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Lo que una experta descubrió sobre el cerebro en el instante de la muerte está dando la vuelta al mundo

Cerebro
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

La muerte es un misterio que ha fascinado a la humanidad durante siglos. Aunque sabemos que es una parte inevitable de la vida, lo que ocurre en el cerebro en los momentos finales sigue siendo un terreno lleno de interrogantes. Hasta hace relativamente poco, se creía que cuando el corazón dejaba de latir, el cerebro simplemente dejaba de funcionar, apagándose como una máquina que pierde energía. Sin embargo, investigaciones recientes lideradas por la neurocientífica Jimo Borjigin han demostrado que esta visión es, en realidad, demasiado simplista y no refleja lo que sucede realmente en esos últimos instantes.

Lo que Borjigin y su equipo han descubierto cambia radicalmente la comprensión médica y científica que tenemos sobre el proceso de morir. En lugar de un cerebro que se apaga progresivamente, la evidencia apunta a un cerebro que muestra una actividad intensa y hasta paradójica justo cuando la vida parece extinguirse. Estos hallazgos no sólo tienen implicaciones médicas, sino que también pueden ayudarnos a entender mejor las experiencias cercanas a la muerte, esos fenómenos reportados por muchas personas que, de alguna forma, han vivido momentos en los que estuvieron al borde de la muerte pero regresaron a la vida.

¿Qué le ocurre al cerebro al morir?

Jimo Borjigin, profesora asociada en neurología y fisiología molecular en la Universidad de Michigan, comenzó su interés en este tema casi por accidente. Hace más de una década, mientras realizaba experimentos con ratas para estudiar las secreciones neuroquímicas tras cirugías, dos de estos animales murieron durante el proceso. Fue entonces cuando notaron algo sorprendente: en el cerebro de una de las ratas, se produjo una enorme liberación de serotonina, un neurotransmisor vinculado a las alucinaciones y a la regulación del estado de ánimo. Esto llevó a Borjigin a cuestionarse qué estaba realmente pasando en el cerebro cuando el cuerpo moría.

Movida por la curiosidad, Borjigin revisó una gran cantidad de literatura científica y se dio cuenta de que, en realidad, sabíamos muy poco sobre el estado cerebral en esos momentos cruciales. Su interés se transformó en un foco de investigación que ha durado más de diez años, durante los cuales ha desafiado la idea tradicional de que el cerebro simplemente se apaga al morir. Según ella, la muerte clínica, definida por la ausencia de pulso y la falta de latidos cardíacos, no significa que el cerebro haya dejado de funcionar. Por el contrario, su equipo ha registrado una actividad cerebral intensa, incluso después de que el corazón se detuviera.

En uno de sus primeros estudios con ratas, el equipo de Borjigin observó un aumento drástico en la actividad de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina (relacionada con la sensación de placer) y la noradrenalina, que se asocia con la alerta. Estas sustancias alcanzaron niveles en el cerebro que nunca antes se habían detectado en animales vivos, revelando un estado cerebral de hiperactividad inusual justo en el momento de la muerte biológica.

Más adelante, en 2023, el equipo llevó sus investigaciones al ámbito humano, estudiando a cuatro pacientes en coma con soporte vital. Cuando sus familias y médicos decidieron retirar los ventiladores mecánicos que los mantenían con vida, los investigadores pudieron monitorizar la actividad cerebral durante esos últimos momentos.

Sorprendentemente, en dos de los pacientes se detectaron ondas cerebrales gamma, que son las más rápidas y están vinculadas a funciones cognitivas complejas como la memoria y el procesamiento de información consciente. Este hallazgo indicaba que, en determinados casos, el cerebro humano podría mantener una actividad significativa justo cuando la muerte física parecía inminente.

Lo fascinante es que estas regiones activadas también están implicadas en experiencias cercanas a la muerte (ECM), fenómenos que muchas personas relatan haber vivido después de un paro cardíaco o una muerte clínica temporal. Las ECM incluyen visiones de luces intensas, sensaciones de salir del cuerpo, recuerdos flash de la vida y sentimientos de paz o empatía profunda. Borjigin sugiere que la intensa actividad en estas áreas cerebrales podría explicar estas experiencias, al mostrar que el cerebro moribundo no está simplemente apagándose, sino que pasa por un estado de actividad elevada, posiblemente generando esas percepciones intensas y vívidas, tal y como recoge la BBC.

Además, en el lado derecho del cerebro, la unión temporoparietal está relacionada con la empatía, una conexión que podría explicar por qué muchas personas que han tenido ECM reportan haber cambiado su forma de ser para mejor, desarrollando mayor sensibilidad hacia los demás. Aunque nunca se podrá confirmar con certeza, Borjigin cree que estos cambios emocionales y cognitivos tienen una base neurobiológica ligada a esta actividad cerebral inusual en el umbral de la muerte.

Finalmente, Borjigin advierte que lo que conocemos hasta ahora sólo es la punta del iceberg. La complejidad del cerebro y el misterio de la muerte requieren estudios más profundos y sofisticados para entender cómo y por qué ocurre esta explosión de actividad cerebral al final de la vida.

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