La Universidad de Harvard lo confirma: esto es lo que pasa con los niños que ayudan en casa desde pequeños
El estudio comparativo que analiza el impacto de hacer tareas domésticas, en los niños
Tareas del hogar con los niños, ¿a partir de qué edad pueden empezar a participar?
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Cuando se trata de educar a los niños, muchas veces dudamos si ponerlos a hacer tareas domésticas es algo bueno o tal vez, implica que de alguna manera les obliguemos a hacerse responsables de cosas que quizás no deberían por ser pequeños. Sin embargo, muchos expertos consideran que dar a los niños este tipo de responsabilidad, ya sea por ejemplo recoger su plato tras comer o ayudar a llenar la lavadora con la ropa sucia, es algo bueno ya que les permite desarrollar aptitudes que aunque no lo creamos, pueden beneficiarles cuando sean mayores. Ahora la Universidad de Harvard lo ha confirmado: es bueno que los niños ayuden en casa.
No es la primera vez que la ciencia intenta desentrañar el misterio de por qué algunas personas crecen siendo más trabajadoras, resilientes y empáticas que otras. Sin embargo, un estudio multigeneracional dirigido por la Universidad de Harvard ha conseguido algo muy valioso: encontrar un patrón claro que se repite generación tras generación. ¿La clave? Incluir a los niños en las responsabilidades del hogar desde edades tempranas. Y no estamos hablando de tareas complejas. Simplemente ordenar sus juguetes, echar la ropa sucia al cesto o ayudar a poner la mesa puede marcar un antes y un después en su desarrollo emocional, social y hasta profesional. Porque cuando un niño siente que forma parte de algo más grande que él mismo (como el bienestar familiar) empieza a construir una base sólida que le acompañará toda la vida.
¿Por qué son buenas las tareas de casa para los niños según Harvard?
El estudio al que hacemos referencia es uno de los más longevos del mundo. Comenzó hace 85 años y aún sigue en marcha. En él se han seguido los pasos de más de 700 personas a lo largo de toda su vida, analizando qué factores han influido en su bienestar, su éxito laboral y su nivel de felicidad. Y una de las conclusiones más contundentes tiene que ver con las tareas del hogar.
Según los investigadores, los niños que desde los 4 o 5 años participan activamente en las responsabilidades domésticas desarrollan un mayor sentido del compromiso, de la empatía y de la autoeficacia. En otras palabras: se sienten útiles, conectados con los demás y seguros de que pueden lograr lo que se propongan.
Pero además, estos niños suelen presentar mejores resultados académicos, relaciones más sanas con sus compañeros y un nivel de satisfacción con la vida superior al de aquellos que no colaboraban en casa. Un dato curioso que destaca el estudio es que no importa tanto el tipo de tarea, sino que la actividad sea constante y adaptada a su edad.
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Puede parecer exagerado, pero lo cierto es que gestos tan sencillos como doblar la ropa o preparar su mochila para el colegio tienen un impacto enorme. Cuando un niño se acostumbra desde pequeño a colaborar, entiende que su participación importa. Y eso refuerza su autoestima.
Además, estos son otros dos beneficios claros que Harvard resalta en su estudio activo:
- El hábito de asumir pequeñas tareas les enseña valores fundamentales como la responsabilidad, la cooperación y el esfuerzo. No lo hacen porque sí, lo hacen porque entienden que su acción mejora el entorno en el que viven. Esto se traduce, con el tiempo, en una mayor ética laboral, mejores habilidades para trabajar en equipo y, en muchos casos, una tendencia natural al liderazgo.
- Los niños que ayudan en casa desde pequeños desarrollan un radar especial para detectar las necesidades de los demás. Se vuelven más atentos, empáticos y generosos. Como bien señala el estudio publicado en el Journal of Developmental and Behavioral Pediatrics, existe una correlación directa entre las tareas domésticas en la infancia y la competencia social y académica en la adolescencia.
Cuándo es el momento adecuado para que los niños empiecen con las tareas domésticas
La investigación de Harvard apunta a que los beneficios de las tareas del hogar en los niños se notan especialmente cuando el hábito empieza entre los 4 y los 5 años. A esa edad, los niños ya pueden comprender instrucciones simples y sienten curiosidad por»hacer lo mismo que los mayores». Es una oportunidad ideal para fomentar su sentido de pertenencia y responsabilidad.
Eso sí: los expertos subrayan que no se trata de convertir la casa en un cuartel. Lo importante es que las tareas se presenten como un juego, un reto o una forma de ayudar a los demás, no como un castigo. Y también insisten en algo fundamental: es vital reconocer su esfuerzo, por pequeño que sea. Un gracias sincero o decirles «¡qué bien lo hiciste!» puede ser más poderoso que cualquier recompensa material.
Las tareas del hogar no lo son todo: la clave está en las relaciones
A pesar de que este hallazgo ha despertado mucho interés, los expertos de Harvard aclaran que no es el único ingrediente para una vida feliz. De hecho, el mismo estudio también ha arrojado otra gran conclusión: las personas más felices no son necesariamente las más ricas, ni las que tienen más éxito profesional, sino las que han cultivado relaciones profundas y significativas.
Según el doctor Robert Waldinger, director del proyecto, «la calidad de nuestras relaciones afecta directamente a nuestra salud y felicidad». Tener vínculos sólidos con familiares, amigos o una pareja estable mejora el bienestar emocional y reduce incluso el riesgo de enfermedades físicas. Y aquí es donde vuelve a entrar el papel de las tareas domésticas: cuando un niño aprende a cuidar de su entorno y de quienes lo habitan, también está aprendiendo a cuidar sus vínculos.
Lejos de ser una simple cuestión de orden como explica Harvard, incluir a los niños en las tareas del hogar es una de las mejores decisiones que pueden tomar madres y padres. No solo porque les ayuda a ser más responsables, sino porque les prepara para una vida adulta más equilibrada, más empática y, según la Universidad de Harvard, más feliz.
Así que la próxima vez que tu hijo quiera ayudarte a poner la mesa o a doblar la ropa, no lo detengas. Quizá no lo sepas en ese momento, pero estás sembrando el terreno para que el día de mañana sea una persona fuerte, sensible y con ganas de construir un mundo mejor.