La misteriosa historia detrás de las líneas de Nazca
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El mundo está repleto de elementos que fueron dejados en sus sitios por nuestros antepasados, varios de los cuales apenas estamos comenzando a comprender, y muchas veces ni siquiera tenemos conocimiento acerca de su existencia. Para ir paliando ello, en esta oportunidad vamos a detenernos en la riquísima historia de las líneas de Nazca, Perú.
Las líneas de Nazca es el nombre que se le da a una serie de geoglifos gigantes ubicados a unos 400 kilómetros al sur de la capital peruana, Lima, muy cerca de otra localidad famosa, Nazca, la que le otorga su denominación, y desde la cual se inician los recorridos turísticos que llevan a las líneas.
De cuándo son estos trazados
Estos trazados, que en su mayoría representan tanto a seres humanos como a animales, pertenecen a la cultura Nazca, que habitó aquella parte del actual territorio peruano durante aproximadamente ocho siglos, entre los años 200 a. C. y 600 d. C., según las investigaciones científicas.
Reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1994, los historiadores aún no tienen del todo claro cuál era el objetivo que perseguía la sociedad de Nazca al realizar estos grabados en el suelo, más allá del indudable asombro que causa a cualquiera que los visite.
Localizados más precisamente entre los valles de Palpa y Nazca, en la región peruana de Ica, estas líneas de Nazca tienen una extensión aproximada de 520 kilómetros cuadrados, lo que nos da una idea acerca de la gran cantidad de tiempo que puede haber llevado su desarrollo.
Descritas por primera vez por el conquistador Pedro Cieza de León en el año 1547, las líneas fueron “descubiertas” de nuevo en 1927, durante un relevamiento de la zona realizado por pilotos militares y civiles que querían conocer las condiciones del campo ante un eventual enfrentamiento armado.
Varias explicaciones
En los siguientes años, los arqueólogos Julio César Tello y Toribio Mejía Xesspe comenzaron la inspección del lugar, que rápidamente llamó la atención de la comunidad, con el historiador estadounidense John Rowe y el matemático Max Uhle entre sus adoradores.
Muchos coincidían, desde el inicio, en que se trata de una suerte de calendario gigantesco o, al menos, del detalle de una serie de eventos, algo así como una recopilación de la historia Nazca.
María Reiche, probablemente la persona que más hizo por proteger y entender las líneas de Nazca, siempre explicó que se trata de un calendario tanto lunar como solar, de los primeros astrónomos peruanos, gracias al cual podían predecir la época de lluvias y, por ende, planear sus cosechas.