¿Cómo se llama el árbol del membrillo? El curioso nombre que muy pocos conocen


Vivimos rodeados de árboles, plantas y frutas que forman parte de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar en los nombres reales de estas especies que nos resultan tan familiares. ¿Cuántas veces hemos comido una fruta sin saber cómo se llama el árbol que la produce? Es algo más común de lo que creemos, y uno de los casos más curiosos es el del membrillo. Sí, ese fruto amarillo, aromático y algo rudo al tacto, que muchos recuerdan por las dulces compotas de la infancia o por su uso en recetas tradicionales. Pero… ¿sabes realmente cómo se llama el árbol del membrillo?
Antes de entrar de lleno en el nombre del árbol, conviene entender un poco la historia de esta fruta tan especial. El membrillo ha acompañado a la humanidad desde tiempos antiguos. Se cree que ya se cultivaba en la antigua Mesopotamia y que fue apreciado por griegos y romanos tanto por su aroma como por sus propiedades conservantes. En la mitología griega, el membrillo estaba relacionado con el amor y la fertilidad. Con los siglos,se expandió por Europa y Asia, siendo adoptado en distintas culturas como un ingrediente clave en dulces, mermeladas, postres e infusiones.
¿Cómo se llama el árbol del membrillo?
El nombre científico del árbol que da el membrillo es Cydonia oblonga. Así se le conoce formalmente en botánica. Sin embargo, en el lenguaje común, su nombre es membrillero. El membrillero pertenece a la familia de las rosáceas, la misma familia de árboles frutales que incluye al manzano y al peral.
De hecho, visualmente guarda cierto parecido con estos, sobre todo en sus hojas y flores. Alcanza una altura media de entre tres y seis metros, aunque puede crecer un poco más en condiciones favorables. Sus flores son blancas o ligeramente rosadas, y aparecen en primavera, anunciando la llegada de los frutos que madurarán en otoño.
Características
Es una especie muy resistente, capaz de adaptarse a distintos tipos de suelo, aunque prefiere los climas templados y los terrenos bien drenados. Requiere sol directo y no tolera muy bien las heladas fuertes, por lo que su cultivo se da con mayor éxito en zonas mediterráneas y templadas.
A nivel estético, el membrillero tiene un encanto particular. Su floración es delicada, sus hojas son suaves al tacto y su copa redondeada lo convierte en un árbol muy armónico. En otoño, cuando sus frutos maduran, se llena de ese color amarillo dorado tan característico del membrillo, ofreciendo un espectáculo visual, aromático y culinario.
Datos curiosos
El membrill, tiene una historia tan antigua como fascinante. Aunque hoy en día no es tan común en las cocinas modernas, fue una fruta muy valorada en civilizaciones como la griega, la romana y la persa.
De hecho, en la antigua Grecia se le asociaba con la diosa Afrodita y era símbolo de amor y fertilidad. Su relevancia en la cultura era tal, que algunos expertos creen que la famosa «manzana» que aparece en el mito del juicio de Paris, podría haber sido en realidad un membrillo.
A diferencia de otra frutas, no se suele comer crudo, ya que su pulpa es dura, áspera y muy ácida. Requiere cocción para volverse agradable al paladar, y al hacerlo se transforma por completo, liberando un aroma dulce y una textura suave que lo hace ideal para mermeladas, jaleas y postres tradicionales.
Otra curiosidad es su aroma: el membrillo desprende un perfume muy intenso incluso antes de madurar, y en el pasado, muchas personas lo usaban como ambientador natural en armarios y habitaciones. Bastaba con colocar uno o dos frutos frescos entre la ropa para perfumarla. Además, las semillas del membrillo tienen propiedades mucilaginosas, por lo que tradicionalmente se han hervido para preparar jarabes naturales que ayudan a calmar la tos y la irritación de garganta.
Por si fuera poco, el membrillo es rico en pectina, una fibra natural que facilita la elaboración de jaleas caseras sin necesidad de usar otros gelificantes. Este componente también es beneficioso para la digestión y la salud intestinal. A nivel nutricional, es una fruta baja en grasas, rica en potasio y antioxidantes, lo que la hace una opción saludable cuando se consume sin exceso de azúcar.
Saber que el árbol del membrillo se llama membrillero puede parecer un detalle menor, casi anecdótico. Pero en realidad, es una forma de reconectar con la naturaleza, con el lenguaje, y con la riqueza cultural que a veces damos por sentada. En cada nombre botánico o tradicional hay una historia, una etimología, una forma de ver el mundo.
El membrillero, un árbol discreto pero lleno de historia, merece su lugar en nuestra memoria colectiva. No sólo por el fruto delicioso que nos regala, sino porque representa ese tipo de saberes que no deberían perderse: los nombres, los usos, los recuerdos.