Un experimento demuestra que hay un animal más inteligente que el humano: el truco está en la memoria emergente

Un experimento viral ha llamado la atención sobre las sorprendentes capacidades cognitivas de ciertos insectos, cuestionando nuestra percepción tradicional sobre la inteligencia en el reino animal. Aunque inicialmente el título sugiere que estos insectos superan la inteligencia humana, la realidad es más matizada y se centra en un aspecto específico: la memoria emergente y el trabajo colectivo.

El experimento, que se ha vuelto extremadamente popular en redes sociales, destaca la extraordinaria capacidad de estos insectos para crear estructuras complejas a través del trabajo en equipo. Esta habilidad, basada en la denominada «memoria emergente», permite a estas pequeñas criaturas lograr hazañas de construcción que resultan sorprendentemente difíciles de replicar incluso para los humanos.

Sin embargo, es importante aclarar que no se trata de una superioridad intelectual general sobre los humanos, sino de una demostración de cómo la inteligencia colectiva y la memoria emergente pueden producir resultados extraordinarios. El truco mencionado en el experimento radica precisamente en esta capacidad de trabajo conjunto y coordinación grupal.

Lo verdaderamente fascinante de este descubrimiento no es tanto la comparación con la inteligencia humana, sino la revelación de cómo estos pequeños insectos, trabajando en comunidad, pueden desarrollar sistemas y estructuras de una complejidad sorprendente. Esta capacidad de organización colectiva demuestra una forma diferente de inteligencia, basada en la colaboración y la memoria compartida.

El experimento nos invita a reconsiderar nuestra comprensión de la inteligencia en el reino animal y reconocer que existen diferentes tipos de capacidades cognitivas, cada una adaptada a necesidades y contextos específicos.

Hay un animal más inteligente que el ser humano

A pesar de que el ser humano ha dominado gran parte del planeta, la realidad demuestra que no necesariamente ocupa la posición más avanzada en términos evolutivos. Diversos experimentos y observaciones han revelado que otros animales poseen capacidades y habilidades extraordinarias que hasta ahora no habíamos valorado adecuadamente.

Estos descubrimientos nos invitan a reconsiderar nuestra posición en el reino animal y nuestra relación con otras especies. La idea tradicional de que los humanos somos la cúspide de la evolución se ve desafiada por evidencias que muestran las sorprendentes capacidades de otros seres vivos.

Nuestra conexión con el reino animal es más profunda y compleja de lo que habitualmente reconocemos. Los experimentos recientes sugieren que, en ciertos aspectos, podríamos estar en desventaja respecto a otras especies, revelando áreas donde tenemos mucho que aprender del mundo natural.

Esta nueva perspectiva nos obliga a replantearnos nuestra relación con el mundo natural y nuestro lugar en él. Lejos de situarnos en una posición de superioridad absoluta, estos hallazgos nos muestran que formamos parte de un ecosistema complejo donde cada especie ha desarrollado sus propias adaptaciones y capacidades únicas.

El experimento mencionado sirve como un recordatorio de la importancia de mantener la humildad y reconocer que el mundo natural tiene mucho que enseñarnos. Nuestra supervivencia y evolución como especie podría depender, en gran medida, de nuestra capacidad para aprender y adaptarnos, tomando lecciones del resto de seres vivos que comparten nuestro planeta.

El truco de este experimento está en la memoria emergente

Ver como las hormigas nos ganan la partida puede dejar a más de uno en shock en muchos sentidos. Debemos empezar a pensar en lo que nos está esperando y en la manera en la que debemos aprender un poco de los animales y de la forma que tienen de trabajar, sobre todo conjuntamente.

El experimento trata de la resolución de rompecabezas geométricos de forma colectiva, algo que deja clara que la manera de trabajar de las hormigas acabará siendo más efectiva de lo que parece. Podemos verlo en un vídeo y atender la explicación de estos expertos: «Los conjuntos biológicos utilizan la inteligencia colectiva para afrontar desafíos juntos, pero una coordinación subóptima puede socavar la eficacia de la cognición grupal. Probar si la cognición colectiva supera a la individual suele ser poco práctico, ya que las diferentes escalas organizacionales tienden a enfrentar problemas disjuntos. Una excepción es el problema de navegar grandes cargas a través de entornos complejos y hacia un objetivo determinado. Las personas y las hormigas se destacan por su capacidad para realizar esta tarea de manera eficiente no solo individualmente sino también como grupo. Esto brinda una oportunidad poco común de comparar empíricamente las habilidades de resolución de problemas y los rasgos cognitivos entre especies y tamaños de grupo. Aquí, desafiamos a las personas y las hormigas con el mismo rompecabezas de maniobra de carga de los “mover el piano” y demostramos que, si bien las hormigas se desempeñan de manera más eficiente en grupos más grandes, ocurre lo contrario con los humanos. Descubrimos que, aunque las hormigas individuales no pueden comprender la naturaleza global del rompecabezas, su movimiento colectivo se traduce en habilidades cognitivas emergentes. Codifican la memoria de corto plazo en su estado ordenado internamente y esto permite un mejor desempeño grupal. Las personas comprenden el rompecabezas de una manera que les permite explorar un espacio de búsqueda reducido y, en promedio, superan a las hormigas. Sin embargo, cuando la comunicación es restringida, los grupos de personas recurren a las maniobras más obvias para facilitar el consenso. Esto recuerda al comportamiento de las hormigas y afecta negativamente su desempeño. Nuestros resultados ejemplifican cómo las mentes simples pueden disfrutar fácilmente de la escalabilidad mientras que los cerebros complejos requieren una amplia comunicación para cooperar de manera eficiente».