Meg de Romaña: «Si una obra que vale mucho dinero no te gusta, no la guardes… véndela»
Presidenta del Museo de Arte Contemporáneo de Lima (MAC Lima) y consultora especializada en arte contemporáneo. Meg de Romaña es bióloga, su familia se ha dedicado siempre al sector farmacéutico y ella, en principio, siguió aquella estela del mundo de las ciencias. Sin embargo, su afición al arte, su disposición a conocer artistas, galerías y ver exposiciones le llevaron hasta la asesoría internacional de arte contemporáneo en MEG Art Advisors y, por último, a la presidencia de esta pinacoteca ubicada en el bohemio barrio limeño de Barranco.
Es la primera mujer que preside el MAC Lima, aunque para ella este detalle no tiene especial importancia, tiene la intención de hacer que sea un referente de arte contemporáneo en América Latina y seguir teniendo unas cuentas saneadas porque tiene ninguna dependencia del dinero público peruano. «Todo el apoyo económico que tenemos viene de instituciones y empresas privadas, así como de benefactores y de personas quieren dar su ayuda», apunta.
Es un perfil el suyo algo extraño, ¿no le parece?
Es posible. A mí desde chica me ha gustado el arte. Con mi familia viajaba mucho, en casa había obras de arte antiguas, en este caso; pero mi familia estaba en el negocio de la industria farmacéutica. Crecí rodeada de pastillas y máquinas para fabricarlas, lo natural era dedicarme a la ciencia. Estudié biología, me casé mi marido y nos fuimos a Nueva York porque él iba a hacer un MBA en la Universidad de Columbia. Yo hice dos maestrías en ciencias, en biotecnología y en nutrición humana, en esa época estaba allí dando clase Eric Kandel, acababa de ganar el Nobel de Medicina. Daba clases sobre neurociencia, y yo no me quería perder estudiar con él.
No me saltaba ni una de sus clases. Venia de Viena y lo primero que mostró fue un cuadro de Gustave Klimt, y relató la relación que los artistas tenían con los científicos, que eran un tándem que siempre andaba junto, y que ambos perfiles observaban a través del microscopio –que acababa de llegar a Viena– las células con sus lentes. Argumentaba Candell que el cuadro conocido como The lady in gold (1907) no tenía un estampado de ojos egipcios, como siempre se ha dicho, sino de células. Tiene sentido, ¿no? Ahí logré unir arte y ciencia.
Nuestro cerebro, ¿cómo reacciona ante un cuadro?
Cuando uno ve un cuadro figurativo, la neurociencia ha demostrado que la parte del cerebro que genera memorias se activa. Entonces, si ves una playa en un cuadro, por ejemplo, te vendrán a la cabeza recuerdos de una playa de la infancia, de juventud o de unas vacaciones con tu marido. O puede también llevarte hasta un mal recuerdo, por supuesto. En el caso de los cuadros abstractos, donde puede haber nada más que colores, pinceladas o formas geométricas, lo que se activa en el cerebro son las emociones.
¿Todos los cerebros están preparados para ver arte contemporáneo? Entender una escena bíblica es sencillo, de alguna forma ves lo que ocurre o lo que representa. Pero, ¿y un Jackson Pollock o un Kandinsky?
Creo que te trae sentimientos. El color va a traer una sensación o un estado de ánimo. Cuando en una feria de arte, donde hay decenas de obras, me encuentro con alguien y le pregunto si algo le ha gustado algo y me dice que no, es que no me lo creo. ¡Es imposible que salgas de un espacio con arte y no te guste nada! Aunque sea sólo un cuadro ha tenido que moverte algo en el interior, en el alma, sea el estilo que sea. Es cierto que no a todos nos gusta el mismo arte, yo a mis clientes les digo que pueden haber heredado un cuadro que sabes que vale 10, 12 o 15 millones de euros, tenerlo colgado en la pared de casa y no disfrutarlo porque, sencillamente, no te gusta. Si es así, mi consejo es que como no vas a ser feliz con esa obra en tu casa, lo mejor es que la vendas en un espacio de subastas y el dinero lo guardes, aumentes tu patrimonio o compres otra obra con la que disfrutes todas las mañanas.
Y eso sus clientes siempre lo aceptan como consejo.
Hay coleccionistas que compran porque les gusta; otros por inversión. Es decir, lo van a comprar y lo meterán en un depósito hasta que se revalorice, no lo va a poner en su casa. En ese caso, aconsejo que lo tengan bien cuidado, ya que los cuadros son permeables a los cambios de temperaturas, y también que le den tiempo, como el que compra acciones en Bolsa o un inmueble en el que no va a vivir.
Para aconsejar sobre la compra de arte, ¿qué es lo que necesita saber sobre sus clientes? No todos son iguales.
Claro. Tengo que conocer muy bien al cliente como persona. Sus gustos, su estética, sus creencias, sólo así podré orientarle. El arte abarca mucho, hay todo tipo de corrientes, desde el arte abstracto o el arte figurativo hasta el arte conceptual, político o feminista.
¿Ha llegado a decir no a algún cliente con el que no estaba de acuerdo en su planteamiento de compra?
Hasta ahora no me ha ocurrido. Mi manera de hacer el proceso de asesoramiento tiene algo de científico, investigo antes de ofrecerles nada. Primero les pongo obras ante sus ojos, sin decirles nada más, ni artistas ni precios, para ver qué es lo que les gusta. Junto al curador hacemos una cuadrícula con sus gustos, estética y preferencias. Y es a partir de ahí cuando les ofrecemos un listado de artistas que creemos que les encajan.
¿A quién ha comprado o descubierto últimamente?
Justo vengo de Nueva York, ahí he estado en la Stephen Friedman Gallery y he descubierto a la artista Pam Glick, su última representada. En la galería había un stand sólo para ella. Friedman me contó que la descubrió durante la pandemia por medio de un amigo, la conoció vía Zoom e inmediatamente la quiso representar.
Conocer artistas sólo se consigue pateando, ¿no?
Es que no había expuesto en ningún sitio, al menos que yo hubiera visto, y si lo había hecho era en galerías muy pequeñas. Me gustó mucho la obra, se la estoy presentando a muchos clientes. Aún estoy en el momento de investigación de la artista, saber muy bien todo sobre ella. Lo haré cuando llegue a Lima, pero sé que es garantía porque está en una buena galería.
¿Ese es un síntoma de confianza?
Uno de ellos, sí. Además, las obras se están vendiendo muy bien, son muy bonitas y en persona lo son mucho más. –Comenta mientras muestra los vídeos de los cuadros grabados in situ–.
Desde agosto es la presidenta del Museo de Arte Contemporáneo de Lima. La primera mujer que lo hace, ¿recuerda cuál fue la primera sensación de esta nueva responsabilidad?
Lo primero que me gustaría decir es que esta institución comienza en los años 50 impulsada por un grupo de filántropos y empresarios peruanos que creían mucho en el arte contemporáneo. Forman lo que se llama el Instituto de Arte Contemporáneo (IAC) y comienzan a invitar a artistas de distintas partes del mundo a exponer en espacios de amigos, espacio privado. La colección que hoy tenemos se ha hecho de forma progresiva con las donaciones de los artistas. Ellos daban una obra y los filántropos daban difusión a su trabajo.
En el año 2000 es cuando el MAC Lima se instala en Barranco, un distrito limeño muy bohemio donde viven muchos artistas, y se hace una gran subasta de arte para recaudar fondos y construir lo que hoy es el museo. Como ves, se tardan años en levantar el MAC. Uno de los principales promotores fue George Gruenberg, era un hombre encantador y éramos amigos desde hacía años, yo siempre he sido benefactora del museo y he visto un gran potencial, ya que se trata del único espacio dedicado exclusivamente a la promoción, divulgación y exhibición de arte contemporáneo en Perú. Para mí ser presidenta de este museo es un orgullo, siempre ha tenido en mi corazón un lugar muy grande y mi ilusión es tremenda.
Me llama la atención que el MAC Lima no tiene ningún apoyo del Estado. Algo que no es usual en España, aquí el modelo es diferente.
Así es. Todo el apoyo económico viene de instituciones y empresas privadas, así como de benefactores y de personas quieren dar su ayuda. Para sostener el modelo que tenemos hacemos eventos en la terraza y en los espacios que tenemos cuando no hay exhibiciones, hacemos programas educativos, etc. El MAC siempre se ha gestionado de una forma muy empresarial y eso ha hecho que haya una gran estabilidad financiera, algo que no siempre es fácil. Pero en este instante, el museo vive un gran momento.
¿Cuál fue la primera acción que hiciste como presidenta?
Buscar aliados en otros museos y también nuevos benefactores. Algo que no es fácil, porque hay muchas otras instituciones culturales en el Perú que también buscan ayuda de personas privadas. Por tanto, tú tienes que intentar adelantar a tu competencia y ofrecer cosas diferentes a los demás. Me puse a pensar, a darle vueltas y pensé en dar la opción de que fueran parte de un club que ofrece privilegios entre los diferentes museos del mundo. Es decir, que los benefactores del MAC vengan a Madrid y visiten, por ejemplo, los museos del mismo modo que lo harían en Perú.
Por mi trabajo, conozco a muchos coleccionistas de arte y directores de museos de todo el mundo, así que me puse a levantar el teléfono para plantearles a todos mi idea de esta corresponsalía de museos. La idea les pareció excelente, no se ha hecho hasta ahora nada parecido. Hemos logrado acuerdos con México, Brasil, Colombia, Chile, Argentina, Panamá, etc. Estamos en conversaciones con dos museos en Nueva York, espero conseguir algunos de Madrid. Poco a poco, ya que comencé en septiembre.
El mandato, ¿está limitado?
Sí, a cuatro años. Mi compromiso ahora es mantener el MAC con las cuentas saneadas y con buena salud financiera, tal como lo he recibido. Y para ello se requiere de un consejo de dirección que sea ejecutivo y especializado en las diferentes áreas del museo donde cada persona aporte su expertise.
¿Cómo ves el panorama museístico español?
En este momento, lo veo muy bien. Cuando vengo a España siempre aprovecho para recorrer todos los museos. El domingo estuve en el Reina Sofía y vi que la entrada era libre, ¡había muchísima cola! Lo de la entrada libre es una maravilla, la verdad, nosotros en el MAC de momento no lo podemos hacer; pero estoy buscando una empresa que nos esponsorice la taquilla para poder hacer lo mismo que en España.
Sobre la Ley de Mecenazgo, una de las legislaciones más demandadas en España que jamás llega. ¿Usted qué opina sobre este tipo de leyes?
Bueno, este tipo de leyes llevan tiempo y depende del país. En EEUU, por ejemplo, lo que aporta el Estado a las instituciones culturales es un 10% de sus presupuestos. Es decir, es muy poco, el resto viene del apoyo de empresas privadas y benefactores. En el caso del MAC Lima, tenemos cero aportación de las arcas públicas. Y, aunque el Ministerio de Cultura de Perú tiene partidas culturales, los papeleos son algo complicados.
¿Dónde quiere llevar al MAC Lima?
Ahora el museo está mostrando la colección permanente y contamos con el apoyo de la Fundación Telefónica y la Fundación BBVA, ambas compañías españolas muy importantes para nosotros. Seguiré buscando más instituciones que nos brinden su ayuda en el corto y medio plazo, que nos haga crecer y consolidarnos.
Me encantaría llevar la exposición que tenemos de arte amazónico fuera de Perú, que sea una muestra que pudiera verse fuera porque para nosotros ha sido muy importante y creo que merece la pena. Tenemos muchas ideas y sueños por cumplir. Queremos ser un espacio referente en América Latina en arte contemporáneo. Creo que como país merecemos tener un museo de arte contemporáneo potente y conocido en el mundo.