Embarazo

Ni sulfatos ni retinoides: los ingredientes para el cuidado de la piel que debes evitar durante el embarazo

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Blanca Espada

Durante el embarazo no sólo cambia el cuerpo. Cambia también el modo en el que nos fijamos en todo lo usamos a diario. De este modo,  esa crema que antes parecía inofensiva, de pronto te genera dudas. Te preguntas si será buena idea ponértela, si podría ser perjudicial para el bebé. Y es lógico: la piel se vuelve mucho más sensible y, además, cualquier cosa que aplicamos puede llegar más lejos de lo que pensamos.

El problema está en que el mercado está lleno de productos que aseguran ser naturales o seguros, cuando en realidad no es así.. Basta con darle la vuelta al envase y leer con calma la etiqueta. Es entonces cuando descubrimos que aparecen nombres químicos larguísimos, conservantes que no sabemos qué son, fragancias artificiales, etc… Es fácil confiar pensando que, si se vende en farmacia o supermercado, será seguro. Pero no, no siempre es así. Por eso conviene informarse. No se trata de obsesionarse ni de dejar de cuidarse, sino de saber qué ingredientes mejor apartar cuando se trata del cuidado de la piel en el embarazo y cuáles sí puedes usar con tranquilidad. De este modo,  tanto tu piel como tu bebé estaréis protegidos mientras tú sigues mimándote.

Ingredientes para el cuidado de la piel durante el embarazo

Durante el embarazo, la piel pasa por una especie de montaña rusa. Un día está seca, al siguiente aparecen brotes de acné, y en otros momentos surgen manchas que antes no estaban. Es un desajuste hormonal que hace que todo sea más delicado. Si encima añadimos químicos agresivos, el resultado puede ser aún peor: irritación, rojeces, picores. Pero la preocupación no se queda ahí, porque algunos de esos ingredientes atraviesan la barrera cutánea y entran en la sangre.

Lo mismo pasa con los recién nacidos. Su piel es como un papel muy fino, absorbe mucho más de lo que creemos. Una crema con fragancias artificiales, por ejemplo, puede provocarles reacciones inmediatas. Por eso conviene acostumbrarse a mirar bien qué pone en las etiquetas. No es cuestión de obsesionarse, pero sí de estar atentas.

Los ingredientes que conviene evitar

  • Entre los más conocidos están los parabenos, usados como conservantes en cremas, champús o lociones. Se habla de ellos porque pueden alterar las hormonas, algo nada recomendable en esta etapa. Por suerte, hay alternativas que cumplen la misma función, como el sorbato de potasio o el benzoato de sodio.
  • Otro grupo que conviene dejar de lado son los ftalatos, habituales en lacas, esmaltes y perfumes. ¿El problema? Que afectan a la reproducción y al desarrollo. No es casualidad que cada vez más marcas lancen líneas sin fragancias ni ftalatos, precisamente pensando en mujeres embarazadas.
  • Los retinoides merecen mención aparte. Son eficaces para el acné y las arrugas, sí, pero en altas dosis se han asociado a defectos congénitos. Lo más prudente es evitarlos y, en su lugar, apostar por ingredientes como el bakuchiol o la vitamina C, que dan buenos resultados sin ese riesgo.
  • En el caso del formaldehído y sus derivados, la cosa es más seria. Se usan en algunos champús o endurecedores de uñas, y además de irritar la piel, se consideran cancerígenos. Mejor buscar siempre opciones con tensioactivos de origen vegetal.
  • También habría que tener cuidado con las fragancias sintéticas. Aparte de provocar alergias, pueden causar dolores de cabeza o mareos. Algo parecido ocurre con los sulfatos (SLS o SLES), que arrastran la grasa natural de la piel y la dejan tirante. Una buena alternativa son los limpiadores con tensioactivos de coco o azúcar.
  • Por último, está la oxibenzona, un filtro solar químico muy usado. El inconveniente es que interfiere con las hormonas. Para no complicarse, lo mejor es optar por protectores solares minerales a base de dióxido de titanio o de zinc.

Qué ingredientes puedes usar sin miedo

Que haya ingredientes prohibidos no significa que tengas que renunciar a cuidar la piel durante el embarazo. Hay muchas opciones seguras y, además, muy efectivas. El aloe vera es uno de los básicos: hidrata, calma y ayuda a bajar rojeces sin riesgos.

La manteca de karité o la de cacao son perfectas para mantener la piel elástica y prevenir estrías. Son ricas en vitaminas y ácidos grasos, así que aportan nutrición de sobra. A eso se le puede sumar la vitamina E de origen vegetal, que protege la piel y ayuda a repararla.

La glicerina y la trehalosa son humectantes suaves que mantienen la hidratación. Y si quieres un extra de luminosidad, el extracto de azafrán funciona de maravilla, porque calma y da un aspecto más uniforme a la piel sin causar irritación.

La clave: leer etiquetas y no dejarse llevar por la publicidad

Más allá de las listas, lo que realmente marca la diferencia es el hábito de mirar los envases con calma. Al principio cuesta, porque hay nombres que parecen sacados de un laboratorio, pero poco a poco se aprende a reconocer qué conviene evitar. Y ese gesto, aunque parezca pequeño, da mucha tranquilidad. Porque al final, durante el embarazo no se trata sólo de cuidarse por fuera, sino de hacerlo pensando también en el bienestar del bebé.

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