Laura Alemany, superviviente del 11M: “En mi vagón había una bomba que no explotó”
Esta víctima confiesa que necesitó 15 años hasta sentirse capaz de hablar en detalle estos brutales atentados
Eran entre las 7.36 de la mañana y las 7.40 del 11 de marzo de 2004 cuando diez bombas que explotaron en diferentes estaciones de Cercanías de Madrid segaron la vida de casi 200 personas. Se cumplen exactamente 20 años del 11M, el salvaje ataque terrorista que, a sangre y fuego, enlutó a Madrid y al resto de España. La mayoría de los supervivientes han necesitado mucho tiempo hasta recuperar el equilibrio suficiente para contar su historia; eso sí, con un dolor que no cesa. Es el caso de Laura Alemany, quien deja claro que ya han pasado dos decenios pero ha necesitado 15 años para hablar de ello y contar su testimonio.
Laura entonces tenía 32 años. Disfrutaba de una vida y un trabajo muy estables. La joven se mudó de su Barcelona natal a Madrid para perseguir sus sueños. El 11M, como cuenta en la entrevista con OKDIARIO, era un día más: se levantó, se duchó, salió de casa temprano y cogió el tren. Recuerda que siempre iba muy tranquila en el trayecto y aprovechaba para dormir unos minutos más durante el viaje. Ella cogía el tren en El Pozo. Aquel día el sueño se le quebró antes de llegar al destino: pesadilla sangrientamente real.
«En mi vagón había una mochila con una bomba que no explotó», relata. Tanto la joven como su pareja de entonces solían montarse en el vagón número 1 y 2. «Solíamos llegar siempre pronto a la estación y siempre cogíamos los primeros vagones». Esa costumbre, y la fortuna de que fallara la detonación de ese artefacto, le salvó la vida. Su tren saltó por los aires, pero por explosivos dejados por los terroristas en otras partes del convoy: «Las bombas explotaron en el vagón 3 y 4».
«Un caos»
Ante el estruendo, en un primer momento pensó que se había producido un problema con la catenaria del tren, que el ruido se debía a ello. Pero un minuto más tarde se dio cuenta del motivo real: «Era todo una nube negra de humo y yo logré salir con la ayuda del resto de viajeros que hicieron un hueco por debajo de una valla». Tras pasar esa valla, comenzaron a ver cuerpos destrozados y todo eran gritos. «Era un caos, pero conseguimos coger un autobús que iba hacia Atocha», explica.
En ese autobús se dieron cuenta de lo que verdaderamente había pasado. Habían sido víctimas de un atentado terrorista que se había llevado la vida de muchísimas personas. La cifra mortal se conoció con el paso de las horas.
«Casi todos éramos trabajadores de clase media que se levantan todas mañanas temprano para ir a trabajar», recuerda Laura con brillo en sus ojos. «Mi familia me estuvo llamando muchas veces y, al no coger el teléfono, pensaban que había muerto», explica esta superviviente. Con la primera persona que logró contactar fue con uno de sus hermanos. «Es una persona muy ruda, y verlo llorar de esa manera…». Laura no logra terminar la frase por la emoción de recordar la devastación de los atentados del 11M, de los que fue víctima y, por tanto, testigo directo.
Vidas rotas
Alemany cuenta que esta masacre le ha roto completamente su vida y su camino. Se separó de su ex pareja porque los atentados dejaron en ambos una mella muy importante. Tuvo que dejar Madrid y volver a Barcelona, donde «rehacer mi vida no ha sido nada fácil, sobre todo, a la hora de encontrar trabajo».
Veinte años después, Laura hace una reflexión: «Por una vez en la vida, el hecho de que los trenes lleguen tarde han salvado miles de vidas, porque los terroristas querían reventar Atocha».