‘La guerra política de Navarra. Cuarenta años de lucha por la libertad’

Jaime Ignacio del Burgo combate con un nuevo libro «las falsedades y la manipulación del abertzalismo radical»

Jaime Ignacio del Burgo @EFE
Jaime Ignacio del Burgo (Foto: EFE).

El ex presidente de la Diputación Foral de Navarra, Jaime Ignacio del Burgo (Pamplona, 1942), ha analizado de manera detallada –y con ojo crítico– las últimas cuatro décadas de la actualidad política de Navarra en su libro ‘La guerra política de Navarra. Cuarenta años de lucha por la libertad’. La puntilla, si es posible decirlo así, a la realidad navarra tuvo lugar el pasado 2019 cuando el PSN se lanzó a los brazos de EH Bildu para convertir a María Chivite en presidenta de Navarra. No obstante, y a tenor de los hechos de los últimos meses tras las elecciones del 10-N, aquel pacto no fue más que la antesala de un pacto nacional: Pedro Sánchez erigido presidente del Gobierno con el apoyo de PNV y la abstención de EH Bildu.

El nuevo libro de Del Burgo, diputado por Navarra entre 1989 y 2008, no es sólo un análisis de la historia de la Comunidad Foral, sino que, además, deja constancia de la permanente lucha de Del Burgo en defensa de la libertad de Navarra, de su identidad como pueblo y de su condición foral y española. Toda la publicación está salpicada de datos y citas históricas con el fin de mostrar (y demostrar) que en Navarra Javier Arzalluz, dirigente del PNV, desató hace 40 años una “guerra política” al asegurar que seguiría el camino bélico tras no conseguir ningún diputado por Navarra. “Vamos a entablar la guerra política de Navarra; y en los próximos años va a estar sacudida bajo este signo: ‘Euskadi sí, Euskadi no’; lo cual la radicalizará y terminará metiéndola en Euskadi”, recuerda Del Burgo.

Del Burgo: «Cuarenta años después, la guerra política de Navarra continúa»

Cuarenta años después la guerra política de Navarra continúa. Lo peor fue que el eco de las palabras de Arzalluz se oyó en las guaridas de ETA que decidió intervenir en la guerra política para apoyar al PNV con la dialéctica de las bombas y las pistolas. El 19 de noviembre de 1977, ETA asesinó cobarde y alevosamente al militar navarro, Joaquín Imaz, jefe de la Policía Armada”, escribe del Burgo, para recordar de manera inmediata que, “desde entonces los matones de la banda terrorista, a los que ahora se rinden homenajes como a héroes de la patria vasca cuando salen de las cárceles, asesinaron en Navarra a 42 personas”.

En la actualidad, defiende Del Burgo en ‘La guerra política de Navarra. 40 años de lucha por la libertad’, “Bildu, la formación política continuadora de la vía política de la banda terrorista tras la rotunda derrota de la “vía militar”, ha dado un paso gigantesco al darse la mano con el PNV para un nuevo desafío al Estado”. Pero, esta vez, expone el autor, “han aparcado sus ansias de independencia y se conforman con romper la unidad de España pero no para separarse de ella, sino para formar una confederación “con” ella mediante un Nuevo Estatuto Político pactado de tú a tú con el Estado”.

Una pretensión de tratar al Estado de igual a igual que ya está dándose en Cataluña. Un escenario consentido por el mismísimo Sánchez al acceder a una reunión con Quim Torra, el inhabilitado presidente de la Generalitat, en parecidos términos a la reunión de Pedralbes.

En esta línea, recuerda Del Burgo, que el hecho de tratar al Estado de tú a tú “va a marcar la política del País Vasco en los próximos años y si la sangre no llega al río es porque en el último minuto a los nacionalistas “moderados” les pueden temblar las piernas y no quieran lanzarse al vacío como sus homólogos catalanes poniendo en grave peligro el actual periodo de bienestar del que disfruta la sociedad vasca al que tanto ha contribuido el Estatuto de Guernica de 1979”.

El futuro de Navarra

Tras las últimas elecciones autonómicas, explica Del Burgo, el PSN decidió que «lo mejor de la tentación es caer en ella” y recuerda, además, que “en el pasado el PSOE y UPN habían mantenido una entente cordial, que facilitó gobiernos socialistas y regionalistas, incluso cuando desde 1991 este último mantenía una alianza permanente y estable contra el PP”.

En esta ocasión, concluye, el autor de este libro, “me parece temerario aventurar qué nos deparará el futuro. Tengo la impresión de que hay algo más que dar satisfacción a una ambición de poder personal y de partido. (…) Lo que resulta extraordinariamente injusto y descorazonador es que se pretenda que a las formaciones nacidas a raíz de la instauración democrática en España, que fueron capaces de alumbrar mediante consenso con las principales fuerzas políticas de la izquierda la Constitución de la libertad y la concordia de 1978 se les niega el pan y la sal por considerarlos herederos ideológicos del franquismo”.

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