Alejandro Fernández: «Me gusta un PP donde conviven Cayetana y Borja Sémper con ideologías distintas»
El líder del PP catalán presenta el libro 'A calzón quitao' donde analiza la historia de su partido en esta comunidad
"No pido autonomía para desmarcarme del PP, sino para ser el PP tranquilamente en Cataluña", afirma


Alejandro Fernández (Tarragona, 1976), presidente del PP de Cataluña, acaba de publicar el libro A calzón quitao en el que analiza la historia de su partido en esta comunidad, a la vez que plasma los pasos a seguir para que el constitucionalismo real -no el impostado de Salvador Illa- pueda llegar al Palau de la Generalitat. Prologado por Cayetana Álvarez de Toledo, este valiente ensayo está escrito para desterrar los complejos en la lucha contra el independentismo y poder mirar al futuro con determinación.
PREGUNTA.- Cuenta en su libro que la entonces vicepresidenta Sáenz de Santamaría le dijo que le faltaba «perspectiva» cuando avisaba de que Puigdemont declararía la DUI en 2017. Ahora usted advierte de una «República Confederal Plurinacional». ¿Le creen en el partido?
RESPUESTA.- Yo escribí este libro en diciembre. Y este fin de semana, es decir, sólo cuatro meses después, José Luis Rodríguez Zapatero y Pablo Iglesias, uno en La Vanguardia y el otro en el Diari Ara, ya están utilizando la expresión «República Confederal Plurinacional». Quieren cambiar la forma de Estado, sin respetar la Constitución, para liquidar la Transición y buscar un régimen político que tienda a la no alternancia. Si tú liquidas la nación española y dices que España es una confederación de cinco naciones; del mismo modo que se confederan voluntariamente, se pueden separar. Es decir, una confederación legaliza de facto el derecho a la autodeterminación. Están en eso.
P.- ¿Y cree que ahora le van a hacer más caso en su partido? ¿O le van a acusar de estar «en la trinchera» como la otra vez?
R.- Estoy convencido de que esta vez va a ir bien. Por eso estamos en la batalla.
Es cierto que hablo en algún momento (del libro) de predicciones sobre el proceso que había hecho Vidal-Quadras hace muchos años o Jaime Mayor Oreja, y no les hicieron mucho caso. Es mi deber como patriota escribir esto, porque creo que también es bueno que así sea. A mí me gusta un Partido Popular amplio y es un privilegio formar parte de un partido en el que pueden convivir, efectivamente, Cayetana y Borja Sémper, que tienen en algunos temas ideologías muy distintas. Un partido grande tiene que tener esa vocación. Y luego, como decía antes, la de gestionar bien los asuntos públicos.
«Cuando digo que no haya acuerdos con Junts, no hablo de votaciones en el Congreso sobre el programa electoral»
Pero creo que también la batalla de las ideas es necesaria. Es decir, no vamos a poder solucionar este problema sólo con apelaciones genéricas a la ley, como ocurrió con el proceso. Se llegó a pensar que esto se arreglaba con cuatro carreteras, mejorando la financiación y no sé cuántas cosas más. Y no iba de eso la historia. Había un movimiento nacional populista que había tomado la firme determinación de romper España y quizá por no haber atendido a la batalla de las ideas, el Gobierno de Rajoy cumplió con su obligación. Yo eso nunca lo he puesto en duda y lo explico en el libro, pero algunas cosas que llegaron tarde a lo mejor se podrían haber evitado.
P.- Hablando de cumplir la ley, ¿usted hablaría con Puigdemont si regresara a España y se sometiera a la justicia en este país?
R.- La última entrevista que tuvimos tú y yo di una respuesta que no voy a reproducir sobre algunos elementos imposibles que no van a suceder nunca. No va a ocurrir. Aunque acabase volviendo a España, Puigdemont lo haría con una retórica de desafío y diciendo que lo va a volver a hacer. Hay que recordar la reacción que han tenido el resto de miembros de partidos separatistas que fueron condenados por la justicia. Siguen manteniendo que lo van a volver a hacer. Es decir, una cosa es que te lo cruces a uno por un pasillo y le digas bon día, y otra cosa muy distinta es sentarte a hablar de acuerdos de gobernabilidad para España y este tipo de cosas. Yo lo veo inviable, vaya.
P.- Precisamente hablando de acuerdos, en su libro dice que no hay que llegar a ningún acuerdo con Junts. Lo dice textual. Ningún acuerdo. Yo le pregunto: ¿Tampoco si se cumple el programa electoral? ¿Qué le parece que el señor Tellado pactara con la señora Nogueras el pasado diciembre intentar tumbar el impuesto de las eléctricas?
R.- No creo que eso sea un pacto. Es decir, una propuesta del Partido Popular que va al Congreso, se somete a votación y Junts, Vox o PNV la votan a favor. Eso no es un pacto.
P.- Pero hablaron entre ellos…
R.- No, no, eso no es un pacto. Eso es una votación la que se llega a un acuerdo para un punto que está en el programa electoral del Partido Popular. Y sobre eso, no solamente no me quejé, sino que lo veo absolutamente razonable, porque son propuestas del programa del partido.
P.- También se llaman acuerdos…
R.- Vuelvo a repetir, yo es que lo veo radicalmente distinto. Todo el mundo sabe a lo que me refiero y todo el mundo sabe que yo me refiero a acuerdos políticos que acaben comportando desmantelar el Estado en Cataluña, que es lo que están haciendo ahora mismo con Pedro Sánchez. Siempre he considerado injusto juzgar épocas pretéritas con las gafas de hoy, lo tengo muy claro, pero hay que recordar que quizá con buena fe, toda cesión que se ha hecho históricamente al nacionalismo ha sido contraproducente en términos de competencia, en términos de cesión de poder. La han utilizado luego de manera perversa. Por lo tanto, a eso me refiero con no llegar a acuerdos con Junts.
P.- Afirma en su libro que los líderes del PP vasco y catalán duran lo mismo que los entrenadores del Atlético de Madrid en la época de Jesús Gil. ¿Cómo ve su futuro en el partido?
R.- Lo que hago en mi libro es analizar la historia del Partido Popular. La historia del Partido Popular de Cataluña, 40 años, no los tres últimos. Yo sigo siendo presidente del Partido Popular de Cataluña y lo soy desde hace seis años y a mucha honra. No ha sido un viaje sencillo, pero estoy profundamente ilusionado. Yo no pido autonomía para desmarcarme del PP, pido autonomía para ser el PP tranquilamente en Cataluña. Yo puedo entender que históricamente, cuando en un sitio te van mal las cosas, puedas tener una tendencia a hacer giros, a ver si así sorprendes a alguien y ganas espacio político. La realidad es que todos los experimentos de giro han funcionado mal y han acabado como el rosario de la aurora.
En la última campaña electoral fuimos capaces de lograr, y yo lo agradecí públicamente a la dirección nacional, plantear una alternativa al nacionalismo y a la izquierda, a los dos, con los principios ideológicos del Partido Popular. No creo que tengamos que tener un proyecto distinto.
P.- Habla usted en el libro de la tutela de Génova sobre el PP catalán. Pero el equipo de Feijóo presume de que el ex presidente de la Xunta de Galicia deja hacer a los barones. En su caso, ¿es así?
R.- Mi libro no es una reflexión dirigida a la dirección nacional actual, es una reflexión sobre 40 años de historia. ¿El PP catalán y el vasco han tenido más problemas que en el resto de España para consolidar proyectos y liderazgo? ¿Sí o no? Sí, es un hecho, no una opinión de servidor. Es un hecho. Ha ocurrido también la sensación de que cada congreso del partido suponía un giro hacia no se sabe muy bien dónde. No me estoy refiriendo a la fecha actual. Lo que estoy diciendo es que tenemos la senda. Sabemos lo que funciona. Por lo tanto, no volvamos nunca a experimentar con giros extraños.
P.- En las últimas elecciones catalanas, por tanto, le dejaron hacer…
R.- A ver. Conviene también decir una cosa. Dentro de los principios y valores del Partido Popular, de sus estatutos y de sus programas electorales, que no me salto y que hago míos, siempre he hablado con total libertad y nadie me ha llamado nunca para decirme que no diga una cosa o que diga otra.
P.- O sea, que ahora mismo usted se siente cómodo en la relación con Génova…
R.- Como ahora mismo con usted, estoy muy cómodo.
P.- A la presentación de su libro en Madrid acudió un fundador de Vox, Alejo Vidal-Quadras, y ninguno de los de los 15 miembros del Comité de Dirección del Partido Popular. ¿Eso quiere decir algo?
R.- Debo decir que esto es un acto organizado por la editorial y en principio se había cursado invitación a todo el mundo, pero parece ser que no a todo el mundo le había llegado. En todo caso, haya llegado o no, cuando uno dice creer en la libertad, como es mi caso, tiene que creer de verdad. Es decir, a mí, mi libro me parece superinteresante, como se puede usted imaginar, pero nadie está obligado a leerlo y nadie está obligado a venir a escucharme a mí en una presentación.
Alejo Vidal-Quadras ha dicho que le ha encantado el libro. Teniendo en cuenta que estamos hablando de una de las mentes más preclaras que yo he conocido y brillantes, pues le agradezco muchísimo el cumplido. Además de Alejo, también estaban Juan Luis Steegmann (ex diputado de Vox), Esperanza Aguirre, muchos diputados, senadores y parlamentarios de la Asamblea de Madrid, que probablemente no son tan conocidos. Les agradezco muchísimo la visita.
P.- ¿Qué le parece el equilibrio de Vox de rechazar los aranceles sin cuestionar a la Administración de Trump?
R.- Aquí hay dos cosas. La primera: Trump se equivoca. Entre otras cosas porque el proteccionismo no ha funcionado nunca. De hecho, algunas de las derivas perversas del catalanismo político se empiezan a generar por la obsesión proteccionista. Forma parte de la historia de Cataluña. Frente a ello, el libre comercio trae progreso y trae paz. En la medida en que dos países que comercian, nunca entran en guerra. La decisión de Trump acabará siendo mala para Estados Unidos porque no está en la tradición norteamericana de este tipo de prácticas.
«Trump se equivoca con los aranceles y Vox tiene elementos de derecha nacionalpopulista que no voy a compartir nunca»
Estados Unidos ha crecido y se ha convertido en el líder del mundo sobre la base del libre comercio. Y yo creo que esto va contra los principios del centroderecha liberal que en el Partido Republicano habían sido ejemplificados, primero, de manera teórica por Barry Goldwater, y luego, por Ronald Reagan. Entonces, a mí, lo que está haciendo Vox con respecto a eso también me queda muy claro. Es decir, Vox tiene elementos de derecha nacionalpopulista que yo particularmente no voy a poder compartir nunca. No es mi ideología. Ellos evidentemente están con este asunto, y les cuesta explicarlo.
P.- Volviendo a Cataluña. ¿Cuál es la idea principal de ese «Libro Blanco» que promueve para que el constitucionalismo real pueda gobernar algún día en Cataluña?
R.- Es modificar un sistema de incentivos que provoca que ser separatista en Cataluña sea un chollo. Todas las subvenciones, todas las televisiones, todos los medios, todos los premios, todo el mundo cultural para ti. Y encima los gobiernos en Cataluña te miman. Y aquí en Madrid, sorprendentemente también. Y si eres constitucionalista es toda una ruina. En Cataluña te molestan, te persiguen, limitan tu libertad. Y aquí en Madrid se te mira con displicencia. Creo que por una vez en la vida deberíamos optar todos por fortalecer al constitucionalismo catalán como alternativa al nacionalismo. Esto lo logró Ciudadanos antes de destrozar su proyecto político. Se demostró que desde el constitucionalismo puro y duro se podía ganar las elecciones en Cataluña.
P.- Pero para eso tienes que tener el control de las instituciones… ¿No?
R.- Lo primero es diseñar el proyecto, trasladarlo con perseverancia, tozudez y evidentemente también depende mucho del Gobierno de España. Necesitamos un Gobierno de España que en lugar de desmantelar el Estado en Cataluña, refuerce el Estado en Cataluña. Es decir, que la Administración General del Estado sea más fuerte en Cataluña, que las competencias que forman parte del Estado se apliquen, que la capacidad sancionadora ante los desmanes nacionalistas se ejerza, es decir, que el Estado esté allí. El Estado ahora lo están desmantelando definitivamente.
El constitucionalismo no encuentra espacios para desarrollarse por una razón, por ese sistema de incentivos que hay que cambiar y eso tiene que partir evidentemente de una política nacional. Esto no se ha aprobado nunca. Lo que se ha aprobado hasta ahora siempre es darle más al nacionalismo, o más dinero, o más competencias o más influencia en empresas nacionales. Y a pesar de que se les da más, más y más, cada vez son más insaciables y cada vez quieren más. Hombre, digo yo que a lo mejor habría que probar lo contrario, aunque sea para ver cómo sale. Por una cuestión de pura probabilidad científica.
P.- ¿Cuál es el talón de Aquiles del señor Salvador Illa? ¿Qué puede acabar con su mandato y con su imagen de «yerno ideal», como rebate usted en el libro?
R.- Lo primero, el tiempo. Es decir, la combinación de socialismo y nacionalismo es siempre letal. Pasqual Maragall, que tenía una imagen impoluta como la de Salvador Illa, fue un buen alcalde de Barcelona, pero cometió el error de emular a Jordi Pujol al alza. Se presentó como alternativa al nacionalismo de Pujol y cuando llegó a pactos como los que Salvador Illa está cerrando con Esquerra Republicana y los comunes, que entonces se llamaban Iniciativa per Catalunya, lanzó una política ferozmente nacionalista. El resultado de eso es que el PSC acabó con 15 diputados. Cuando a Salvador Illa se le acabe la luna de miel con una sociedad que se conforma con que su presidente no esté como una regadera y no insulte por las esquinas, ocurrirá lo mismo.
P.- ¿Por qué se ha quedado fuera el PP de la Comisión de Estudio contra el fascismo en el Parlament? ¿Hay una especie de reedición del Pacto del Tinell?
R.- Aquí hay unos señores que deciden lo que es racismo y lo que no, entonces claro, resulta que si yo cojo los escritos de Quim Torra o las ruedas de prensa de Puigdemont en su momento, yo ahí veo racismo y xenofobia a paladas. Lo segundo es que yo no creo en comisiones que están orientadas a montar un cordón sanitario, concretamente contra Vox y Aliança Catalana, entre otras cosas porque ya nos lo hicieron a nosotros. Se llamaba el Pacto del Tinell y aunque ahora se lo hacen a Vox, nunca caeré en la trampa. Cada vez lo hacen en función de su táctica y sus necesidades estratégicas. Además, tampoco necesito su bendición. Ellos no tienen la capacidad para blanquear a nadie. Porque defienden unas ideas que han fracasado allí donde se han implementado siempre. No están para dar lecciones.