El Camp Nou se vacía
Cualquier aficionado del Barcelona con buena memoria siente escalofríos al escuchar los siguientes nombres: Fabio Rochemback, Samuel Okunowo, Philippe Christanval, Francesco Coco… Jugadores que pasaron con mucha pena y ninguna gloria por el Camp Nou y que formaban parte de la plantilla culé en la temporada 2001/02, un equipo anodino al mando de Carles Rexach que acabó vaciando el Camp Nou. Dos décadas después, la historia se repite.
En el último partido del equipo culé frente al Celta, la asistencia en el Camp Nou se limitó a 55.899 espectadores. Los grandes claros de asientos vacíos en las gradas hablaban de una afición que ha vuelto a dar la espalda a sus jugadores, después de una breve luna de miel que culminó con la goleada en el Santiago Bernabéu. Desde aquel sorprendente 0-4, el equipo ha practicado un juego tirando a pobre y la afición se ha vuelto a desenganchar.
Con todo, el duelo ante el club gallego aún supero con creces la histórica cifra de asistencia en el Barcelona-Alavés del pasado 30 de octubre, con el cadáver de Ronald Koeman todavía caliente: 37.278 aficionados. El Camp Nou, un enorme estadio que roza los 100.000 espectadores de aforo, no registraba una audiencia tan paupérrima desde noviembre de 2001, cuando un encuentro contra el Real Valladolid apenas congregó a 30.000 almas.
A falta de un último partido de Liga en el Camp Nou -contra el Villarreal el 22 de mayo-, la asistencia media de la presente temporada es de 61.000 espectadores, el peor dato desde el mencionado curso 2001-02, donde el dato no pasó de 59.000 espectadores. Datos parejos 20 años más tarde y sintomáticos del preocupante estado del club, que en los años dorados con Leo Messi casi siempre se movió en torno a los 75.000 espectadores y ocasionalmente incluso rozó los 80.000.
El Eintracht como síntoma
Dejando de lado estas cifras, que el Barça tiene un problema con su propio estadio quedó meridianamente claro en el fatídico partido contra el Eintracht alemán, que le eliminó de la Europa League con una goleada para delirio de decenas de miles de aficionados germanos vestidos con sus pertinentes camisetas blancas.
Aquel día, el club azulgrana fardó de asistencia en sus redes sociales y acabó borrando el mensaje víctima de su propio bochorno. El mes que viene empezarán las obras del futuro Spotify Camp Nou. Hará falta mucho más que un cambio de nombre para volver a seducir al aficionado culé.