Ayuso: «La deriva de Rocío Monasterio no me representa, ojalá no tenga que pactar con ella»
Si algo deja claro la entrevista con Isabel Díaz Ayuso es que los puentes con Vox, y más concretamente, con Rocío Monasterio, están rotos. Absolutamente dinamitados. La presidenta de la Comunidad de Madrid no le perdona que haya forzado la prórroga de los Presupuestos de 2022 al votar con la izquierda «no» a los de 2023. Tampoco olvida el veto de la formación teóricamente amiga a los incentivos fiscales para atraer inversión extranjera a la región. Pasa de su oponente a la derecha por dos razones en una: tiene la mayoría absoluta al alcance de la mano y, en caso de no conseguirla, lo fía todo al hecho de que el margen de maniobra del partido verde será igual a cero. A los de Abascal no les quedará otra que respaldar por acción u omisión al PP. Aunque cosas más raras se han visto, nadie en su sano juicio se los imagina dando vía libre a un Gobierno socialcomunista.
PREGUNTA.- Rocío Monasterio dijo en OKDIARIO que no era ella la que le había retirado el saludo, sino usted a ella, ¿se llevan tan mal?
RESPUESTA.-Un día incluso me invitó a debatir los Presupuestos de todos los madrileños en un bar. Yo no hago estas cosas. Me considero una mujer muy seria, muy recta en mis convicciones. Ya lo he hablado todo y hay poco más que añadir a lo que he dicho en la Asamblea. Tumbar los Presupuestos de la Comunidad de Madrid en un momento tan difícil, con el hostigamiento constante del Gobierno contra la prosperidad y los intereses de los madrileños y quitarles esos Presupuestos, una ley de economía circular, una agencia de ciberseguridad, los desarrollos urbanísticos que nos hacen falta para poder poner fin al incremento del precio de la vivienda en Madrid… Esa deriva no me representa. Está todo hablado, eso sí, con el respeto, cercanía y cariño que tengo por una gran parte de sus votantes, que eran del Partido Popular. Pero, más allá de eso, ellos sabrán la deriva que toman.
P.- El 29 de mayo se puede ver en la tesitura de tener que pactar con ella…
R.- Bueno, ojalá no sea así. No dejaré de representar a muchos votantes que quieren cosas muy parecidas, su familia, su prosperidad, sus proyectos… Yo voy a trabajar para todos los ciudadanos y me gustaría seguir como hasta ahora, para poder tener un gobierno de un color, que es como se está funcionando en Madrid, y muy bien. Y luego ya veré.
P.- Si usted no tiene mayoría absoluta y ella le exige entrar en el Gobierno, ¿qué hará?
R.- Ahora mismo no me pongo en esa tesitura. Y no soy equidistante. Me he entendido durante una legislatura con Vox, algo que no he pretendido hacer con el socialismo de Sánchez en Madrid ni por supuesto el nacional, que es un despropósito y un desastre. Yo no pacto con desastres. Pero, dicho esto, ni siquiera se ha dado esa situación. Vamos a ver cómo quedan las urnas. Yo voy a trabajar con todo el respeto. No estoy contra ellos, no estoy contra nadie. Estoy a favor de que las cosas cambien en España. Estamos en un momento muy duro y creo que hay que elevarse.
P.- ¿Es verdad lo que dice Rocío Monasterio de que en las aulas de los colegios públicos madrileños se adoctrina a los niños?
R.- No tenemos quejas de las familias. Yo no puedo saber si en alguna de los miles de aulas que hay en la Comunidad de Madrid algún profesor se excede. No lo puedo saber a ciencia cierta. Pero sí tengo claro que la mayoría de los chavales, cuando llegan al colegio, ya han visto en su móvil todo lo que el profesor les cuenta y más. Ése es uno de los graves problemas, que ponemos el acento donde no lo hay. Lo que quiero es que los profesores les enseñen Geografía e Historia y, por supuesto, a convivir en un país que ha crecido con una Constitución garante para todos y con unos valores básicos. Ningún profesor puede extralimitarse, pero están obsesionados con eso cuando el verdadero problema está en los móviles. Los niños lo consumen todo, y ése es un gran problema que estamos intentando atajar pero que necesita de la ayuda de todo el mundo. No puede ser que un chaval haya perdido su infancia con 11 o 12 años.