La teoría de la conspiración sobre la DANA de la que todo el mundo habla: te vas a quedar sin palabras
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La reciente DANA ha tenido un impacto devastador en España, con un balance de 213 fallecidos, la mayoría en la Comunidad Valenciana, donde se han registrado 210 víctimas, además de dos en Castilla-La Mancha y una en Málaga, y en los últimos días ha surgido una teoría de la conspiración en redes sociales. Estas inundaciones han sido especialmente intensas en el este de España, dejando localidades enteras arrasadas y a miles de personas atrapadas. En algunas zonas, el volumen de lluvia fue tan extremo que en unas horas cayó lo equivalente a un año de precipitaciones, superando los 500 litros por metro cuadrado en ciertos puntos.
El fenómeno, denominado Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), es común en el Mediterráneo en otoño y se origina cuando masas de aire polar frío quedan aisladas a gran altitud y chocan con el aire cálido y húmedo del Mediterráneo, creando un ambiente de fuerte inestabilidad. Esta situación se puede prolongar durante varios días y está asociada con eventos extremos como tormentas y fuertes vientos. Aunque no todas las DANAs tienen consecuencias tan graves, ésta ha sido excepcional y se considera una de las más intensas del último siglo en la Comunidad Valenciana.
Teoría de la conspiración sobre la DANA
Circula en redes una teoría de la conspiración que sugiere que la DANA fue provocada deliberadamente mediante geoingeniería o incluso por Marruecos para afectar la temporada de naranjas. Sin embargo, esta afirmación carece de base científica. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) advirtió días antes sobre la DANA, lo cual evidencia que no surgió por sorpresa. A pesar de que algunos países aplican técnicas de modificación climática, como la siembra de nubes con yoduro de plata para aumentar la lluvia, sus efectos son limitados y no tienen capacidad para crear fenómenos extremos como una DANA.
La geoingeniería, en realidad, es un campo de estudio que explora formas de contrarrestar el calentamiento global, como reducir la radiación solar mediante la introducción de partículas en la atmósfera. Sin embargo, estas investigaciones están en etapas experimentales, y tanto el IPCC como la Comisión Europea consideran que esta tecnología, por ahora, no es viable para abordar el cambio climático, ya que podría implicar riesgos ambientales y sociales considerables.
Por otro lado, HAARP, un programa estadounidense de investigación atmosférica, no tiene la capacidad de manipular el clima, y mucho menos de provocar desastres de tal magnitud. HAARP envía ondas de radio hacia la ionosfera para estudiarla, pero esto no afecta las capas más bajas de la atmósfera, donde se originan los fenómenos meteorológicos. En cuanto a las DANAs, se originan cuando una masa de aire frío en altura se combina con el aire cálido y húmedo del Mediterráneo, lo cual genera fuertes tormentas. Este tipo de fenómenos es común en España, especialmente en la región mediterránea durante el otoño.
En resumen, la DANA fue un fenómeno natural, y ni la tecnología de modificación climática actual ni programas como HAARP pueden generar lluvias o alteraciones meteorológicas a gran escala.
Siembra de nubes
La siembra de nubes es una técnica que busca inducir la lluvia mediante la dispersión de sustancias químicas, como yoduro de plata, en las nubes. Esta práctica, utilizada desde hace décadas, se lleva a cabo mediante aviones o dispositivos en tierra que liberan estas partículas en el aire, aprovechando condiciones atmosféricas favorables para que actúen como núcleos de condensación. Alrededor de estas partículas se forman gotas de agua que, al agruparse, pueden precipitar en forma de lluvia o nieve, un proceso que imita de manera artificial el ciclo natural de formación de precipitaciones.
Se calcula que la siembra de nubes podría ser una herramienta útil para afrontar la escasez de agua y gestionar el clima en áreas propensas a la sequía. En estos casos, el aumento de las precipitaciones ayudaría a la recarga de acuíferos, la seguridad alimentaria y la revitalización de los ecosistemas. En algunas regiones, también se ha utilizado para reducir el tamaño del granizo y minimizar daños en cultivos, o para mejorar la visibilidad en aeropuertos al dispersar la niebla.
Sin embargo, la efectividad de la siembra de nubes es incierta y depende de diversos factores, como las condiciones atmosféricas, la cantidad y tipo de nucleadores empleados y la estructura de las nubes. Por ejemplo, un estudio de la Comisión Nacional de Zonas Áridas de México encontró que la siembra de nubes aumentó las precipitaciones en un 40% en zonas específicas. Por otro lado, una serie de experimentos realizados en Israel entre 1961 y 2020 no lograron resultados concluyentes y se abandonaron tras apenas un 1,8% de incremento en las lluvias. Estos resultados reflejan los límites de la técnica y la dificultad de generalizar sus efectos.
Además, el debate ético se centra en el papel de los seres humanos en la modificación climática intencionada. ¿Es apropiado interferir en el clima y, en caso afirmativo, cómo se gestionarán las posibles consecuencias?