Alemania prescindirá del carbón en 2030 y destinará el 2% de su suelo a energías renovables
Alemania avanza en su propósito de ser líder mundial en la protección del clima apostando por las renovables. Lo ha hecho con Angela Merkel de manera suave, reduciendo el año pasado sus emisiones de gases efecto invernadero en un 42,3 % con respecto a los niveles de 1990 y parece que se acelerará bajo el liderazgo de Olaf Scholz, con la coalición “semáforo” de socialdemócratas, ecologistas y liberales, pero con mayor ambición. Su objetivo: reducir el uso de energías fósiles y que, en 2030, el 80% de la energía del país proceda de renovables.
Para ello, en lugar del 0,8% actual, se reservará un 2% de su suelo en Alemania (700.000 hectáreas, lo que representa 1.400.000 campos de fútbol) para proyectos de energía renovable y facilitarán la burocracia en la concesión de permisos. Si bien, este objetivo es sólo una referencia “ideal”, según se lee en el contrato de coalición, donde no se cierra la posibilidad a que ese abandono ocurra algo más tarde.
En un principio, el objetivo que tenía el país para ese año era alcanzar el 65%, pero el Gobierno de coalición es más ambicioso. Anticipará la salida del carbón del país a 2030, en lugar de 2039. Conviene recordar que, actualmente, Alemania es el décimo país del mundo con mayor consumo de carbón y el primero en Europa.
El año pasado fue el primero en su historia en el que el país germano produjo más energía eólica que térmica.
El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Los Verdes y los liberales del FDP espera que, en 2045, Alemania sea declarado país “neutral” desde un punto de vista medioambiental. Van a potenciar el transporte en tren, reto que pasa por mayores inversiones en infraestructuras y maquinaria.
La polémica está en torno al 1,5 grados marcado por el Acuerdo de París, al que se limita el aumento de la temperatura del planeta respecto a los niveles preindustriales. La coalición “semáforo» habla de “la senda del 1,5 grados”. Julian Zuber, responsable de German Zero, una ONG de inspiración ecologista, se ha mostrado crítico aseverando que “Declaraciones de intenciones y palabras, por sí solas, no constituyen una política que lleve al respeto del objetivo del 1,5 grados. Hay mucho que aclarar”