Leo Messi, el alcalde de Liga
Leo Messi sí quiere ganar la Liga y también remontar en la Champions. El Barcelona selló un triunfo brillante e intimidatorio (5-0) ante un Celta que jugó contra natura –sin balón y corriendo sin sentido de un lado a otro– en el Camp Nou. Los aficionados azulgrana vieron a su equipo marcar cuatro goles en apenas 60 minutos y sueñan con la machada el próximo miércoles ante el Paris Saint Germain.
El Barça tenía claro que debía mandar un mensaje y desde el primer minuto buscó marcar el tempo del partido. Luis Enrique, una vez anunciada su marcha, sacó un once de su máxima confianza incluyendo a su amado Rafinha y al castigado por la directiva Rakitic. Con ellos en el campo y con la MSN presionando y corriendo, los culés cambiaron su semblante de las últimas semanas para jugar lúcidos y eléctricos.
Messi y Neymar avisaron en el minuto 13 de que a la mínima iban a castigar a la zaga gallega. Los dos se combinaron en una cadena de paredes para que Sergio desbaratara un tiro ajustado del argentino. Cinco minutos después, Luis Suárez superaba en pleno a la defensa visitante con un autopase y su mano a mano lo estrelló en el poste. Para más inri, el rechace cayó en los pies de Messi, que volvió a colocar el balón en el poste.
Tanto fue el cántaro a la fuente que al final la cuenta se abrió. Roncaglia salió inocente a encimar a Messi en la medular permitiendo que el argentino se diera la vuelta y viera el panorama. La defensa del Celta estaba descolocada y Leo supo hacia donde avanzar con una velocidad extrema llegando a la frontal. Allí, el 10 definió con un disparo raso ajustado al palo ante el que Sergio no pudo hacer nada.
El Celta tuvo en las botas del hombre que falló en el primer gol la oportunidad de reengancharse al encuentro. En un balón parado, el Barça no fue capaz de achicar una serie de rechaces cayendo el balón en Roncaglia, que remató fuera por milímetros.
La veda, sin embargo, ya estaba hecha. El Barça disfrutaba de sus mejores minutos de la temporada desaprovechando un rosario de ocasiones. Pero tarde o temprano tendría que llegar la sentencia y quien mejor que un Neymar que se reconcilió con el jogo bonito anotando una obra de arte de vaselina justo antes del descanso.
El Barça, al igual que el Camp Nou, parecían liberados de sus cadenas. Quizá la renuncia de un Luis Enrique –homenajeado con cánticos por el público– provocó que los culés exhibieran su mejor versión de lo que va de temporada dejando pistas de que todo el mundo cree en la remontada. «Sí se puede, sí se puede», cantó el estadio azulgrana.
Messi, desatado ante el Celta
La segunda parte trajo un carrusel de goles y de fútbol liderado por Leo Messi. El argentino hizo lo qué quiso, cuándo quiso y cómo quiso para seguir avivando las esperanzas culés, aunque también hubo un pequeño lunar con el tanto del 3-0 de Rakitic en claro fuera de juego. El cuatro veces Balón de Oro regaló a Umtiti su primer gol como azulgrana tras hacer un slalom espectacular por línea de fondo, mientras que en el quinto se lo guisó y se lo comió un Messi que podría ser alcalde de Barcelona si así quisiese por decreto popular.
El Celta tuvo hasta mala suerte para encontrar el gol del honor. Ni Aspas ni Wass supieron aprovechar sendas ocasiones claras ante Ter Stegen. Para contrarrestar Luis Suárez tuvo su día más aciago con el gol en lo que quizá fue la única mala noticia para los azulgrana. El uruguayo buscó a la desesperada incrementar la goleada, pero la defensa celtiña supo como neutralizarle.
El Barça, sin embargo, puede tener motivos para la esperanza tanto en Liga como en Champions. El equipo estaba muerto hace escasas semanas, pero Leo Messi se ha encargado de dar la vuelta a la situación con su tremenda calidad y haciendo creer a sus compañeros que todo es posible.