Economía

Vamos perdiendo 6 a 0 en economía y aún queda mucho partido

Vamos perdiendo 6 a 0 en economía y aún queda mucho partido
Vamos perdiendo 6 a 0 en economía y aún queda mucho partido

El FMI acaba de revisar sus previsiones económicas. Ahora pronostica para España un crecimiento del PIB de 4,8% para 2022. Eso es 1,6 puntos porcentuales menos de lo que pronosticaba en octubre último. Aun así, es un pronóstico más optimista que el del Banco de España, que anticipa un crecimiento de 4,5% para este año.

Es evidente que los problemas en la cadena de suministro originados tras los peores meses de la pandemia y luego la guerra en Ucrania generan múltiples complicaciones: aumento del precio de la energía, escasez de algunas materias primas, dudas sobre el abastecimiento del gas en Europa, incertidumbre sobre la duración y probabilidad de expansión del conflicto bélico, etc. 

A todo lo anterior se suma la perplejidad de los bancos centrales, que emitieron dinero como nunca antes, creyendo que la inflación estaba muerta. No estaba muerta, sino apenas dormida. Los bancos centrales despertaron al monstruo de la inflación y ahora, lejos de admitir su culpa (solo puede haber inflación cuando la cantidad de dinero crece más rápido que la producción, y los únicos que pueden imprimir billetes son los bancos centrales), quieren convencernos de que es algo solo pasajero.

Admitiendo que estos problemas globales crean dificultades relevantes, opino que no son la mayor preocupación de la economía española. Nuestro problema principal es una política económica mal concebida, ejecutada por ineptos, en unos casos, y antisistemas, en otros. La base del problema es que el socialismo no entiende que la prioridad es la creación de riqueza. Ellos la dan por descontada y solo piensan en redistribuirla. Para el ala comunista del gobierno, la cuestión es todavía más fácil: todo es cuestión de confiscar la riqueza.

De ese marco conceptual equivocado surgen los aumentos de impuestos, los proyectos para crear nuevos tributos, la subida desproporcionada del salario mínimo, el incremento alocado del gasto público, la despreocupación por el gigantesco déficit fiscal, la indiferencia ante la caída de la productividad, las contrarreformas laboral y previsional, la abulia ante el crecimiento de la deuda pública y un larguísimo etcétera. 

Al mismo tiempo, día sí y otro también, los comunistas en el gobierno complican las oportunidades de empleo a través de gravosas regulaciones sobre todo tipo de sectores económicos. Por caso, el ataque a la ganadería, las regulaciones sobre contenidos de azúcar y sal en los alimentos, la ampliación a tres años de las garantías, el mayor control sobre las casas de apuestas, la prohibición de explotar el gas y el petróleo que hay en España, entre tantas otras.

No conformes con lo anterior, son casi cotidianos los ataques al derecho de propiedad, un derecho humano fundamental sobre el que se fundamenta la posibilidad de prosperar. Ejemplos de esto son la intervención de los contratos de alquiler y la confiscación a las empresas petroleras. 

España es como un equipo de fútbol al que le expulsaron al entrenador y dos jugadores en el minuto 5 del partido y que tiene un lateral derecho que no juega muy bien. El problema no es el lateral derecho, nuestro drama es que estamos jugando con nueve que, para peor, carecen de las indicaciones del míster. Como es claro, el entrenador que no tenemos es un presidente de gobierno mínimamente confiable, que al menos no mienta. Los dos jugadores que nos hizo expulsar el sanchismo-leninismo son una política económica coherente y un equipo económico a la altura de su responsabilidad.

¿Política económica coherente con qué? Con el artículo 135 de la Constitución (cuentas públicas en orden), con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (déficit fiscal inferior al 3% del PIB, deuda pública de menos del 60%) y con el hecho elemental de que para reducir la pobreza y aumentar el bienestar no hay otro camino más que crear riqueza.

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