Rompió dos meses de sequía goleadora en el momento justo

El doble premio del gol 20 de Luis Suárez: vale media Liga y un plus en su contrato

El Atlético roza el título gracias a los 20 goles de Luis Suárez, el fichaje más decisivo del Campeonato

Simeone: "Llegó rebelde y con ganas de demostrar que seguía vivo desde el primer día"

luis suarez
Luis Suárez celebra el 2-1 del Atlético ante Osasuna. (AFP)
Tomeu Maura
  • Tomeu Maura
  • Redactor jefe de Deportes en OKBaleares, 40 años en la profesión cumplidos en 2023 tras más de media vida en El Mundo

Ni Hazard, ni Messi. Ni Benzema ni Griezmann. El jugador más decisivo del Campeonato es un tipo de 34 años que llegó al Atlético regalado por el Barcelona y con la sospecha de que sus rodillas no responderían. Y, no, Luis Suárez no está para ganarle una carrera a ningún central, pero con su astucia y su veteranía es más que suficiente. 20 goles han llevado la firma del uruguayo, el último decisivo ante Osasuna. Queda un solo partido y al líder por lo menos le hará falta un gol más. ¿Será también de Suárez? Sería el colofón perfecto para escribir una historia que pasará a los anales de la Liga. El canto del cisne de un goleador despreciado que se empeñó en demostrar que podía seguir siendo útil y que no sólo superó todas las expectativas, sino que se ha ganado un lugar preferente en la cosmogonía rojiblanca sea cual sea el resultado de la última jornada.

«Luis es un jugador extraordinario. Vino con una rebeldía y con unas ganas de mostrar vigencia desde el primer día. Es verdad que estaba alejado del gol, pero siempre estuvo ahí. Quién mejor que él para resolver un partido que se empezaba a ir». Simeone le rinde pleitesía a Luis Suárez, pero es comprensible. Ha necesitado siete años para encontrar un sustituto de la mejor versión de Diego Costa, la que le llevó al título de Liga de la temporada 2013-14 gracias a los 27 goles del brasileño. Su dolorosa marcha al Chelsea de Mourinho abrió una herida que nadie pudo cicatrizar. Hasta que el pasado verano la llegada de Koeman al Barcelona provocó la inesperada salida del uruguayo.

Desde el momento en el que el Atlético tuvo conciencia de la posibilidad de fichar a Lucho comenzó a funcionar una maquinaria destinada exclusivamente a traerlo al Metropolitano. Y sorprendentemente se encontró con la colaboración de la directiva azulgrana, que no tuvo reparos en dar todas las facilidades del mundo para que el socio perfecto de Leo Messi recalara en el vestuario de un rival directo por la Liga, quizás creyendo que les estaba colocando un saldo. El probable título atlético se va a sostener en gran parte gracias a dos equivocaciones históricas: las de Real Madrid y Barcelona abriendo la puerta de salida a Marcos Llorente y Luis Suárez.

Cuando a Simeone le plantearon la opción del pistolero no dudó ni un solo instante. El club trazó de inmediato su plan ideal: colocar a Diego Costa y quedarse con Luis Suárez y Álvaro Morata como delanteros centro. Sin embargo nadie picó con el brasileño pese a que fue ofrecido en todos los mercados, y dado que la llegada del uruguayo era innegociable, no quedó más remedio que transigir con la salida de Morata, cedido a la Juventus con una opción de compra por el mismo precio que había pagado ese mismo verano el Atlético al Chelsea. Dos 9 veteranos y con problemas físicos evidentes no parecían ser la mejor solución para afrontar una temporada doblemente exigente con la amenaza del covid, pero no quedaba otra solución.

Paradójicamente el primer gol de la temporada lo marcó Diego Costa. Su cabezazo al Granada pareció revivir las mejores épocas del brasileño, que a fin de cuentas tampoco era tan veterano, pero ese mismo día Luis Suárez dejó su carta de presentación con un doblete en sólo 20 minutos sobre el campo y ahí empezó a escribirse el epitafio de Costa, que nunca pudo asimilar que estaba por detrás de su nuevo compañero de delantera. Pronto dejó de haber debate sobre quién debía ser el 9 titular y pronto fue muy evidente que Diego Costa ya nunca volvería a ser el de la primera etapa en el Atlético. Su salida en enero fue un alivio para todos. Empezando por Simeone, satisfecho por deshacerse de un jugador que no aceptaba su nuevo rol en el equipo.

Tras superar un positivo con covid contraído tras una concentración con la selección uruguaya, y convertido ya en el único delantero centro utilizable -Dembelé ha pasado desapercibido- comenzaron a caer uno tras otro los goles de Luis Suárez. Todo lo que remataba iba dentro de la portería. Goles en el último minuto, como en Vitoria o Eibar, goles de falta directa, como en Cádiz, goles de fantasía sin ángulo, como el que le marcó al Valencia en el Metropolitano…incluso goles al Real Madrid, la eterna bestia negra rojiblanca. Nadie podía parar a Suárez. El 21 de marzo, con 28 jornadas disputadas y tras marcarle al Alavés, sumaba ya 19 dianas. Competía por el pichichi.

Y fue entonces cuando de repente se apagó su magia. En la jornada 29 tropezó con Gil Manzano, que le mostró en Sevilla su quinta tarjeta amarilla. Un partido de suspensión que se convirtió en tres jornadas de ausencia porque enlazó con una inoportuna lesión muscular. Se perdió los choques ante Betis, Eibar y Huesca. Volvió en San Mamés, todavía renqueante y como suplente. Pasó desapercibido. En Elche tuvo más protagonismo, pero chocó con el VAR, que le anuló dos goles y echó para atrás un penalty que ya se preparaba para lanzar. Tampoco tuvo opción en el Camp Nou y su racha se prolongó a cinco partidos ante la Real Sociedad. Nunca había estado tanto tiempo sin marcar. Su esterilidad se convirtió en un grave problema para el Atlético. El equipo necesitaba sus goles.

«Luis es un líder, y es en estos momentos cuando se ve a los líderes». Simeone lanzó una profecía arriesgada el sábado en la rueda de prensa previa al partido ante Osasuna, pero sus oraciones se vieron recompensadas. No sin antes derramar lágrimas de sangre. Entre Herrera y el poste le amargaron la tarde a Suárez. Parecía que su maldición iba a prolongarse por lo menos una jornada más, pero como pronosticó su entrenador los jugadores como él siempre se guardan un as bajo la manga. En el minuto 88, con la Liga en manos del Real Madrid, apareció oculto en un lugar indefinido del área para rematar a la red un pase de Carrasco. Su gol número 20 lleva implícito un bonus económico que deberá pagar el Atlético, pero Gil Marín echará mano de la chequera con gusto porque puede que valga una Liga. Queda rematar la faena en Valladolid, pero el Atlético está en el camino correcto. Gracias a Luis Suárez. Gracias al goleador despreciado que quiso entonar el canto del cisne.

Tiene un año más de contrato con el Atlético, pero dispone de una cláusula que le permite decidir su futuro. Parece que se quedará en el Metropolitano, pero también es posible que le seduzca alguna de las ofertas que sin duda le llegarán tras su fantástica temporada. Se vaya o se quede su fichaje ha sido un acierto. Es el jugador del Campeonato. Con 34 años y con las rodillas medio rotas es el jugador del Campeonato. Se lo ha ganado con goles y con asistencias, como la que le dio a Correa ante la Real Sociedad. Quizás en el futuro en el Barcelona se lo piensen dos veces antes de dejar salir con tanta facilidad a una de sus insignias.

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