Análisis

General Electric: ¡bienvenidos al fin!

General Electric
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«Toma 20 años construir una reputación y 5 minutos arruinarla. Si piensas sobre ello, harás las cosas de forma diferente», Warren Buffett.

La función biológica de la razón es el preservar y promover la vida, y el retrasar su extinción todo lo que sea posible. Pensar y actuar no son cosas contrarias a la naturaleza; son, más bien, las características sobresalientes de la naturaleza del hombre y de la mujer. El cambio es la única cosa inmutable. Así que cambia de opinión, mantén tus principios; cambia tus hojas, mantén intactas tus raíces y no cambies la salud por la riqueza, ni la libertad por el poder. Al fin y al cabo, todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo. No lo olvidéis… las cosas no cambian; ¡cambiamos nosotros!

El Barón de Rothschild, fundador de una de las bancas privadas con más tradición del mundo, dominador absoluto del mundo en época medieval y especulador reconocido, tenía un maravilloso lema; «todo se reduce a comprar barato y vender caro». Esta frase es tan lógica y obvia como de difícil aplicación, puesto que a menudo lo que parece barato acaba resultando muy caro, y lo que parece muy caro termina siendo un maravilloso regalo.

Y hablando de regalos, General Electric arrancaba el siglo XXI como la empresa de mayor capitalización del mundo, en una Era en la que el desplome de las tecnológicas sembraba la semilla de la duda en las compañías de crecimiento y sentaba un precedente simple; las cosas tradicionales siempre tienen valor. Y con esta afirmación coronaban al imperio empresarial con más historia de los Estados Unidos por un larguísimo periodo de tiempo. Ejemplo del ingenio del país más creativo del mundo, ella, hija del genio Thomas Edison, rompería un legado más que centenario y se dividiría en tres empresas independientes mediante una operación de ‘spin off’ dedicadas a la sanidad, la energía y la aviación.

Esta decisión más que sorprendente es significativa, puesto que de alguna manera se encuadra en la confirmación absoluta acerca de que pasamos de la era de la industrialización, ¡a la fabulosa era digital! en la que lo tradicional empieza a ser concebido como lo digital y lo industrial, queda obsoleto. Larry Culp, director ejecutivo de GE, lleva años preparando esta idea, puesto que sus primeras decisiones para evitar que General Electric entrara en quiebra, supusieron la audacia de soltar la mochila y comprender que en el mundo de la gestión empresarial a veces menos, es más. Desengancharse del lastre de la división financiera era muy necesario, y simplificar la compañía en sus divisiones más rentables, también. General Electric pasó a liderar la avanzada industria del ‘new deal’ americano, un ciclo en el que las compañías presumían de su tamaño en función de la capacidad que tenían de expandirse en diferentes industrias.

Los grandes conglomerados se asentaban como empresas tan diversificadas, que eran un auténtico búnker antirrecesión para sus accionistas. Sin embargo, el fin del legado de General Electric tiene en parte su concordancia en lo que significa Apple; hacer pocas cosas rozando siempre la excelencia, y crear un monopolio del consumidor a través de un marketing audaz y seductor que convierta los productos en deseo y el deseo en unos márgenes descomunales. La transición no deja de ser irónica, puesto que aunque entiendo simbólica la operación de General Electric, no deja de ser significativo que de alguna manera el testimonio del mito que todos hemos estudiado en las universidades, Thomas Edison, da el testigo definitivo al resultado de la leyenda de nuestra época, Mr. Steve Jobs, pasando de General Electric a Apple, con todo lo que de ello se deriva.

¡Renovarse o morir! como aviso para navegantes. Las compañías no crecen eternamente señores, participan del ciclo vital y perduran con fecha de caducidad, algo de lo que la composición del Dow Jones 30 a lo largo de su historia, da fe. Y es por eso que la lección que General Electric nos regala es sumamente importante, puesto que a veces pensar que una marca legendaria está barata por el mero hecho de haber caído en bolsa un -70%, es un craso error y una trampa de valor mortal. Así que si bien podría hacer broma fácil diciendo aquello de que a General Electric se le apagó la luz, debo confesarles que miro con especial fruición la deriva en la transformación industrial de los grandes conglomerados, puesto que apuesto que la decisión de General Electric será secundada por Toshiba, y Johnson&Johnson, que parecen haberse puesto de acuerdo en el anuncio del ‘spin off’ demostrando al mundo que las decisiones, cuanto menos reguladas y más simplificadas ¡mucho mejor! La clase política debería aplicarse el cuento…

20 años para construir una reputación, que podemos arruinar en 5 minutos. Ciertamente injusto, pero la peor forma de injusticia es la justicia simulada. Eso los traders lo llevamos siempre al límite, puesto que la determinación de decidir es menos importante que la disciplina de comprender que vivimos de gestionar a cada segundo nuestros riesgos. Dicho todo lo cual, la lección que nos otorga General Electric es muy clara; nada dura eternamente y la arrogancia de mirar por encima del hombro a los que aprietan desde abajo, suele ser un primer síntoma de debilidad. Bienvenidos a la nueva era, ¡bienvenidos al fin de los grandes conglomerados!

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