EL TIBURÓN YA LLEVA 22 OROS Y 26 MEDALLAS EN SU CARRERA OLÍMPICA

Michael Phelps no es de este mundo: cuarto oro en Río tras arrollar en 200 estilos

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Michael Phelps celebra su cuarto oro en Río. (Getty)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Michael Phelps es el más grande. Es imbatible. Es leyenda. No es de este mundo. Michael Phelps es un marciano que se disfraza de nadador norteamericano cuando se tira a la piscina. Michael Phelps es la perfección acuática. Su cuarto oro en Río, a sus 31 años y con la historia ya labrada brazada a brazada, demuestra que El Tiburón no ha perdido el apetito.

Michael Phelps y Ryan Lochte, amigos, competidores y residentes en USA, se están zampando unos espagueti con tomate en la bañera de contrastes antes de su último duelo. “Una última vez. 12 años”, escribía en su cuenta de twitter el nadador de Nueva York. Ambos han escrito grandes páginas en los Juegos –Ryan, siempre a la sombra del gran Michael, suma 12 medallas olímpicas– están a punto de medirse en duelo en unos 200 estilos, el último baile, el que va a consagrar otra vez a Phelps como el único nadador de la historia que ha ganado una misma prueba en cuatro Juegos seguidos.

El Tiburón, el que no es de este mundo, levantó sus cuatro dedos de su mano izquierda cuando tocó la pared, con su medalla número vigesimosexta, la vigesimosegunda de oro. Si Phelps fuera un país, sería el tercero en el podio de la natación olímpica, sólo superado por Estados Unidos y Australia.

Lochte sonreía de pie mientras Phelps se mantenía sentado, en su posición fija de boxeador, obediente con su ritual de un genio lleno de manías, como un Rafa Nadal de la piscina. El Tiburón ya olía sangre en el agua. Phelps y Lochte rivalizaron los primeros 100 metros. En las postas de mariposa y espalda, la especialidad de uno y de otro, Lochte tocó primero con un tiempo de 53.44, por 53.45 de Phelps.

Tras el viraje, Phelps aceleró. Tocó primero, destacado, después de nadar una soberbia braza y se fue directo a su cuarto oro en estos Juegos, con un tiempo del Phelps de la mejor época (1:54.66). Lochte, quinto, ni subió al podio que completaron el nipón Hagino y el chino Wang.

Los últimos 100 metros de Phelps demuestran que ha llegado a Río en su madurez deportiva con la explosividad de siempre. El Tiburón fue el más rápido en la posta final con un tiempo de 27.70 al final de la prueba. Insuperable, indomable, insaciable, inapelable, incomparable e irrepetible Phelps, que va camino de lograr seis oros en los Juegos de su despedida.

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