Bárcenas trasladó al juez sus sospechas de que lo envenenaron en la cárcel tras una alergia «brutal»
El antiguo responsable de las finanzas del PP se mostró convencido ante el juez de que en esa primera etapa de prisión provisional sufrió una "persecución" por parte del Ministerio de Interior
El ex tesorero del PP Luis Bárcenas aseguró al juez que investiga la ‘Operación Kitchen’ que durante su primera estancia en la cárcel madrileña de Soto del Real había instrucciones de «hacerle la vida imposible» para desinflar el escándalo de sus ‘papeles’. En concreto, le trasladó su sospecha de que le podrían haber envenenado porque le dio una reacción alérgica «brutal» por la que tuvo que ser hospitalizado, recalcando que nunca había tenido alergia ni la ha vuelto a tener.
Así se expresó Bárcenas en una ampliación de la declaración que hizo ante el titular del Juzgado de Instrucción Número 6 de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón, desde esa misma prisión, ya con una condena firme por la primera etapa de la ‘Gürtel’, en el marco de la pieza secreta que forma parte del sumario de la ‘Operación Kitchen’.
El antiguo responsable de las finanzas del PP se mostró convencido ante el juez de que en esa primera etapa de prisión provisional sufrió una «persecución» por parte del Ministerio de Interior porque le ocurrían cosas «excepcionales» y prueba de ello -le apostilló- es que después no se han repetido. «Ahora no tengo ninguna queja», enfatizó.
El ex tesorero no alberga duda alguna de que fue el entonces ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, quien «por la vía que sea» indicó al director general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste, cómo debían tratarlo. «Había instrucciones de hacerme la vida imposible», aseveró, añadiendo, a modo de refuerzo, que así se lo confesó un funcionario a su salida de ese primer periodo entre rejas.
De los numerosos incidentes «anormales» que relató a García-Castellón, destacó uno que él mismo admitió que era una «elucubración» suya. «Pero no me la voy a quedar para mí solo», se justificó. Y consiste en que, tras una secuencia de hechos que empieza con el allanamiento del estudio de su mujer y culmina con el asalto a la casa familiar por un falso cura, tuvo «una reacción alérgica brutal».
«Alergia de causa desconocida»
«Todo el cuerpo se me llena de unos bultos, una cosa insoportable», describió. Con un tratamiento mitigó la erupción, pero un mes después, hacia diciembre de 2013, tuvo otro «acceso brutal». «Hasta el punto de que por la noche me tienen que ingresar en el hospital aquí, pero yo no aguanto y, creo que el médico se asusta, llaman a una ambulancia y me trasladan al Gregorio Marañón, y permanezco una noche ingresado», narró. El diagnóstico: «alergia de causa desconocida».
Bárcenas asumió que podía tratarse de «una casualidad más», aunque lo descartó rápidamente haciendo hincapié en que nunca había sufrido una reacción alérgica antes de ese episodio ni la ha vuelto a padecer posteriormente. Por eso, su teoría, que expone al juez, es que alguien del economato, una persona de la que ya sospechaba, le podía haber envenenado colocando una «sustancia» en los productos que compraba porque era el único sitio que escapaba a su control.
Sus suspicacias se fundan en parte en que ya se barruntaba que dos personas de Soto del Real podrían estar proporcionando información sobre su vida allí. Una era este interno que trabajaba en el economato, que identifica como Roni, y otra un compañero de habitación, Juan, que llegó por sorpresa una noche, a «una hora absolutamente anormal».
No obstante, Bárcenas admitió que, a pesar de su reticencia hacia estas dos personas acabó trabando una especie de amistad con ambas, -«Cuando sales de aquí sales como sales»-, de modo que la primera vez que abandonó el centro penitenciario, y coincidiendo con el permiso que «casualmente» les concedieron a Roni y Juan, aunque no les habría correspondido, les invitó a comer a su casa y allí fueron, para «gran disgusto» de su mujer. «Me decía, confundes las cosas», ilustró.
El búlgaro, el falso dominicano y el CNI
Bárcenas afirmó a García-Castellón que era objeto de seguimientos continuos. «Había un control sobre mí total», le subrayó. Ejemplo de ello, prosiguió, es que le prohibieron hablar con un preso búlgaro con el que se habituó a charlar en la hora del gimnasio porque «era una persona interesante», así como las grabaciones de su rutina en Soto del Real, que trascendieron a los medios de comunicación.
También recordó el episodio del «falso dominicano». Sentía que alguien le observaba, un reo que le seguía a todas partes con «una agenda pequeña» tomando notas. A través de una persona del economato consigue un ticket de compra donde constaba el NIF de este preso y, mediante averiguaciones propias, logró determinar que esa identificación era de «un señor negro con aspecto dominicano, y el señor que estaba aquí era un señor blanco, blanquísimo». «No había correspondencia», zanjó.
«Yo creo que era alguien del CNI», deslizó. Interrogado sobre el porqué, el ex tesorero del PP apeló al aspecto físico del hipotético agente y a que estuvo apenas mes y medio en su mismo módulo, tras lo cual «desaparece» sin que nadie sepa a dónde fue. Además, apuntó a un tercer indicio, el supuesto afán de la entonces vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que controlaba la agencia de Inteligencia, por blindar al presidente, Mariano Rajoy.
«El CNI tuvo participación en seguimientos familiares»
«Teniendo en cuenta que esto era la ‘Operación proteger al camarada Rajoy’, se movilizó todo el mundo y yo estoy seguro de que Soraya Saénz de Santamaría, que además aspiraba a la sucesión, como se sabe, y tenía una relación muy estrecha, puso su parte en esta historia y yo estoy convencido de que el CNI tuvo participación en seguimientos familiares y, sobre todo, en mi control aquí dentro», concluyó.
Otros sucesos que le pusieron en alerta, según manifestó al juez, fue que cada vez que hacía su llamada diaria le exigían el número de teléfono de su interlocutor, algo que no ocurriría con los demás reclusos, y que le hicieron hasta cuatro «cacheo integrales», cuando «aquí desnudo no ponen a nadie ni de broma», después de los ‘vis a vis’ con su mujer. Dos cuestiones por las que presentó queja.
Un motivo más para intuir que era objeto de un trato diferenciado en Soto del Real es que les «dirigían» a él y a su abogado en ese momento, Javier Gómez de Liaño, a cabinas concretas para que celebraran sus reuniones, mientras que los otros reclusos elegían cubículo sin dificultad para departir con sus letrados. El ex dirigente ‘popular’ cree que les grababan las conversaciones en prisión.
Estas declaraciones forman parte de la investigación sobre el dispositivo parapolicial que se habría montado desde el Ministerio de Interior con fondos reservados para espiar a Bárcenas y su familia con el objetivo de sustraerles la información comprometedora que pudieran tener del PP y sus dirigentes y evitar así que acabará judicializada.