedad debía, cuando menos, haber barajado a la vista de la información que le trasladaban los agentes.

Los agentes que investigaban la denuncia por ataque homófobo en Malasaña no recordarán la jornada de este pasado miércoles con una sonrisa. Y es que sus labores investigadoras se tuvieron que desarrollar frente a una fuerte presión social, que ya había decidido el veredicto del caso, y frente a mensajes oficiales que se contradecían con sus pesquisas.

Reportes a Marlaska cada 20 minutos

Los policías contaban con una orden: pasar reportes cada 20 minutos a sus mandos directos. Porque el ministro quería tener bajo control este caso de forma permanente. Esos reportes, de hecho, tenían un destinatario final: el ministro. Una presión nada habitual que no ayudaba a desarrollar una investigación pausada.

Pese a ello, los agentes llevaron a cabo su labor visionando las imágenes captadas por las cámaras del barrio. La primera conclusión fue rotunda. Ni rastro de los supuestos ocho atacantes. Una información que ofrecían cerrada a sus mandos desde primera hora del miércoles.

Pero no era el primer dato que apuntó en esa dirección. Desde el mismo lunes los agentes lanzaron sus investigaciones. Y pudieron confirmar en los dos primeros días la inexistencia de cualquier testigo que hubiese presenciado nada similar a un grupo de ocho encapuchados en la zona del supuesto crimen. Y la zona, a plena luz del día, es una de las más concurridas de Madrid.

El dato se confirmó con la labor de campo. Ni una denuncia. Ni un sonido. Ni un testimonio de nadie a pie de calle que hubiera visto lo ocurrido a plena luz del día en una de las zonas más transitadas de Madrid. Y en una de las áreas que cuentan con más cámaras de seguridad. La semana avanzaba y la denuncia se desinflaba. Pero Marlaska seguía con sus acusaciones hasta el último minuto.

Cuatro interrogatorios hasta la confesión

Mientras el ministro intervenía en su entrevista, de hecho, seguían las declaraciones del falso agredido; una, otra; otra más; y hasta una cuarta. Esta última, pasada ya la hora de comer. Y, en ese momento, el falso denunciante se derrumbó y cambió su testimonio: no hubo ataque, sino que el marcado en el glúteo de la palabra “maricón” fue consentido y parte de una sesión de masoquismo.

Pero, de nuevo, esa confirmación, no hacía sino ratificar todos los reportes policiales trasladados. El falso agredido presentó su denuncia el pasado domingo. En ese momento, el joven afirmó que el pretendido ataque se había producido en su portal, cuando regresaba a casa, y que los ocho atacantes le estaban esperando dentro. Que iban con los rostros tapados y que, por eso, no pudo identificarlos. Pero ya en esa primera declaración, el denunciante no pudo decir qué acento tenían mientras le gritaban «maricón», «comemierda» y «asqueroso».

La Policía comprobó el portal en cuestión desde el primer día. Y allí era imposible realizar esa agresión sin haber sido oídos por alguien. Es más, la hora del supuesto ataque eran las 17:15 horas. Y, de nuevo, nadie de toda la calle ni del vecindario había oído ni visto nada.

Los investigadores mantuvieron sus dudas desde el lunes por la ausencia de ninguna petición de socorro a sus vecinos, ni al 091, ni al Samur. Es más, el falso atacado tardó cinco horas en denunciar los hechos ante la Policía: se presentó a las 22.30 horas en la comisaría de la calle de Leganitos.

Toda esa información sobre la supuesta agresión homófoba fue teniéndola el ministro Marlaska al minuto. Y el martes por la noche contaba ya con la confirmación de dudas muy severas sobre la veracidad de la denuncia. Pero él prefirió seguir con la campaña de ataques políticos.

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