Laya negoció la llegada invisible del líder del Polisario en la Embajada en Argelia del hijo de Fernando Morán
El Gobierno de Pedro Sánchez eligió un hospital riojano para ayudar al líder del Polisario porque es una comunidad gobernada por los socialistas. Introdujo a Brahim Ghali a través de una base militar para que nadie en una aduana, sin control del Ejecutivo, pudiese desvelar lo que ocurría. Y negoció con Argelia la llegada del jefe del Polisario desde la Embajada de Fernando Morán hijo para que, una vez más, todo quedase bajo control.
Fernando Morán Calvo-Sotelo es el hijo del que fuera ministro de Exteriores bajo el Gobierno de Felipe González. Y es embajador de España en la República Argelina Democrática y Popular desde septiembre de 2018, ya con el Gobierno de Pedro Sánchez.
Morán nació en Madrid en 1955, es licenciado en Derecho e ingresó en 1981 en la Carrera Diplomática. Ha ocupado la segunda jefatura en las embajadas en Kuwait, Santo Domingo, Rabat, Tel Aviv y Berna. Ha sido cónsul general en Nador y embajador en República Democrática del Congo, Senegal y Costa de Marfil. Y en el Ministerio ha sido, entre otros puestos, director del gabinete del secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica, embajador en misión especial para los Organismos Internacionales africanos y delegado especial para el Campo de Gibraltar. Y, además, es una persona de confianza del actual Gobierno.
Un lugar discreto
La Embajada Española en Argelia, de ese modo, era un lugar discreto, como dice la ministra Arancha González Laya. Y, como tal, ha servido para negociar los términos de la llegada del líder del Frente Polisario Brahim Ghali a España.
Todo ha sido discreto, o secreto, en esa hospitalización. Todo, hasta el punto de que en el hospital no ha sido registrado Ghali con su nombre.
La ministra de Exteriores Arancha González Laya y Pedro Sánchez decidieron hospitalizar en España al líder del Frente Polisario. Lo hicieron con tal opacidad que el uso de una base militar para traer a Ghali se hizo, por ejemplo, sin contar con la responsable de Defensa, Margarita Robles.
El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, se opuso a la decisión de introducir en España al líder del Polisario, una de las personas más odiadas por Marruecos ante la evidente tensión que generaría con Rabat. Un informe de Seguridad Nacional había alertado igualmente de la crispación existente con Rabat. Pero Sánchez y González Laya no hicieron caso de las alertas y siguieron adelante con la ayuda a Ghali.
Laya fue la impulsora
La responsable de Exteriores ideó un plan para mantener en la opacidad la llegada y usó una base militar para eludir el control aduanero. La decisión la tomó y la ejecutó Exteriores.
González Laya fue la máxima impulsora de la decisión de hospitalizar en Logroño a Brahim Ghali. Y ella fue la que preparó el dispositivo para eludir los controles en caso de surgir problemas en el tránsito. Para ello, la ministra encargó a su gabinete en la sede del Ministerio que siguiese con detenimiento los pasos del líder del Frente Polisario. Que preparasen un visado humanitario. Y que tuviesen igualmente un salvoconducto disponible en caso de problemas con la circulación de Ghali desde la base de Zaragoza, a la que llegó su avión, hasta el Hospital San Pedro de Logroño.
Y es que la clave era conseguir que nadie se enterase de la estancia de Ghali en España.
El líder del Frente Polisario contaba, de hecho, con una discreción que no ha podido mantener. Marruecos se enteró de su presencia en España. Y lo hizo pese a los intentos de la ministra de Exteriores por eludir la publicidad y la transparencia.