Sprint Movistar
Han tenido un final brillante. Después de tantos meses de incertidumbre y nerviosismo, algo exagerado ― en palabras de Óscar Pereiro en la charla que mantuvo para El Rutómetro hace pocas semanas ― lo cierto es que, a fin de cuentas, el Movistar ha terminado la temporada a lo grande.
Desde la victoria mayestática de Gonzalo Serrano en el Tour of Britain, el triunfo de Iván García Cortina en el Gran Piamonte, y sobre todo, el espectacular remate final de Enric Mas ― vencedor en el Giro de Emilia y segundo en el último Monumento de la temporada, el Giro de Lombardía ―, durante los meses de septiembre y octubre el final de la temporada devino un endulzado postre, después de meses agrios y fríos en materia de victorias y alegrías.
Bien está lo que bien acaba, dice el refranero. Sin embargo, de los errores se sale fortalecido si uno se detiene a analizarlos y enmienda las equivocaciones cometidas. En ello parece que están los capitostes y cabezas pensantes telefónicas. Los temores vividos han tenido efectos inmediatos con las incorporaciones de reconocidos ciclistas como son Fernando Gaviria, Rubén Guerreiro e Iván Romeo, en quien hay depositadas grandes esperanzas.
Otro cantar es analizar qué ha tenido que suceder para haber sufrido una temporada tan desequilibrada. La dependencia de Valverde podría ser una de las causas. Parece como si, cuando se acercaba el anunciado fin de trayecto del murciano, se hubiera producido un liberación física y mental de quienes están en el equipo por méritos y calidad indiscutibles.
La culpa no es achacable a la persona de Alejandro, ni probablemente tampoco a los directores del equipo. El magnetismo de compartir autobús y maillot con una figura gigantesca de la historia del ciclismo, aún con los esfuerzos de Valverde en restarse importancia y ser un tipo sencillo y ejemplar, para quienes le han tenido de referencia e ídolo infantil, conociendo de su presente potencial e insaciable espíritu ganador, podría juzgarse como la razón del bloqueo intimidante, así como de este final de temporada apoteósico del Movistar.
No es más que una teoría para una situación realmente curiosa y desconcertante. Jugamos a psicólogos deportivos. La cuestión es una pregunta interesante. El desequilibrio, aparece equilibrado en el preestreno de una nueva era. En él, Enric Mas asume definitivamente el mando y lo hace con más seguridad y fuerza que nunca y, en su temporada más difícil, termina trasformado en la gran alegría del ciclismo español.