Loquillo congrega a más de 10.000 personas en su Barcelona natal

Loquillo
Loquillo en Barcelona (EFE).

Loquillo derrochó actitud este viernes en Barcelona, la ciudad que le vio nacer, donde subió por primera vez a un escenario y a la que hoy ha vuelto para celebrar 40 años fiel a si mismo y a su manera de entender el rock and roll.

Fiesta de aniversario y fin de gira en Palau Sant Jordi, el estadio donde recalan las grandes giras internacionales cuando llegan a Barcelona tras recorrer los cinco continente.

Loco no ha pasado por los cinco continentes con su espectáculo «40 años de rock’n’roll actitud» ni ha utilizado este viernes toda la capacidad del recinto, que tiene un aforo máximo de 18.000 personas, pero logró congregar a 10.000, el doble que en su anterior visita a Barcelona, en el Sant Jordi Club.

Una fiesta por todo lo alto porque no había para menos. Cuarenta años sin cambiar de actitud es todo un hito, sobretodo teniendo en cuenta que el rock and roll no siempre ha estado de moda en las cuatro últimas décadas y que, como él mismo dice, el «animal rock and roll es una especie en extinción».

Sea o no un animal en peligro en extinción, Loquillo es con toda seguridad un animal escénico que sabe muy bien donde empezó todo y que recordó al inicio del concierto con la proyección de unas imágenes de animación protagonizadas por un Loquillo de cómic paseando por Barcelona con esas maneras desafiantes, prepotentes y muy masculinas que le caracterizan.

El Loco de carne y hueso no ha sido menos que su réplica en dibujos animados y ha interpretado los primeros compases de «rock’n’roll actitud», la primera canción de las 36 del concierto, con su impecable traje negro, el tupé de toda la vida, gafas de sol, una pierna sobre el altavoz y el soporte del micrófono en diagonal, en una de sus poses mil veces repetidas, y no por ello menos apreciadas por su público.

En pleno siglo XXI, Loquillo sigue sacando el peine sobe el escenario para retocar el tupé, fumar en escena y llamar «nena» a su chica, sin que el #metoo parezca inmutarle.

Junto a seis músicos tan roqueros y viriles como él, a pesar de que uno de ellos luciera falda y estética Queen, Loquillo inyectó rock and roll en vena a los asistentes durante las tres horas de concierto, en el que tocó temas de todas las épocas, con especial éxito cuando se detuvo en la década de los ochenta.

La celebración empezaba con melodías más recientes, Loquillo muy serio tras su máscara habitual y el público, mayoritariamente maduro, bailando tímidamente.

Pero el ambiente se caldeó cuando el ‘frontman’ del Clot dijo «Barcelona ciudad, aquí me tienes» e interpretó «El rompeolas».

Sabino Méndez, el compositor de algunos de los mejores temas de Loquillo, salió al escenario con «Rock&roll star», Leiva fue el artista invitado en «Qué hace una chica como tú» y «El final de los días» y Nat Simons demostró que el rock también es una actitud de mujer en «Cruzando el paraíso».

Protagonista absoluto de la velada, Loquillo no olvidó a sus músicos y presentó a la banda diciendo: «en tiempos que unos restan y otros dividen, yo prefiero sumar» y ha mencionado los lugares de origen de los artistas, desde Cartagena a París, pasando por Badalona, Madrid y Granada.

Tras esta referencia velada a su opinión sobre los nacionalismos, Loquillo se despedía de Barcelona con «Cadillac solitario», una canción compuesta cuando Barcelona no tenía turistas ni el mundo internet, y el joven Loquillo quería irse a L.A. y dejar un día esta ciudad.

Una apoteosis final digna del rey de la actitud, con el gran Loco muy teatral y el público en éxtasis roquero.

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