El consumo de bienes duraderos y la inversión de las empresas, camino del pozo de la recesión
La caída del consumo de las familias en la compra de vivienda, coches, muebles y electrodomésticos enciende una alarma que también se refleja en el comportamiento de las empresas. La caída de la inversión empresarial en maquinaria anuncia la antesala de una recesión.
La alerta más importante de que el consumo empieza a estar tocado es que por primera vez desde 2012, cuando comenzó la segunda recesión de la economía y se produjo la nueva subida del IVA, se ha desplomado el gasto en consumo de bienes duraderos. Es decir, el de los bienes que los ciudadanos compran cuando sienten que la economía y el empleo van bien.
Según los datos del INE, la adquisición de productos duraderos cayó en el mes de diciembre al -5,3% en tasa trimestral, frente al alza del 3,3% en el mismo periodo de hace un año. La tasa anual es también negativa por primera vez (-1,6%). Es el peor registro desde 2013. Se debe, sin duda, a que se ha acabado el consumo propiciado por el embalsamiento existente de dinero durante la crisis que ha salido a escena durante estos últimos años (incluyendo dinero ‘negro’) y, particularmente, al deterioro de la compra de electrodomésticos, muebles y, sobre todo, de coches. En este último supuesto, es la consecuencia de la entrada en vigor de los nuevos test de emisiones y del anuncio anticipado del Gobierno de los plazos para poner fin a los vehículos diesel y gasolina.
Este deterioro en la compra de bienes duraderos se mantiene en lo que va de año. Por ejemplo, las matriculaciones han caído un 8% en enero respecto al mismo mes de 2018. Y la mayor parte de los indicadores, incluido el empleo, señalan que la desaceleración se acentúa: la compra de vivienda ha decrecido al -0,2% cuando hace un año subía por encima del 23%; la industria no respira ante el devenir exportador; la gasolina sigue repuntando; lo mismo sucede con la luz; y, por si fuera poco, la llegada de turistas internacionales, que computan en la demanda exterior, sólo crecieron en enero un 2,2% frente al 5,1% en 2018.
En cuanto a la inversión, la formación bruta de capital fijo se situó en este último trimestre de 2018 en el -0,2% en tasa trimestral. Es el registro más bajo desde 2013 frente al 0,6% de crecimiento de hace un año. En tasa anual quedó en el 4,6% de crecimiento frente al 5,2% de hace 12 meses. El bajón se percibe más en la inversión en activos materiales (-1,9% trimestral en construcción de viviendas) y, sobre todo, preocupa las caídas del -1,7% y -7,8% trimestrales de la inversión en maquinaria y material de transporte.
Cae la confianza empresarial
La situación advierte de lo que va a venir ya que se trata de la necesaria inversión en bienes de reposición que las empresas necesitan hacer para incrementar la actividad productiva. Así, la confianza empresarial se ha situado ahora en el -1% frente al -0,4% del primer trimestre de 2018 y del 0,3% en 2017.
En todo caso, la mayoría de expertos reconoce que se ha atenuado el vigor del crecimiento de los últimos años. Bankia se pronuncia en esta línea. Las cifras que se conocerán después de las elecciones dirán si la desaceleración “es suave”, como aseguró una y otra vez Zapatero cuando la situación real era otra, o es más importante de lo que se pronostica y habría que tomar medidas urgentes.
Mientras, el Gobierno sostiene en sus informes que la economía crece de forma sólida. Para el Círculo de Empresarios, la convocatoria de elecciones anticipadas, la falta de Presupuestos y la inacción, el crecimiento del gasto público y, sobre todo la incertidumbre política, unido al necesario ajuste que tendrán que hacer las administraciones después de las fiestas electorales para ajustar sus compromisos de déficit a expensas de que pueda salir de las urnas un resultado de ingobernabilidad, pueden llevar a que 2019 sea un año perdido para la economía española con riesgos de una desaceleración grave. Esta entidad estima que el crecimiento estará por debajo del 2% frente a las previsiones del 2,2%.