Frases célebres de Antonio Machado
El poeta sevillano Antonio Machado, perteneciente a la Generación del 98. Nos ha dejado algunas frases célebres en su poesía. Veamos algunas de ellas.
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El poeta sevillano Antonio Machado, perteneciente a la Generación del 98, marcó un estilo muy personal dentro de la literatura mundial. Falleció en 1939 en Colliure (Francia) y nació en Sevilla en 1875.
Durante la Guerra Civil, se fue por diferentes ciudades, de Valencia a Barcelona y luego cruzó los Pirineos, donde murió. Nos ha dejado algunas frases célebres en su poesía. Veamos algunas de ellas.
Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas.
Converso con el hombre que siempre va conmigo. Quien habla solo, espera hablar con Dios un día.
Aprende a dudar y acabarás dudando de tu propia duda; de este modo premia Dios al escéptico y al creyente.
Cuatro principios a tener en cuenta: Lo contrario es también frecuente. No basta mover para renovar. No basta renovar para mejorar. No hay nada que sea absolutamente empeorable.
Hay dos clases de hombres: los que viven hablando de las virtudes y los que se limitan a tenerlas.
La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés.
Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer.
Poned atención: un corazón solitario no es un corazón.
Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien.
Todo lo que se ignora, se desprecia.
A quien nos justifica nuestra desconfianza llamamos enemigo, ladrón de una esperanza.
En preguntar lo que sabes el tiempo no has de perder… Y a preguntas sin respuesta ¿quién te podrá responder?
Tengo a mis amigos en mi soledad, cuando estoy con ellos, qué lejos están.
Nuestras horas son minutos cuando esperamos saber, y siglos cuando sabemos lo que se puede aprender.
Peor que ver la realidad negra, es el no verla.
Todo necio confunde valor y precio.
Los que están siempre de vuelta de todo son los que nunca han ido a ninguna parte.
La zona más rica de nuestras almas, desde luego la más extensa, es aquella que suele estar vedada al conocimiento por nuestro amor propio.
Nuestro español bosteza.
Nadie sabe ya lo que se sabe, aunque sepamos todos que lo que de todo hay quien sepa.
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