Junta de accionistas de Banco Popular: Nunca tantos, pintaron tan poco
Había tanta expectación que por primera vez en mucho tiempo la junta de accionistas de un banco se convertía en un auténtico espectáculo. Tras una faena de aliño por parte de Roberto Higuera, el vicepresidente más antiguo del Banco Popular, breve y técnica que no duró ni media hora comenzó la jarana. Si somos estrictos antes, pues arrancaba Higuera muy ufano su alocución agradeciendo los servicios prestados por Ángel Ron, lo que ya soliviantó a los asistentes que venían de por sí calentitos. Más cuando Ron decidió unilateralmente que sólo atendería hace dos semanas las preguntas de los periodistas pero que ya no daría más explicaciones a nadie y por supuesto no pediría ninguna disculpa.
Para que se hagan una idea, 26 personas han pedido el turno de palabra en la Junta, algo que se ha hecho pesado incluso para los más aficionados. 4 horas han durado las intervenciones y sus consiguientes respuestas, muchas de ellas reiterativas pero trufadas de insultos, aplausos, abucheos, risas a veces, maldiciones incluidas en el recinto ferial Ifema de Madrid en el que no cabía un alfiler.
Cierto es que sólo había allí representados el 51% del capital pero son los más ruidosos y sobre todo, los que menos medios tienen de reivindicar sus derechos con cargo al pataleo.
Muchos han optado por la ironía y han calificado a Ron como un ángel saliente o ángel exterminador y confiando en que el flamante presidente Saracho no sea un ángel liquidador, llegándole a preguntar algún accionista si de verdad se quiere meter en el lío de sacar adelante el Popular.
Tres tipos de accionistas han participado; los sentimentales, los técnicos y los furiosos. Muchos han recordado la herencia recibida por los copresidentes Luis y Javier Valls-Taberner así como Rafael Termes y que por este motivo se metieron en el Popu, buscaban rentabilidad y tranquilidad y se han encontrado justo lo contrario. Por mucho que Higuera, que te has caído de tu apellido le dijeron entre risas, quisiera en un gesto honroso defender a quien le precedió en el cargo.
Lo más grave de los furiosos es que han pedido responsabilidad penal, civil y moral, aunque las dos primeras ahora te pueden llevar por un camino tortuoso. Está muy de moda llevar a la cárcel a directivos.
Los que optaron por el humor pidieron que a Ron y a todo el consejo se les pague con acciones del banco o con la evolución que van a tener los títulos. Lo que produjo las risas entre el público ante un Consejo de Administración débil que como se les recordó, fueron responsables de que esta situación haya durado demasiado tiempo.
El peor presidente de la historia, nos ha arruinado a todos, que se haga una auditoría eran solicitudes recurrentes en los participantes que pedían la vez para hablar como si de la fila del mercado se tratara. La peor empresa del Ibex, ya somos bono basura eran sólo comentarios que reflejan una cruda realidad: las acciones del banco han caído en los últimos años un 91% y realmente el valor del título en la actualidad si descontamos el contrasplit realizado ascienden a 0,17 céntimos de euro. No da ni para un café, dijo con sorna uno de los accionistas cabreados.
Quizá la intervención más profunda haya sido la de Félix Revuelta. El presidente y fundador de Naturhouse confesó haber invertido en la empresa un total de 60 millones de euros desde el año 2004. Hagan cálculos de lo que ha perdido este hombre.
Manuel Quiroga, otro accionista llevó las lágrimas a los asistentes al recordar cómo su padre había dejado a sus hijos en herencia 3 millones de euros que ahora valen 122.000 euros que se apuesta sin dudarlo a crear junto a Manuel Arias, una asociación de accionistas para evitar que el bancazo que decía el CEO que es Popu (Larena) no se convierta en un banquillo a la deriva.
José Luis Tejero o el señor Galeote fueron otros accionistas que hablaron de cómo el Consejo actual es el mismo que ha permitido todo estos desmanes por lo que deberían irse.
A las 15.30 hora zulú concluía este martirio chino para los consejeros. Ahora arranca el gran desafío para el nuevo presidente de ofrecer no respuesta sino resultados a las lógicas demandas de quienes han visto dilapidar el valor de sus títulos. Podrá Saracho, un profesional de prestigio en el sector, cumplir con el reto?