New Balance rechaza el libre comercio y apoya a Trump porque no puede competir con Adidas o Nike

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Zapatillas de la marca New Balance Foto. Getty)
María Villardón

En la construcción de una imagen de marca se invierte mucho tiempo, pero muy poco en hacerla caer. Podríamos decir que esta frase se ajusta bastante a la realidad que New Balance está atravesando en los últimos días. Una entrevista del vicepresidente, Matt LeBretton, apoyando las premisas comerciales de Donald Trump con respecto al TPP han levantado las iras de los clientes de las zapatillas de medio mundo. El nuevo presidente electo por los americanos quiere matar el acuerdo Trans-Pacífico firmado por su antecesor.

New Balance nunca ocultó su postura contraria al Acuerdo TPP que firmó Barack Obama con otros doce países en 2008, entre los que están México, Japón o Vietnam. Desde ese mismo instante el sector de las zapatillas quedó dividido en dos, los que apoyaban el pacto comercial y los que no. Entre éstos últimos estaba la marca con sede en Boston, no veía justo el hecho de que otras marcas no tuvieran que pagar aranceles para entrar en suelo norteamericano.

La firma de calzado ha sido una luchadora nata contra  los acuerdos de libre comercio desde hace muchos años. Fabrica más de 4 millones de pares de zapatillas cada año en sus cinco fábricas en Massachusetts y Maine que emplean a unas 1.500 personas. Con Trump y su rechazo frontal con el TPP, que abarca el 40% de la economía mundial, es un punto del programa del multimillonario que ha corrido como a pólvora en todos sus mítines políticos.

El republicano cree que este proyecto junto a los países firmantes contribuye a la pérdida de empleos en EEUU, una creencia que le ha llevado a comprometerse a tumbar e convenido en el Senado en el mes de febrero, solo un mes después de entrar en la Casa Blanca. Desde New Balance consideran que este tratado les pone en una situación de desventaja con respecto a Nike o Adidas, por ejemplo, porque ellos sí que fabrican gran parte de su producto en suelo americano.

“Obama ha hecho oídos sordos de nuestras peticiones y la verdad, con Trump consideramos que las cosas se van a mover en la dirección correcta”, decía en Wall Street Journal el portavoz de New Balance. Se desataba la guerra, miles de clientes comenzaban a quemar sus zapatillas y a mostrarlo en las redes sociales. La multinacional centenaria no tuvo más remedio que salir al quite si no quería que las consecuencias de las palabras de LeBretton les costara, no solo la fidelidad de sus compradores, sino sus acuerdos comerciales en el mundo del fútbol. Aquí en España New Balance está negociando con el Athletic de Bilbao para vestir a su plantilla de arriba abajo.

Obama, consideran, ha estado intentado contentar a todo el mundo, y eso, alegan, es imposible. El presidente quería fomentar la creación de millones de empleos de calidad y a la vez, explican, poner en jaque a las empresas estadounidenses abriendo el libre comercio para otros países que no pagaban aranceles. Algunos distribuidores y minoristas, obviamente, están a favor de la eliminación de barreras comerciales porque los aranceles encarecen el precio, según sus datos, hasta un 70%.

Desde New Balance defienden que ellos son “la única gran empresa que todavía fabrica las zapatillas en los Estados Unidos y queremos seguir haciendo más, no menos”. En la misma línea, justificándose alegan que su marca apoyó públicamente “las posiciones comerciales de Hillary Clinton, Bernie Sanders y Donald Trump” antes de los comicios porque se “centraban en la creación de empleo en EEUU”.

Pero los enanos le crecieron a los de New Balance, aprovechando a polémica un grupo neonazi ponía una piedra más en la polémica de la última semana, afirmaban que las zapatillas de Boston solamente debía calzarlas el hombre blanco. Una china más en las zapatillas que el mundo entero tiene en su guardarropa, ahora queda esperar el impacto económico para saber cómo van a seguir caminando as New Balance tras el efecto Trump.

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