Carmen Montón: un clon de Donald Trump en la sanidad valenciana
La Comunidad Valenciana cuenta entre sus dirigentes políticos con un “clon” de Donald Trump. Es la versión morena del rey de los populismos, del cacique de los medios de comunicación, del tsunami de la gestión sociosanitaria. Es Carmen Montón.
La principal obsesión de Trump al llegar a la Casa Blanca fue acabar con el Obamacare. Y fue la suspensión de este plan para “universalizar” la atención sanitaria el primer decreto que firmó. El único objetivo de Montón para esta legislatura no es mejorar la atención sanitaria de los valencianos, es liquidar el modelo Alzira y a ello dedica cuerpo, alma y todos los recursos públicos que están a su alcance.
A Trump le dan igual los 24 millones de americanos que quedarán desasistidos con el fin del sistema sanitario que implantó el ex presidente Obama… A Carmen
Montón nada le importan los más de 700.000 valencianos que perderán servicios, calidad asistencial y personal sanitario con su ataque desaforado a las concesiones sanitarias. A la consejera le da igual que suban las listas de espera, que se doblen habitaciones o que no se invierta en innovación e investigación en determinadas áreas.
Donal Trump consiguió lo que muy pocos consiguen. Enfrentarse con casi todos los estamentos políticos, sociales, judiciales y empresariales nada más llegar al poder. Carmen Montón empezó a cabrear a profesionales sanitarios, sindicatos, pacientes, farmacéuticas y empresas sanitarias apenas dos meses después de ocupar la cartera de Sanidad del Gobierno tripartito de Ximo Puig.
Si a Donald Trump le sacan los colores día sí día también por sus polémicos tuits, a la consellera de la Sanidad valenciana le avergüenzan, semana sí semana no con grabaciones de sus altos cargos prometiendo “bolsas de trabajo para familiares y amigos”, con facturas de alquileres de su número dos no declaradas, o con hijos, maridos, sobrinos o cuñados enchufados en fundaciones públicas.
Tan populista es Trump con su política de inmigración y la promoción de su “muro de la vergüenza» como Montón con su ataque a la colaboración público-privada y la promesa de “trabajo indefinido no fijo” para todos, aunque luego los dejen a todos tirados, como han hecho sus compañeros de gobierno con los ex empleados de la desaparecida televisión valenciana.
Igual han parado los tribunales órdenes peregrinas de Trump respecto de la política de inmigración o la libertad de comercio como despidos improcedentes de Montón. Porque la prepotencia no tiene fronteras. Da igual el tinte: el pelaje es el mismo.
Por eso también la consejera valenciana ha hecho un triaje para seleccionar los jefes de servicio que le hacen coro a sus políticas y dejar en la cuneta a los que no entonan su sinfonía, mientras Trump ha barrido de la escena política americana a cualquiera que le pudiera hacer sombra o rebatir sus directrices. Lo nunca visto en la cuna de la democracia
Los mismos gestos, la misma dinámica. Montón presume, como Trump, de coherencia. Pero ambos están cortados por el patrón del sectarismo, la intolerancia y la prepotencia de quien no atiende al interés general ni trabaja para los ciudadanos a quienes se deben, sino para ellos mismos. Bueno, para ellos y para sus familias. Por eso, seguramente, igual que Trump ha intentado colocar a su hija y su yerno en la Casa Blanca, Carmen Montón intentó situar a su marido al frente de la empresa pública Egevasa.
Curiosas sinergias a ambos lados del charco.