Descuentan que Sánchez volverá a gobernar

Los empresarios prefieren una prórroga de los presupuestos: habrá menos gasto público y no más impuestos

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Antonio Garamendi

Una vez visto el resultado electoral del 23 de julio pasado, los empresarios están resignados a seguir malviviendo, pero relativamente contentos de que con la incertidumbre sobre cuándo se producirá una investidura exitosa y convencidos de que Sánchez repetirá como presidente, no haya más remedio que prorrogar los actuales presupuestos generales y que pasen unos meses hasta que estén elaboradas unas nuevas cuentas del Estado, probablemente muy entrado el año próximo. «Preferimos la continuidad, que sigamos como hasta ahora, antes que tener unos presupuestos peores que los actuales. Así tendríamos asegurado que durante un tiempo no aumentará más el gasto público ni se subirán o aprobarán nuevos impuestos. No es un escenario ideal, pero es el mejor de los posibles», coinciden varios grandes empresarios consultados por OKDIARO.

A su juicio, esta legislatura ha sido aciaga, por la intensa subida de las cotizaciones sociales, el aumento del Impuesto de Sociedades, la creación de nuevas figuras tributarias extraordinarias para gravar a las compañías eléctricas o la banca y la persecución implacable de la figura del empresario. Albergan la seguridad, más que presunción, de que «otro Gobierno de Sánchez vuelva a cometer los mismos errores, pero una tregua durante un tiempo nos da un respiro, aunque sea una suerte de espejismo».

La prórroga de los presupuestos impide de hecho al nuevo Ejecutivo adoptar iniciativas legislativas de calado, «aunque ya sabemos que esto es una suerte de espejismo»: ayer mismo la todavía vicepresidenta y ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, admitió que puede incrementarse el impuesto sobre la banca según evolucione la situación económica o se comporten los beneficios de las entidades financieras.

Calviño aseguró el pasado jueves que no le preocupa prorrogar los presupuestos de este año «porque son muy positivos y hay que seguir canalizando los fondos europeos», cuya gestión sigue siendo investigada por el Parlamento, ha sido objeto de denuncias de varias compañías y de particulares por su irregular puesta en marcha e igualmente su implementación ha sido cuestionada por la propia Comisión Europea.

La posición de los empresarios sobre los presupuestos es radicalmente contraria a la de Calviño. Aunque creen que la incertidumbre generada por la ausencia de un nuevo Gobierno -que puede prolongarse durante algunos meses-  va a retraer tanto la inversión doméstica como la afluencia de capital internacional y quizá contribuya a alimentar la inflación, si no se puede prorrogar el esquema de ayudas para combatirla con las rebajas del IVA así como las diferentes subvenciones diversas a algunos sectores de actividad, en cambio «puede ayudar a la consolidación fiscal -una cierta mejora del déficit público- en la medida en que va a haber menos gasto y nos va a ahorrar por un tiempo nuevas subidas de impuestos», indican los medios consultados.

El parte de guerra

El parte de guerra de los empresarios sobre lo sucedido a lo largo de la legislatura, y sobre todo durante el último año, es muy doloroso. La cifra de negocio de las empresas lleva tres meses consecutivos cayendo, la subida de los tipos de interés ha encarecido notablemente la financiación de las empresas, cada vez se contratan menos hipotecas, la temporada turística -una vez que se conozca el balance definitivo- va a ser peor de lo esperado, el empleo está dando muestras de agotamiento y hay muchas dudas sobre la llegada de nuevos fondos europeos y los criterios con los que se aplicarán, mientras los costes que soportan las compañías han vuelto a repuntar en lo que respecta a la energía y el combustible, así como la mano de obra, muy condicionada por el aumento del salario mínimo interprofesional y la receptividad de muchas compañías -particularmente las más grandes y sólidas- a las crecientes presiones sindicales en pos de una elevación de los sueldos.

En estas condiciones, sin embargo, «es mejor que no haya presupuestos a que haya presupuestos malos», insisten los fuentes citadas, que se temen lo peor en caso de que el Partido Socialista siga al frente del Gobierno acompañado por la alianza Frankestein más la colaboración de Junts per Cataluña. Es evidente que un Ejecutivo de estas características presionaría para elevar el gasto público, lo que exigiría nuevos impuestos, y el anuncio realizado el jueves por la ministra en funciones Calviño es un aviso de lo que nos espera.

La vicepresidenta del Gobierno en funciones ha confirmado los temores de la banca y ha abierto la puerta a prolongar el impuesto «extraordinario» al sector. La reacción del mismo en Bolsa fue inmediata el mismo día: se vino abajo, con descensos muy acusados, de entre el 3% y el 5%, según las entidades financieras, siendo el Banco Sabadell el más perjudicado. «No hay duda de que tienen pensado venir a por nosotros, a por las empresas, porque la única manera de aumentar el gasto público y a la vez ir ajustado el déficit presupuestario según las reglas de la UE, que entrarán en vigor el próximo año, va a ser aumentar los impuestos», indican los citados medios.

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