La razón por la que escuchamos el mar en las caracolas
¿Te has acercado alguna vez una caracola a tu oído y has escuchado el sonido del mar? ¿Por qué sucede esto? Aquí te lo contamos.
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Desde pequeños nos han dicho que el mar se puede escuchar en las caracolas. ¿Y quién no se ha acercado a la oreja una de esas hermosas y enormes conchas y, efectivamente, ha oído el rumor de las olas en su interior? Es algo tan fascinante como misterioso. Pero todo tiene una explicación, y si no la tiene es porque aún no se conoce, como bien diría Carl Sagan, un experto en desvelar los misterios del cosmos.
El rumor del mar en las caracolas no es un misterio del cosmos, pero sí es lo bastante curioso como para despertar el interés de los investigadores. Y por ello la ciencia habla y nos explica qué es lo que sucede al interior de las conchas y por qué es posible que oigamos el murmullo marino, tan querido para algunas personas.
¿Por qué escuchamos el mar en las caracolas?
La razón es sencilla y física. Cuando nos acercamos al oído una concha marina y escuchamos ese rumor fluctuante que nos recuerda a las olas, en realidad estamos oyendo el aire vibrar. Dentro de la caracola hay aire que vibra, que suena.
Recordemos que el sonido es la vibración de un cuerpo en un determinado medio o fluido (aire o agua, pero también madera, metal, vidrio, etc.). En este caso, es el aire que vibra al interior del caparazón y que estimula nuestro tímpano. En rigor, son las ondas sonoras que chocan con el tímpano lo que hace que podamos oír ese murmullo. Se trata de una sensación que crea nuestro cerebro para interpretar las ondas acústicas.
Cuando hablamos de las caracolas y del mar, sucede que la más mínima perturbación acústica es capaz de hacer vibrar el aire dentro de ellas, lo que significa que ciertas frecuencias se potencian. Sonidos tan ligeros como una brisa, o una conversación al pasar, un coche lejano, el chillido de una gaviota, lo que hacen es golpear con suavidad las paredes exteriores de la concha.
La caracola reproduce los sonidos como un amplificador
Eso hace que la caracola funcione como una caja de resonancia (dentro de ella no existe un mar escondido ni nada que se le parezca), porque ella, por sí misma, no es capaz de producir ningún sonido, y en ese sentido lo que sí hace es reproducir los de las fuentes que sí lo producen, como el ambiente. Por eso la caracola funciona como si fuese una especie de amplificador. Esos murmullos que son inaudibles para nuestro oído, la caracola los captura por arte de la ciencia del sonido, y como son fluctuantes –exactamente como las olas del mar–, los percibimos de ese modo. Pasa lo mismo en todo objeto que sea de tamaño mediano, rígido y semicerrado, como un vaso.
Si quieres comprobarlo haz la prueba con un vaso en casa. Te sorprenderás.
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