Adiós al WiFi que conocíamos: el próximo apagón no será de luz y así te va a afectar


En un mundo cada vez más digitalizado, donde el teletrabajo, el entretenimiento en streaming y las videollamadas forma parte de la rutina diaria, el WiFi se ha convertido en una infraestructura tan esencial como el agua o la electricidad. Sin embargo, lo que muchos no imaginan es que esta tecnología, que nos permite estar conectados en cualquier momento, podría enfrentar una crisis de capacidad en apenas cinco años. Lejos de mejorar como sería de esperar con los avances tecnológicos, la calidad de la señal podría empezar a deteriorarse. Y no se trata de una especulación alarmista, sino de una conclusión basada en simulaciones científicas recientes.
Un estudio realizado por CableLabs, una organización líder en investigación sobre telecomunicaciones, ha revelado un panorama preocupante sobre el futuro del WiFi. Mediante una simulación compleja, han analizado el impacto del aumento exponencial de dispositivos conectados en la red doméstica. Los resultados apuntan a un fenómeno que podríamos llamar «saturación silenciosa»: aunque sigamos contratando velocidades más altas, la calidad de la conexión podría disminuir por factores estructurales que hoy apenas se tienen en cuenta.
¿Qué está pasando con el WiFi?
La tecnología WiFi ha evolucionado a pasos agigantados en las últimas décadas. Desde las primeras conexiones que apenas superaban los 10 Mbps hasta los actuales estándares WiFi 6 y 6E, que prometen velocidades de gigabit y menor latencia, el progreso ha sido notable. Pero ese avance tecnológico no ha ido necesariamente acompañado de una planificación que contemple el crecimiento desbordado de dispositivos conectados en un mismo entorno. Y eso es, precisamente, lo que el estudio de CableLabs ha puesto sobre la mesa.
La investigación parte de una hipótesis realista: ¿qué pasará con la red inalámbrica en un edificio residencial dentro de cinco años si continúa la actual tendencia de consumo? Para responder a esta pregunta, los expertos simularon un edificio de 12 plantas, con una docena de apartamentos por piso. Se utilizó la banda de 6 GHz, una frecuencia relativamente nueva que promete mejorar la velocidad y reducir la congestión. Sin embargo, la simulación revela que incluso esta banda, que parecía una solución a los problemas de saturación, podría no ser suficiente.
Un futuro saturado de señales
El experimento realizado por CableLabs no fue improvisado. En su modelo, se asignaron canales y anchos de banda al azar para cada apartamento, imitando el comportamiento caótico y desordenado de las redes WiFi reales. Los investigadores también procuraron que los edificios cercanos no compartieran canales, lo que en teoría debería reducir las interferencias.
A partir de ahí, se analizaron los niveles de tráfico esperados para dentro de cinco años, considerando un número creciente de dispositivos conectados, como teléfonos, tablets, smart TVs, relojes inteligentes, electrodomésticos con IoT, cámaras de seguridad y asistentes de voz.
Los parámetros analizados fueron clave: latencia, pérdida de paquetes y calidad de la conexión durante los momentos de mayor actividad. Y las primeras conclusiones no fueron alentadoras. La red, tal como está diseñada actualmente, no parece estar preparada para absorber ese aumento constante de demanda.
Uno de los hallazgos más preocupantes del estudio es el incremento de la latencia, especialmente durante las horas pico de uso. CableLabs señala que un 30% de los edificios simulados presentaron un aumento de más de 10 milisegundos en la latencia unidireccional, lo que ya se considera un valor elevado para aplicaciones exigentes. Si bien a simple vista 10 milisegundos pueden parecer poco, en el ámbito digital es suficiente para generar retardo o «lag» en actividades donde cada fracción de segundo cuenta.
En paralelo, la pérdida de paquetes también aparece como un fenómeno creciente. Entre el 2% y el 5% de los datos enviados desde el router hacia los dispositivos podrían perderse durante la transmisión. Esto implicaría interrupciones más frecuentes, mala calidad en la reproducción de contenidos y un aumento en los tiempos de descarga.
¿Por qué ocurre esto?
La paradoja es evidente: se supone que cada generación de WiFi mejora las anteriores. Y es cierto que WiFi 6 y WiFi 6E ofrecen características técnicas superiores, como mayor capacidad, menor interferencia y eficiencia energética. Sin embargo, el problema no es la tecnología en sí, sino su uso masivo y desordenado.
Cada vez hay más dispositivos por hogar, más aplicaciones que requieren ancho de banda constante, y más demanda de conexiones simultáneas. Incluso si contratamos velocidades de fibra óptica de 1 Gbps, si nuestra red inalámbrica está saturada, no podremos disfrutar de ese ancho de banda completo.
La incorporación de la banda de 6 GHz se presentó como una solución para descongestionar las bandas tradicionales de 2,4 y 5 GHz. Su ventaja principal es que ofrece más canales, mayor ancho de banda y menos interferencias… por ahora. El problema es que, a medida que más dispositivos y routers empiecen a utilizar esta banda, también se irá saturando. El estudio muestra que, en contextos urbanos, ni siquiera la banda de 6 GHz será suficiente si no se implementan políticas más inteligentes de gestión de espectro y asignación de canales.
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