El Gobierno abandona el liderazgo europeo de la presión democrática sobre la dictadura de Maduro
Alemania se ha convertido en el principal promotor de la democracia en Venezuela dentro de la UE en detrimento de España quien a través del gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sigue mostrando poco interés en movilizar recursos para la defensa de los derechos y libertades del pueblo venezolano. La última señal de abandono del gobierno español ha quedado patente en las negociaciones de las sanciones económicas de la UE contra la dictadura de Nicolás Maduro.
Las nuevas medidas coercitivas que no contaron con el papel activo de la representación española fueron aprobadas el día 22 de febrero y añadieron a 19 personas a su listado. La razón de las mismas fueron las elecciones del pasado 6 de diciembre que los países de la UE no reconocieron, ya que consideran que no cumplieron los estándares democráticos, a pesar de la validez otorgada por personajes de la izquierda política como el ex presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero.
Dichas elecciones fraudulentas organizadas con la clara intención de sacar de los focos al líder opositor, Juan Guaidó, tuvieron inicialmente una reacción por el entonces presidente de EEUU, Donald Trump, quien aprobó de inmediato un paquete de sanciones contra la dictadura. Sin embargo, en la UE se hicieron de esperar ante la falta de iniciativa de ningún país.
Una visita del dirigente opositor venezolano, Leopoldo López, a Berlín a primeros de febrero agilizó la toma de posiciones por parte del Gobierno alemán. López se reunió con el secretario de Estado alemán de Exteriores, el madrileño Miguel Berger, para promover medidas coercitivas a los funcionarios de Nicolás Maduro implicados en la ‘farsa electoral’ del pasado diciembre, tan celebrada por el expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero.
Lepoldo López en Berlín
Resulta llamativo que los encuentros oficiales con Leopoldo López en Berlín se realizaron lógicamente en las instalaciones del gobierno alemán no en la sede de ningún partido político, como sí hizo Pedro Sánchez el pasado noviembre cuando se reunió con él en la sede socialista de la calle Ferraz.
López expresó en sus redes sociales su agradecimiento por el respaldo de Alemania a la causa «por la libertad y la democracia». A día de hoy y tras las ‘elecciones fake’ de diciembre, las autoridades españolas siguen sin mantener ningún encuentro público con la oposición democrática venezolana para haber abordado la aprobación de las medidas punitivas contra Maduro y su régimen.
Alemania encontró rápidamente el concurso de Francia y Países Bajos, países que conjuntamente con España, fueron llamados a consultas por el Ministerio de Exteriores venezolano y donde fueron advertidos de la ruptura de relaciones diplomáticas con la declaración de persona non-grata y expulsión de la embajadora de la UE en Caracas, la portuguesa Isabel Brilhante Pedrosa. El gobierno alemán apenas tardó unas horas en criticar la medida a través de un comunicado en redes sociales donde se decía: «La expulsión de la embajadora de la UE en Venezuela es inaceptable y debe ser revocada. El régimen de Maduro está cerrando importantes canales de comunicación en lugar de resolver la crisis que hay en el país y mejorar la terrible situación de los derechos humanos». Por el contrario, las redes sociales del Ministerio de Asuntos Exteriores español permanecieron mudas y no emitieron ninguna clase de comunicado al respecto.
A todo ello hay que sumar que España es el único país de la UE que ha dejado de reconocer a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, circunstancia completamente anómala y extraordinaria, porque el Gobierno de España se ha quedado sólo junto con el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, en su pretensión de degradar al líder de la oposición democrática.
Hasta el gobierno de Angela Merkel se ha convertido en caja de resonancia cada vez que un país comunitario reconoce el papel indiscutible de Juan Guaidó en el irreversible camino hacia la democracia venezolana. Todo ello ha creado una paradójica situación. Mientras que la inmensa mayoría de la representación democrática venezolana reside en España, no encuentran en el Gobierno español la complicidad necesaria para promover e impulsar su lucha hacia unas elecciones libres.