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La cara B del juicio: el juez y el abogado de Orcel son clientes de Botín y los gritos del ‘Richal’

La cara B del juicio: el juez y el abogado de Orcel son clientes de Botín y los gritos del ‘Richal’
Ana Botín, a su llegada a los juzgados de Plaza de Castilla para el juicio por el fichaje fallido de Orcel.
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

El juicio que enfrentaba este miércoles a Ana Botín y Andrea Orcel ha tenido también sus anécdotas antes de ser suspendido para tratar de que declare en persona el presidente de UBS. Los enemigos íntimos, dos de los banqueros más poderosos del mundo -presidenta de Banco Santander ella, presidente del italiano Unicredit él-, al menos se han saludado al llegar a los juzgados de Plaza de Castilla en Madrid. Ahora bien, lo han hecho con absoluta frialdad -un escueto «buenos días»- y se han sentado en primera fila del salón de actos separados por cuatro asientos; la excusa del covid les ha venido muy bien.

El momento más gracioso ha llegado cuando el abogado de Orcel ha reconocido tener todos sus ahorros en el Banco Santander y no solo eso, sino ser accionista del banco por herencia de su padre y su abuelo. Tras esta confesión, el propio juez Javier Sánchez Beltrán también ha reconocido ser clientes del banco sonriendo de forma cómplice a Botín.

Este ‘compadreo’ del juez ha sido un poco excesivo, puesto que ha reconvenido al abogado del italiano, Álvaro Remón, por cortar las respuestas de la española alegando que no estaba contestando a lo que le había preguntado: «Deje usted acabar de responder a la señora Botín, quiero que los testigos se explayen, y ella no es la típica que se enrolla de forma cansina» (esto último con clara referencia al propio Remón, que se ha alargado durante más de hora y media en su interrogatorio con profusas introducciones y citas jurisprudenciales).

El juez ha insistido en varias ocasiones en que «yo creo que la señora Botín se ha explicado muy claramente, no hace falta insistir», por ejemplo. Hay que entender que para el titular del juzgado de primera instancia número 46 de Madrid, este juicio -en que se pide la mayor indemnización por despido de la historia de España- es su momento de gloria. Ahora bien, ha cometido un pecado original al llamarla a declarar: «Doña Patricia Botín», la ha nombrado. Como es sabido, desde que accedió a la presidencia, insiste en que se la llame Ana a secas, sin Patricia; y mucho menos solo Patricia.

El color también estaba fuera, como casi a diario en Plaza de Castilla. Con la pandemia, el aforo está limitado y los citados deben quedarse haciendo cola en la puerta. Y ahí se agolpaba el personal habitual: pequeños delincuentes, camellos, estafadores, acusadas de prostitución, etc.

Al salir a la calle tras la suspensión, Orcel -titular de una de las mayores fortunas de la banca- se ha encontrado con una conversación a gritos entre «el Ríchal» y «el Charly», a los que posteriormente se ha sumado «el Jonathan». Se ha despedido de sus abogados rápidamente y se ha marchado calle abajo por Bravo Murillo. Botín se ha podido marchar antes cuando ha terminado de declarar, aunque no sin dificultades para encontrar la salida.

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