Beatriz Becerra: «Los independentistas mienten, y un mentiroso siempre lo hace por su propio interés»
«Ha faltado liderazgo, y el artículo 155 se ha aplicado de manera timorata, pero se ha abierto una oportunidad que no hay que dejar escapar». La eurodiputada Beatriz Becerra ha inaugurado las Tertulias Zeta, con motivo del 30º aniversario del diario ‘El Nuevo País’, una de las pocas publicaciones que —junto con su hermana, la Revista Zeta— resisten libres en la Venezuela chavista «y totalitaria», ha acotado Becerra, de Nicolás Maduro. «Los independentistas mienten y un mentiroso siempre lo hace por interés», ha remarcado. «Nada hay más corrosivo que la mentira, que sólo se ataca con la verdad, así que digámosla».
Becerra ha sido la ponente y proponente de temas en un reservado del restaurante Apartaco de Madrid, donde (no sólo) periodistas de éste y el otro lado del Atlántico se han reunido a escuchar qué tenía que decir y responder sobre el tema propuesto: ‘¿Ha vuelto el independentismo a Cataluña?’… si es que se había ido.
Y desde su posición de vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, la eurodiputada liberal no se ha resistido a trazar los paralelismos que, salvando las distancias, ella advierte entre «dos totalitarismos, dos populismos», el del «aparato tiránico de Maduro» y el del «supremacista y xenófobo independentismo catalán».
Según Becerra, tanto en la dictadura bolivariana de Maduro como en las leyes ilegales que pretendieron sacar adelante «los fatídicos días 6 y 7 de septiembre» Carles Puigdemont y sus compañeros de «paranoia», hay elementos comunes.
El primero, la intención de «ejercer un poder duro» acabando con las instituciones —la ilegítima Asamblea Constituyente en Venezuela y el marco jurídico sin división de poderes que aprobaron los independentistas esos días—. El segundo, la perversión de la democracia, tratando de que ésta se limite a «sólo votar, que las urnas legitimen cualquier cosa, aunque sea fuera de la ley». El tercero, «el desprecio a la ciudadanía» y a sus derechos —en Venezuela, «asesinando a los demócratas que exigen sus derechos», y en Cataluña «poniendo a la policía autonómica a espiar a los políticos constitucionalistas en lugar de tomar en serio advertencias de atentados yihadistas»—.
Y aún tenía más paralelismos la eurodiputada, quien desde Bruselas y Estrasburgo conoce bien la labor de desestabilización que la Rusia de Putin está llevando a cabo como estrategia para tomar posiciones de poder. «Es evidente el apoyo ruso al proceso independentista catalán, y qué decir de su papel en Venezuela», ha dicho, «de la que es el primer aliado… el primer dueño».
Pero la equivalencia «más dolorosa» la encuentra Becerra en «el populismo más lamentable, pervertido y arrastrado» que impera en ambos casos. La identificación con la patria, con las esencias de un pueblo que hacen tanto Maduro como Puigdemont y el resto de líderes independentistas
Los derechos humanos y la verdad
Ha hecho hincapié Becerra en dos conceptos básicos: los derechos humanos «que es lo que nos compete a todos», y la verdad: «No existe otra cosa que la verdad, ni ‘fake news’ ni posverdad, lo que no es verdad es mentira».
Opina la representante en la Eurocámara que «lo que han hecho en estos 30 años, y sobre todo los seis últimos, y lo que queda por que hagan» los independentistas catalanes debe ser identificado, acotado y combatido. «Han utilizado los medios que les dio la democracia para generar un aparato de propaganda que ha silenciado a una gran mayoría de catalanes». Esas herramientas, «la lengua, de la que han abusado para convertirla en un arma de confrontación; las escuelas, que han convertido en una máquina de fabricar ideología; y los medios de comunicación, que manipulan obscenamente la verdad», han dado un poder omnímodo a unos políticos que han hecho, en su opinión, dos trampas fundamentales: creerse que mandan sobre las personas y generar un totalitarismo populista «que les ha llevado a hablar en nombre del pueblo, a apropiárselo, de resultas que si no estás con ellos eres un traidor a la patria».
Pero cree Becerra que, aunque haya sido tarde y cuando «ya el precipicio entre catalanes estaba abierto», las gentes que tomaron las calles de Barcelona con bandera españolas y dijeron ‘basta’ han demostrado que esas dos trampas se pueden combatir. «Habrá enormes beneficios para España y el conjunto de Europa», asegura, «porque ha quedado claro que no hay nada bueno en el independentismo, está tan alejado de la ley como de la realidad».
«Ha quedado claro que son los ciudadanos los que mandan sobre los gobiernos, que las leyes los defienden», más allá de que la aplicación del 155 haya resultado «un fracaso, porque era difícil, pero no se ha hecho con la decisión debida». Y además, «ha quedado claro que ya no pueden decir ‘nosotros, los catalanes’, porque ciudadanos de Cataluña son todos, y más de la mitad no les han votado».
Ésa es una de las claves que más le ha importado destacar a la eurodiputada independiente adscrita a la Alianza de Liberales y Demócratas Europeos (ALDE). «Toda esa gente merece que se la escuche y que se generen grupos de trabajo para aprovechar su despertar en esta lucha por los derechos de todos». Y aunque admite Becerra que «aún no se está haciendo», alberga esperanzas: «En España tenemos un déficit de liderazgo, pero ha habido políticos, y los hay, que pueden tomar ese testigo», dice con más esperanza que certeza.
La ventaja que tiene España, la lucha contra el «totalitarismo independentista catalán», respecto de los ciudadanos de Venezuela «sometidos a la tiranía de Maduro» es que «aquí hay un Estado de Derecho y un marco europeo». Cree Becerra que la Unión Europea ha dejado de ser «un mero marco comercial y de libertad de movimientos» para ser «una referencia de normas y valores», y que ésa es una de las mejores noticias que ha dejado la crisis catalana: «Todas las instituciones europeas han dejado claro que atacar el marco legal de uno de sus Estados miembros es atacar a Europa» y eso ha desnudado a los independentistas. «Empezaron presumiendo de europeístas, pero la UE los ha dejado a la intemperie».