HIPOCRESÍA 'PROGRE'

La ‘Interviú’ del ‘feminista’ Maraña pagaba a mujeres famosas para salir desnudas en sus portadas

Las otras portadas ‘semiporno’ de Interviú que retratan al ‘feminista’ Maraña
Luis Balcarce

Ya pocos parecen recordar que el omnipresente tertuliano de izquierdas, Jesús Maraña, devoto feminista y apasionado defensor del infectódromo del 8-M («yo mismo acudí a esa la manifestación», afirmó) fue director entre 1999 y 2002 de la revista Interviú, desde la que se pagaba a mujeres para que salieran desnudas en la portada. Este inquisidor implacable. perseguía con el mismo ardor con el que ahora perpetra bulos contra el PP robados de artistas y famosas con los que disparar la venta de ejemplares de la desaparecida revista del Grupo Zeta. Uno de los más míticos desnudos publicados por Maraña fue el topless de Isabel Pantoja en octubre de 2002.

«Lo nunca visto de Isabel Pantoja: topless en Tenerife», titulaba en portada Interviú su número 1381 de octubre de 2002. En el editorial, Maraña criticaba que Gran Hermano y Operación Triunfo huelan «a estiramiento del negocio». Todo lo contrario a forrarse sacando mujeres desnudas en portada con o sin su consentimiento, algo que no parecía a primera vista ser muy feminista pero sí un negocio muy rentable.

No fue el único caso. En junio de 2002 la revista Interviú, bajo la dirección del feminista Jesús Maraña, publicó en su número 1363 un reportaje fotográfico en el que se podía ver a Carmina Ordóñez haciendo topless en Tánger. Era un robado en toda regla, propio de la factoría Interviú, pero esta vez la jugarreta a Maraña no le saldría gratis, porque las fotos se habían hecho en la piscina de un hotel, un lugar privado y no público como una playa, y eso fue determinante para argumentar la durísima condena que recibió la revista en 2009, cinco años después del fallecimiento de la ex mujer del torero Paquirri.

Las imágenes mostraban «a una Carmina sonriente y relajada, recuperada ya de su desvanecimiento en El Rocío». «Los disgustos han protagonizado los últimos meses de su vida -decía el cronista- y ya era hora de alternarlos con alguna alegría: su demanda de malos tratos contra Ernesto Neyra, la separación de su hijo Francisco y Eugenia Martínez de Irujo, su internamiento en una clínica, su reconocida adicción a los somníferos… Malos tiempos para una de las indiscutibles reinas del cuore nacional», narraba la crónica escrita bajo el pseudónimo de Pedro Pals.

En el número 1256 del 22 de mayo de 2000, la revista Interviú publicó «La verdadera historia de María José», una sevillana llamada María José Galera y que participaba en el reality de Gran Hermano que para entonces tenía a media España hipnotizada delante del televisor. El reportaje, firmado por Antonio Pardo, revelaba que María José había ejercido la prostitución en los últimos años, antes de emprender su carrera hacia la fama, «según los testimonios de Cristina Álvarez», su ex madame, y de una tal Alba, que era una antigua compañera de alterne de la famosa sevillana.

Además, Interviú también publicaba unos anuncios de relax publicados en prensa para que quedara acreditado que Galera trabajaba de prostituta. «Si le sientes estresado y necesitas un buen masajista… ¡Llámame! Aplico masajes californianos. Mínimo 10.000 pesetas. Previa cita: 619…», decían los anuncios. La madame -cuenta Interviú- se sorprendió al verla en televisión: «¿Cómo se puede estar tan loca o ser tan corta como para salir en un programa como ése? Las mujeres que tenemos un pasado no podemos hacer una cosa así. Es una estupidez». Esta opinión sobre las «mujeres con pasado» parecía coincidir con la del feminista Maraña, en tanto su revista se encargaba de sacar a la luz el pasado de estas mujeres, para que todo el mundo lo conociera.

María José Galera no fue la única víctima de la primera edición de Gran Hermano a la que el feminista Jesús Maraña destrozó la vida de las páginas de Interviú. Hubo un caso similar, menos conocido, pero igual de grave por el daño psicológico que provocó en la afectada: el caso de Mónica Ruiz. Esta participante duró muy poco en el reality, apenas 12 días, porque tuvo que dejar la casa de Guadalix abochornada al ser informada en el confesionario de que Interviú había destapado su pasado.

La mallorquina Mónica Ruiz tenía entonces 25 años y era azafata de barco. Formaba parte de la terna de reservas y entró en el concurso para suplir el abandono de Silvia Casado. Le fascinaba el mundo de la televisión y aspiraba a que su paso por GH catapultara su carrera. Pero todo se truncó cuando en en junio de 2000 el número 1258 de Interviú, bajo la dirección de Maraña, publicó un reportaje con el título «La otra profesión de Mónica».

Como si tratara del Boletín Oficial de la Santa Inquisición, el feminista Maraña se convertía en un implacable inquisidor a la hora de señalar a las chicas de GH. Así lo reflejaba el tono delator del reportaje de Interviú: «Mónica Ruiz, el último fichaje femenino del experimento sociológico de Gran Hermano, no tiene sólo un nombre: se hacía llamar ‘Esther’». Una vez más, Interviú hacía caja con una intromisión ilegítima en la intimidad de una participante de GH. Y esta vez lo pagarían muy caro.

Como máximo responsable de esa publicación entre 1999 y 2002, Maraña consiguió grandes conquistas feministas como sacar desnuda a Ana Obregón a lo American Beauty, número con el que Interviú celebró su 25 aniversario por todo lo alto en 1999 0 el robado de la matador de toros Cristina Sánchez en 2001, por el que la revista fue demandada por atentar contra el honor, intimidad y vida privada de Sánchez, juicio que acabó ganando la torera.

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