La improvisación de Sánchez: los enterradores tuvieron que sacar el ataúd con radiales y a mazazos
La exhumación de Franco anunciada por Pedro Sánchez ya se ha llevado a cabo. Pero no tal y como se prometió. Porque si los trabajos de exhumación se suponía que estaban ensayados y que todo estaba previsto para llevar a cabo un trabajo rápido y fácil, lo cierto es que la extracción del féretro del dictador de la Basílica del Valle de los Caídos se convirtió en la mañana de este jueves en todo un ejercicio de lucha contra las losas y piedras de mármol y granito. “Más de una hora de mazazos y cortes de piedra con radiales”, señala a OKDIARIO una de las personas que sí pudo acceder a la cripta donde se encontraban, hasta hace bien poco, los restos de Franco.
Los nietos y bisnietos del dictador se encontraban presentes en el acto desde primera hora. Pero sólo dos de ellos pudieron pasar a la carpa que protegía, dentro de la propia Basílica, la zona donde se encontraban los enterradores dispuestos a sacar a la superficie el féretro de madera que cobija el ataúd de zinc donde están los restos mortales del dictador. Estaban allí prácticamente todos los familiares directos a excepción de dos bisnietas: Cinthya Rossy, hija de Carmen Martínez-Bordiú, y Leticia, hija de Merry. Y todos vestidos de riguroso luto y con lazos rojigualda en la solapa.
Fuera y dentro un contingente, según la estimación de la familia, que entre el Valle de los Caídos y El Pardo, podía rondar los 300 agentes de la Guardia Civil y hombres del Gobierno.
Sin embargo sólo dos familiares de Franco presenciaron realmente la exhumación dentro del espacio de la carpa interior de plástico que protegía de cualquier mirada los trabajos. Allí, in situ, la ministra de Justicia en funciones de notaria mayor del Reino, Dolores Delgado, supervisaba directamente los trabajos de exhumación. Y en el momento de retirar la lápida, tan sólo Cristóbal y Merry, dos de los siete nietos del Caudillo, contaron con el permiso de la ministra para presenciar la escena. Cristóbal, «por ser militar», y Merry (cuyo nombre real es María del Mar), «por ser la más valiente de todos los hermanos», tal y como afirmó más tarde Francis, el nieto varón mayor. Merry, de hecho, no tardó en dejar constancia de su indignación ante la ministra: “Profanación, es una profanación”, señalaba ante una Dolores Delgado que mostraba su rictus más serio e hierático.
El sonido ensordecedor de los golpes y cortes se apoderó del lugar. Y es que, lo que se prometió como un acto rápido y limpio, chocó con las losas de mármol y las piedras de granito. “Más de una hora de cortar y romper piedra. Con dos radiales y mazos. El ruido era horroroso. Y aguantar allí, más, mientras se veía cómo se destrozaban las losas que rodeaban la tumba para poder sacar el féretro”, señala la misma fuente.
Nerviosismo
El nerviosismo de los hombres del Gobierno y agentes era evidente. Luis Alfonso de Borbón aprovechaba el momento para rezar y en ese momento se disparó una polémica sobre si su reloj llevaba oculta una cámara y si estaba grabando. El reloj, de hecho, le fue retirado entre gritos e introducido en una bolsa para ser entregado a la salida. El féretro, tras más de una hora de lucha contra las piedras y de romper losas, salía a la luz.
Se observaba cómo el fondo de madera estaba húmedo y curvado. Se duda de su aguante. Y los hombres del Gobierno insisten en uno de sus empeños planteados ya en los últimos días: cambiar el féretro exterior de madera.
Los nietos se niegan en redondo. Lo refuerzan con bridas y ponen una tabla de madera para evitar que se rompa.
El Gobierno y sus enviados insisten: quieren cambiar el féretro de madera. De hecho, fuera aguardaban más agentes del Gobierno con un segundo féretro para sustituir al actual. Porque habían sido enviados con la orden de cambiar ese féretro de madera.
La clave: un intento de retirar el ataúd exterior -el de madera- y de acceder al segundo, el de zinc. Porque el de zinc tiene un visor -una ventana de cristal del tamaño de un folio- a la altura de la cara del dictador que permite comprobar la estancia efectiva y estado del cuerpo de Franco. Los nietos se niegan de forma rotunda. Y logran que el deseo de Sánchez no se cumpla.
Pero no sin pelea. La primera de ese día.
Tras la larga pelea de los enterradores, el féretro ha salido. Está ya fuera de la Basílica. Y se dirige hacia su nuevo destino: el cementerio de El Pardo. Y hacia los nuevos encontronazos que se produjeron entre la familia y los enviados del Gobierno.
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