El Gobierno insiste en subir las pensiones un 8,5%

La inflación subyacente no da tregua: sube una décima hasta el 6,3% y pone suelo a la bajada del IPC

Inflación IPC
Inflación IPC

La inflación subyacente, que descuenta los costes de los alimentos sin elaborar y de la energía, se resiste a ceder, subió una décima en noviembre hasta el 6,3%, a sólo cinco décimas del índice general del 6,8%, y marca un suelo al descenso de los precios en los próximos meses en el que confía el Gobierno pero que cada vez parece más improbable que se produzca. Esta resistencia a la baja indica que las tensiones inflacionistas se han filtrado al conjunto del sistema y que será más difícil combatirlas hasta que las subidas continuadas de los tipos de interés no ofrezcan resultados consistentes. Mañana, el Banco Central Europeo celebra su consejo para decidir sobre la política de normalización monetaria. Los mercados esperan que aumente los tipos de interés un 0,5%.

El desglose del Índice de Precios de Consumo de noviembre muestra que los grupos con una mayor repercusión al alza fueron el vestido y el calzado, con una variación mensual del 3,3%, como consecuencia del comienzo de la temporada de otoño-invierno. También cabe señalar la subida de los precios de la restauración. Es igualmente sorprendente el alza del transporte aéreo de pasajeros, de un 5,3%, atribuible a la carestía del combustible y el aumento de la demanda de viajes en este época del año.  En lo que respecta a otros productos que ya no contabilizan en la inflación subyacente, la leche, el queso y los huevos prosiguen su senda alcista, con un 3,3%, y comprar aceite y otro tipo de grasas fue un 6,6% más caro el mes pasado.

Si la inflación anual se ha reducido seis décimas el noviembre hasta situarse en el 6,8% se ha debido al intenso descenso del precio de la electricidad, del 14,6%, así como del coste del gasóleo de calefacción. Ambas rúbricas subieron intensamente en noviembre pasado y ello explica, por el llamado efecto base o de comparación en términos anuales, las caídas registradas en estos momentos.

Según Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económicos, «la inflación en España está dejando atrás los máximos del verano y la tendencia general es de clara desaceleración a pesar de la resistencia que ofrece la inflación subyacente». En su opinión, un factor fundamental que explica esta evolución relativamente positiva es que a lo largo de esta crisis los empresarios han evitado las practicas generalizadas del pasado, donde era habitual incurrir en la desaconsejable indiciación de la economía. «Esto no se está haciendo ahora y la consecuencia es que se está reduciendo la intensidad y duración del actual choque inflacionario, a la vez que está ayudando a mantener el empleo a pesar de la desaceleración de la actividad».

Pero esta lucha contra la indiciación de la economía, desaconsejada por todos los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el BCE, parece que sólo atañe al sector privado. De hecho, el Gobierno confirmó ayer su intención de subir las pensiones un 8,5% en 2023, así como elevar en la misma cuantía el Ingreso Mínimo Vital, lo que representará un coste superior a los 15.000 millones a lo largo del próximo ejercicio, y es un nivel de crecimiento superior al que ofrece la inflación en estos momentos. El Banco de España ha estimado que cada décima de incremento  de las pensiones implica un coste de 180 millones de euros. Usando esas estimaciones, el coste de la subida de las pensiones en un 8,5% rondaría los 15.300 millones de euros.

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