Inteligencia

Si tu hijo se despierta a esta hora por sí mismo, enhorabuena: su inteligencia es más alta de lo normal

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Blanca Espada

Muchas veces, como padres, nos las vemos y deseamos para conseguir que nuestros hijos duerman durante toda la noche sin despertarse ni un momento. Es algo que suele ocurrir de forma generalizada, especialmente cuando son bebés o muy pequeños y por ejemplo, tienen terrores nocturnos. Pero también hay niños que se despiertan, no dicen nada y por ejemplo se ponen a leer un libros. Así, lo que a simple vista parece solo una costumbre tempranera, puede esconder un rasgo curioso: una inteligencia cognitiva más alta de lo habitual.

Cada vez más especialistas observan que los niños con altas capacidades tienen una relación diferente con el sueño. Duermen menos horas, se despiertan antes y, cuando lo hacen, su mente ya está en marcha. No todos los niños madrugadores tienen altas capacidades, por supuesto, pero sí parece haber una tendencia: su cerebro no desconecta igual, y eso se nota incluso en cómo duermen. Para algunos padres, ese comportamiento genera dudas. ¿Está durmiendo lo suficiente? ¿Debería preocuparme si se levanta tan pronto? La respuesta, en la mayoría de los casos, es no. Lo importante no es tanto la hora a la que se despierta, sino cómo descansa y qué hay detrás de ese hábito que muchos expertos ya consideran una pista temprana de una mente brillante.

Si tu hijo se despierta a esta hora, enhorabuena: su inteligencia es elevado

La psicóloga Arielle Adda, experta en altas capacidades, contaba en una entrevista que muchos niños con este perfil se despiertan antes del resto y sienten una necesidad casi automática de leer o entretener su mente. A veces, incluso antes de las seis de la mañana, ya están pasando páginas. No es una norma universal, pero sí algo que se repite con frecuencia en sus consultas.

Según Adda, la lectura actúa como una especie de refugio mental. Si tienen un libro cerca, lo abren sin pensarlo. Y si no, buscan otro estímulo que mantenga su cerebro activo. Algunos padres, incluso, terminan retirando los libros del dormitorio para que puedan volver a dormirse. El problema no es que lean, claro, sino que el descanso también forma parte de su desarrollo.

Un sueño reparador no sólo  influye en el aprendizaje, sino también en la gestión emocional, la atención y la memoria. Por eso, aunque ese despertar temprano sea señal de curiosidad, conviene equilibrarlo con rutinas que aseguren un descanso de calidad.

Qué dicen los estudios sobre su sueño

La ciencia aún tiene pocos estudios sobre el sueño en niños con altas capacidades, pero los que existen muestran patrones distintos. En uno de 2003, con casi 200 niños de alto potencial intelectual, se descubrió que sus ciclos de sueño eran más cortos y numerosos. Entraban antes en la fase REM (la etapa en la que el cerebro está más activo) y se mantenían menos tiempo en las fases más ligeras.

Otro trabajo más reciente, publicado en 2020, también apuntaba en esa dirección. Los niños con un coeficiente intelectual más alto pasaban más tiempo en sueño REM y menos en las fases superficiales, aunque sufrían más despertares y pequeñas interrupciones durante la noche. En resumen: su cerebro parece necesitar menos tiempo para hacer lo mismo… pero no siempre lo traduce en un descanso mejor.

Todo apunta a que la intensidad mental con la que viven el día no se apaga de repente al llegar la noche. Su mente sigue procesando, imaginando, conectando ideas. Por eso, cuando despiertan tan temprano, no lo hacen por aburrimiento o rutina: lo hacen porque su cerebro ya está despierto.

Por qué los niños con altas capacidades duermen diferente

El pediatra Gonzalo Pin Arboledas, de la Asociación Española de Pediatría, explica que hay cuatro factores que suelen coincidir en estos niños: una energía mental muy alta, una sensibilidad emocional intensa, sueños vívidos y cierta insatisfacción con el sueño.

En primer lugar, está la hiperactividad mental. Son niños que piensan mucho, que enlazan ideas sin parar y que, en ocasiones, no saben desconectar. Esa actividad constante dificulta que se relajen antes de dormir. Después está la sensibilidad emocional. Lo que para otros es un detalle sin importancia, para ellos puede ser motivo de reflexión durante horas. Esa carga emocional prolonga la vigilia y favorece despertares nocturnos.

El tercer factor tiene que ver con los sueños intensos. Muchos recuerdan sus sueños con gran claridad o sufren pesadillas más vívidas, lo que afecta directamente a la calidad del descanso. Y el último punto, quizá el más curioso, es la percepción del sueño: algunos lo consideran una pérdida de tiempo. Quieren seguir aprendiendo, explorando, leyendo… como si la noche fuera un obstáculo para seguir pensando.

Cómo ayudarles a descansar sin apagar su curiosidad

Que tu hijo se despierte temprano no es un problema si está descansado y feliz, pero sí conviene cuidar ciertos hábitos. Los expertos recomiendan mantener horarios regulares, limitar pantallas antes de dormir y ofrecer alternativas tranquilas, como leer un cuento o escuchar música relajante, pero siempre fuera de la cama.

También es útil hablar con ellos sobre lo que sienten. A veces no es que duerman mal, sino que no saben cómo parar la mente. Escucharles y validar sus emociones les ayuda a aprender a relajarse. Y si el hábito de madrugar les lleva a sentirse cansados durante el día, un pequeño reajuste en su rutina puede marcar la diferencia.

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