Gran Premio de España

Verstappen canta las 40 y la fiesta española degenera en pesadilla

Verstappen
Verstappen liderando en Montmeló. (Getty)
Guillermo Sáez

La fiesta española se fue al garete en Montmeló. Max Verstappen dominó de principio a fin el Gran Premio de España para apuntarse su 40ª victoria en la Fórmula 1 en el Circuito de Cataluña, donde Carlos Sainz y Fernando Alonso sufrieron mucho por la falta de rendimiento de sus respectivos monoplazas. Se tuvieron que conformar con la quinta y la séptima posición, respectivamente, y tampoco encontraron ninguna ayuda del cielo, ya que no cayó ni una gota de lluvia. En el caso del asturiano, fue su peor resultado de la temporada.

Ese fue el triste final para la enorme fiesta que estaba viviendo la afición española en su carrera de casa. Comenzó el fin de semana con gritos de «¡33, 331» y finalizó con caras largas entre todos esos portadores de camisetas verdes y rojas. Ni Aston Martin ni Ferrari dieron con la tecla para rendir en carrera y se vieron ampliamente superados por Red Bull. Eso era previsible, pero nadie barruntaba el subidón de Mercedes, ese equipo carrusel que esta vez funcionó a todo trapo. Lewis Hamilton y George Russell subieron al podio.

La única opción de evitar otra paliza de Verstappen era que Sainz consiguiera inquietar al líder en la salida. Ni una grieta dejó el holandés. Se protegió sin problemas y se marchó disparado hacia un nuevo triunfo en este Mundial que amenaza con matar de aburrimiento demasiado pronto. El gran damnificado era Lando Norris, que salía tercero y perdía cualquier opción de soñar por un toque con Hamilton.

Se iniciaron tres carreras diferentes en función del protagonista observado: la de Verstappen contra el tedio, la de Sainz contra los pilotos de Mercedes y la de Alonso por meter codos con rivales a los que no estaba acostumbrado a medirse esta temporada, como Yuki Tsunoda. Después de epatar a propios y extraños durante todas las carreras de este año, el coche verde mostraba sus primeros síntomas de flaqueza. Ni 33, ni podio, ni nada de nada. Simplemente, el asturiano no tenía material para hacer magia.

La impotencia de Sainz

Por delante, su compatriota Sainz, al que se agarró cuando sonó el himno español antes de la carrera, tampoco podía resistir los ataques de Hamilton y Russell, que le superaba con relativa facilidad. Mercedes recordaba por momentos al equipo poderoso de no hace tanto tiempo y Ferrari volvía a empequeñecerse un fin de semana más. El panorama para la escudería italiana se oscurece con cada Gran Premio que pasa y el runrún sobre Frédéric Vasseur empieza a crecer. Bien sabe el francés que en Ferrari son de gatillo fácil…

La única pequeña alegría que pudo regalar Alonso a la afición español fue un adelantamiento sobre Esteban Ocon. Un bonito cachete a su ex compañero de equipo, con el que vivió una convivencia tan convulsa. Migajas. Sabrosas, pero migajas. A falta de 13 vueltas, Sergio Pérez, que arrancaba la prueba desde la undécima posición, también adelantaba a un impotente Sainz y dejaba el pescado completamente vendido.

De esta forma, los Red Bull y los Mercedes se repartían las cuatro primeras posiciones, recordando a épocas del Mundial que ya parecían superadas. Malas noticias para los españoles, inermes para hacer frente a unos rivales tan fornidos y cabizbajos por su falta de resultados en Montmeló. Tendrán su oportunidad de revancha dentro de dos semanas en el Gran Premio de Canadá.

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