Guardia Civil

Marlaska deja indefensa a la Guardia Civil en Melilla: las agresiones a agentes pasan de 8 a 70 al año

Guardia Civil Melilla
Los inmigrantes ilegales que saltaron la valla de Melilla atacaron a los guardias civiles con los garfios que usan para trepar.
Pelayo Barro

Melilla se ha convertido en un destino de alto riesgo para la Guardia Civil. Las cifras de agresiones a agentes se han disparado en los últimos años, pasando de las 8 registradas en 2018 hasta las 69 de 2021. El panorama en 2022, con cifras aún no oficiales, es aún menos alentador: rozan el centenar. Y todo mientras siguen pidiendo refuerzos de material y personal que nunca llega. Una situación que se une a la polémica del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que negó que la policía marroquí hubiese entrado en territorio español durante la violenta respuesta ante un grupo de inmigrantes que intentaban acceder a Melilla. Hubo decenas de muertos y la sombra del escándalo aún amenaza con llevarse por delante la carrera política del ministro.

Interior se niega a dar datos sobre el número total de agentes de la Guardia Civil que prestan servicio en Melilla. Alega la Dirección General del cuerpo policial que «facilitar estos datos podría dar lugar a que se realizasen estudios, y un análisis pormenorizado, de cuántos guardias civiles pueden llegar a prestar servicio de forma simultánea en la valla del perímetro fronterizo y, de esta forma, averiguar por parte de las organizaciones criminales que se dedican al tráfico de seres humanos, cuál es el momento del día más propicio para intentar entrar irregularmente en territorio nacional». Pero admite que «la gran mayoría de este personal presta servicios de seguridad en el perímetro fronterizo de España con el Reino de Marruecos»

Sin embargo, la Guardia Civil si revela a Transparencia el número de agentes destinados en Melilla que han resultado heridos en una intervención. Los datos son esclarecedores y dan la razón a las asociaciones profesionales del cuerpo que vienen denunciando una situación límite.

En 2018, por ejemplo, los registros muestran 8 agentes heridos. Fue entonces cuando llegó el PSOE al poder. La cifra, en 2019, asciende hasta los 12. En 2020, año de la pandemia, bate su registro más bajo con 6. Pero a partir de 2021, el asunto se descontrola y alcanza los 69 heridos durante el ejercicio. En 2022 llega hasta los 54, pero son cifras de los primeros 4 meses del año. Según fuentes de la Guardia Civil destinadas en Melilla, el año va camino de cerrarse con alrededor de un centenar de heridos. Muchos de ellos por los garfios y barras de hierro que portan los inmigrantes en sus saltos.

Más saltos

Por otra parte, los intentos de salto a la valla también se han disparado desde 2018. De los 2.809 de aquel año se pasó a 1.162 y 2.908 en años siguientes. Y de nuevo una brecha en 2021 con 10.910 saltos. Cabe recordar que no fue Melilla, sino Ceuta, la que recibió la avalancha masiva de 10.000 inmigrantes en apenas 48 horas de mayo.

En 2022, con las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos ya encauzadas tras la histórica cesión del Sáhara, las cifras no han vuelto a la normalidad: en los cuatro primeros meses del año se han alcanzado los 7.213 saltos, con un total de 931 entradas. El porcentaje más alto registrado hasta ahora de intentos/éxito.

Mientras tanto, la Guardia Civil continúa reclamando a Interior que envíe un refuerzo de 200 agentes a Melilla para, precisamente, aumentar las plantillas que vigilan el perímetro fronterizo frente a la inmigración. Las mismas que acumulan la mayor parte de los agentes heridos.

Punto crítico

El incidente de la valla de Melilla del pasado mes de junio, que costó la vida a cerca de 23 inmigrantes ilegales que trataban de entrar en suelo español, es visto a ojos de los agentes de la Guardia Civil que custodian la frontera como la mejor demostración de la falta de material y efectivos humanos que sufren en este «punto crítico».

De hecho, así lo define esa memoria justificativa que acompañó a los pliegos de un contrato para reforzar el perímetro de seguridad de la valla, y que lleva el sello no sólo de la Guardia Civil sino también de Interior. Marlaska no puede alegar que no conocía, por boca de la cadena de mando de la Guardia Civil, la situación límite que se vivía específicamente en los fronterizos que conducen a Beni-Enzar. Entre ellos el del Barrio Chino, donde ocurrió la avalancha de junio.

«Está claro que los medios utilizados en esta área no son suficientes y deben ser reforzados», señala contundentemente el escrito, reafirmando lo que venían replicando las principales asociaciones del cuerpo y la oposición durante meses: en Melilla hay un problema grave de medios técnicos y humanos para luchar contra la inmigración.

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