Rosberg duerme el subcampeonato en Brasil
El reloj de mi cocina marchaba a velocidad caracol mientras sonaba la sinfonía desafinada de monoplazas dando un desfile por Interlagos. Esta Fórmula 1 va más lenta, suena peor y no divierte ni al más fanático. Los grandes premios comienzan a tener el índice de fiabilidad de un teléfono chino: de cada 10 te sale uno bueno. El azar quisó castigarnos con otra carrera defectuosa. Un cielo cada vez más oscuro hizo amague de lluvia pero volvió a hacernos la del pastor mentiroso.
Tal desfile de moda fue liderado por Nico Rosberg evidenciando que en Mercedes está todo apalabrado. Asegurar el subcampeonato y en Abu Dhabi ya veremos. Así fue. No hubo ni un sobresalto o un giro de guión inesperado. Cómo en cualquier comedia romántica, tras el inicio, todo el mundo sabía cual iba a ser el desenlace. Nico venció, Hamilton le acompañó y Vettel completó el podio más repetido del año. Carrera dirigida por Hugh Grant.
Bottas puso algo de picante cual ‘femme fattale’ que quiere robarle el chico a la protagonista. A Kimi Raikkonen casi le vuelve a quitar la paciencia. Coqueteó con el muro en la salida para acabar pegado a su difusor apunto de darle un ‘besito’. El de Ferrari le hizo la ‘cobra’ a la perfección y se marchó en soledad a dar vueltas sobre Interlagos. En el Mundial, por lo tanto, Kimi se queda a 1 punto de Bottas. Abu Dhabi decidirá la afrenta finlandesa.
El resto de guerrillas tuvieron la importancia de las verduras en un cocido. Están ahí, porque tienen que estar, pero en realidad, no gustan a casi nadie. Dan un colorido necesario, eso sí. Para que se hagan una idea, los 8 primeros puestos no alteraron el orden del sábado. El imposible Mónaco hubiera sido más divertido. Ricciardo y Pérez fuera de los puntos; Grosjean, dentro. Eso es lo más destacable, y estoy siendo generoso. Verstappen, décimo. Un punto y un abandono se lleva Toro Rosso de Brasil. Que le pregunten a Sainz…
Su máquina ‘rossa’ enfiló el pit lane para probar una salida antes de colocarse en parrilla de salida. La sorpresa fue que el Toro Rosso no obedeció a su amo. Aunque, bueno, a estas alturas de la película, más que sorpresa es un clásico. Seguro que más de uno se vino arriba desde el sofá de su casa con un “Carlos, trata de arrancarlo”. Su regreso al box e intento de salir fue el peor farol de una Toro Rosso que no sabe jugar al póker. El mal fario que siempre acompañó a su padre parece ser cosa de genética. Enésimo problema mecánico para ‘Matador Jr.’ que últimamente sale siempre a torear sin capote, muleta, ni estoque.
Otro que marcha sin espada es ‘Samurái’ Alonso. La tartana del MP4-30 ni tiene potencia, ni tracciona mejor, ni cuida mejor los neumáticos, ni ahorra combustible… La lista de aspectos negativos es interminable para definir a tal espectro mecánico. Un espejismo le colocó en sexta posición con media parrilla en boxes. Paró un par de giros después para retornar a la dolorosa realidad más allá del 15º. El pasar de ricos a pobres está siendo dramático. Por lo menos a él y a Button les sonrío la fiabilidad del motor Honda. No les dejó tirados y eso ya es noticia.
Abu Dhabi se dibuja como un vulgar espejismo para el fin de fiesta de una infausta temporada. Sólo Ferrari ha puesto colorante a un 2015 que, gracias a Dios, llega a su fin. No esperen un 2016 muy diferente. Si acaso en 2017 podrá alguien volver a quedarse afónico viendo la Fórmula 1. Aunque tal vez Honda…