Toda la verdad sobre las huellas dactilares: para qué son y por qué las tenemos
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Las huellas dactilares responden a una verdad que debemos conocer y que nos ayudarán a tener clara nuestra identidad. Son el elemento que usamos para probar que somos nosotros y con el que pueden identificarnos fácilmente en caso de necesidad. Esas manos, que parece que sean idénticas entre sí, disponen de un código secreto que parece que tengamos que poner en consideración de una forma que quizás hasta la fecha no hubiéremos tenido en cuenta. Estamos ante una verdad que puede ponernos los pelos de punta.
Saber para qué tenemos estas huellas y la manera en la que podremos responder a través de ellas es algo que quizás nos sorprenderá y puede acabar siendo lo que nos afecte de lleno. Por lo que, hasta el momento no sabíamos que podríamos empezar a descubrir algunos procesos que quizás hasta la fecha no habíamos pensado. Esta identidad propia del ser humano, ese código con el que tocamos y somos conscientes de todo nuestro ser, se acabará convirtiendo en algo que debemos empezar a tener en consideración. Con la mirada puesta a una dura verdad que quizás no conocíamos y que la ciencia se encarga de desvelar.
La verdad sobre las huellas dactilares
Los seres humanos tenemos unas huellas dactilares que pueden serán las que nos acompañarán durante nuestra existencia. Se gestarán y crecerán para ser siempre las mismas y no sufrir ningún cambio que hasta el momento no pensábamos que tendríamos por delante.
Es importante disponer de un giro radical que hasta la fecha no habíamos ni esperado, son tiempos de apostar claramente por un conocimiento de nuestro propio ser. Empezando por unas manos que esconden un profundo secreto que quizás hasta ahora no hubiéremos tenido en cuenta.
Lo que podemos hacer con las manos sorprende, son únicas y permiten incluso ser capaces de darnos una visión del mundo. De la mano de un tacto que posee la capacidad de hacernos imaginar una realidad totalmente nueva que quizás hasta la fecha no pensábamos.
Es hora de saber todo lo que necesitamos de estas huellas que quizás hasta ahora no hubiéremos ni imaginado. Son tiempos de visualizar un giro radical que hasta la fecha no sabíamos que teníamos en mente y que quizás nos acabará sorprendiendo de una forma radicalmente diferente.
Para qué son y por qué las tenemos
Tal y como nos explican los expertos de La casa de la ciencia: «Las huellas dactilares son uno de los rasgos distintivos más sorprendentes del ser humano: resulta casi imposible encontrar dos personas con las mismas huellas dactilares ya que, aunque teóricamente no es imposible que se repitan, se ha calculado que la posibilidad de encontrar dos huellas iguales es de 1 entre 64.000 millones. Son patrones de líneas y crestas que se forman en la capa más externa de la piel, la epidermis. Estas protuberancias comienzan a formarse alrededor de la semana 13 de gestación y se trata de algo completamente único, incluso entre gemelos. Es el resultado de factores como presiones uterinas, presión sanguínea, posición del feto o factores ambientales en el entorno del útero como el propio líquido amniótico. En la naturaleza encontramos otro caso parecido: las rayas de las cebras. Al igual que ocurre con las huellas dactilares, no hay dos cebras con el mismo patrón de rayas».
Siguiendo con la misma explicación, hay una serie de elementos que debemos tener en cuenta y que quizás hasta la fecha no sabíamos que podríamos tener:
- Arcos: patrones simples en forma de arco que fluyen en una dirección
- Lazos: son más comunes. Presentan una estructura en espiral que se despliega alrededor de un punto central.
- Círculos: también se les conoce como ‘remolinos’ y se trata de patrones con un círculo central y líneas que giran a su alrededor.
Estos patrones además de ser una manera de seguir la forma de estas huellas: «este método de identidad personal ya se utilizaba hace 4.000 años ya que la civilización babilonia ya usaba las huellas dactilares para firmar contratos. Pero no fue hasta mediados del siglo XIX cuando surgió el sistema moderno de reconocimiento. El destacado funcionario colonial británico en la India, William Herschell, es considerado pionero en este ámbito al sentar las bases del uso moderno de las huellas dactilares en la criminología y la identificación personal. Herschell estaba preocupado por varios casos de personas que se negaban a reconocer contratos firmados a mano con un sello y fue en 1858 cuando propuso a un comerciante hindú que le proporcionaba material de construcción que, en lugar de firmar el contrato, estampara detrás del mismo la palma de su mano mojada en tinta. Más adelante, descubrió que era más útil marcar estos documentos solo con las yemas de los dedos y, aunque era consciente de que esa marca no tenía valor legal, se percató de que comprometían emocionalmente al cumplimiento de lo acordado».
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