Crianza

Le dices continuamente esta frase a tu hijo, pero la crianza respetuosa recomienda todo lo contrario

Crianza respetuosa
Madre regañando a su hija. Foto: Freepik.

En el marco de una crianza respetuosa, las palabras cobran un peso que va más allá del simple gesto cotidiano. Las frases que se pronuncian en momentos de tensión pueden marcar el desarrollo de la autoestima y la percepción de autonomía de los niños. Entre ellas, hay una que se repite con frecuencia y que suele parecer inofensiva, pero que en realidad no lo es.

Diversos profesionales de la psicología infantil y la pedagogía comenzaron a señalar los efectos de este tipo de expresiones. En sus análisis, se destaca que lo que para un adulto representa rapidez y eficacia, para un niño puede convertirse en una barrera frente a su independencia y confianza personal.

¿Cuál es la frase que no debería repetirse en una crianza respetuosa?

La crianza respetuosa se centra en el respeto por los derechos de la infancia, la autonomía y el desarrollo emocional. Según UNICEF, este enfoque busca garantizar que los niños puedan aprender a partir de sus experiencias, incluso cuando implican errores. La frase «Así no se hace, déjame a mí» corta ese proceso de manera abrupta.

La docente Montessori Aki, citada en un artículo, explica que cuando los adultos intervienen de manera constante para resolver los problemas, reducen el sentido de independencia.

Además, se limita la motivación y se priva al niño del aprendizaje que surge de equivocarse y perseverar. En este sentido, el exceso de correcciones puede socavar la autoestima infantil.

Resiliencia y confianza: por qué hay que dejar espacio al aprendizaje emocional

El error no debe entenderse como un fracaso, sino como parte del proceso de crecimiento. La psicóloga Becky Kennedy, de la Universidad de Columbia, subraya en su podcast que la función principal de un progenitor no es eliminar toda dificultad, sino enseñar que es posible atravesarla.

En sus investigaciones, Kennedy propone respuestas que acompañen sin sustituir la acción del niño: frases como «sé que es difícil, pero confío en ti» generan resiliencia y fomentan la autorregulación emocional.

Por otra parte, la crianza respetuosa no debe confundirse con permisividad. Como explica Mariana Capurro, psicóloga especialista en disciplina positiva, este enfoque se construye a partir de límites claros y consistentes, siempre desde la validación emocional. Se trata de un equilibrio entre firmeza y cercanía.

A su vez, establecer normas coherentes aporta seguridad al menor, pero imponerlas de manera rígida puede ser contraproducente. Lo esencial es combinar el respeto hacia los ritmos infantiles con un marco estable, evitando que expresiones como «déjame a mí» anulen la oportunidad de aprender.

La disciplina positiva se orienta así a generar un espacio donde el niño pueda explorar, con el adulto como guía y no como sustituto.

El enfoque de padres faro: guías, pero sin resolverlo todo

El concepto de «padres faro» se utiliza para describir a quienes acompañan con firmeza, sin necesidad de invadir cada experiencia de sus hijos. Este estilo combina confianza, disciplina y acompañamiento cercano. En otras palabras, ser un faro significa orientar sin asumir por completo el control.

Cuando se sustituye la acción del niño con frases como «déjame a mí», se pierde la oportunidad de que explore soluciones propias. Esto no solo limita la autonomía, sino que contradice los principios de la crianza respetuosa, que busca que cada menor descubra sus recursos internos. El rol del adulto se centra en iluminar el camino, no en recorrerlo por él.

Hay que permitir que el hijo ensaye, fracase, persevere y construya confianza interna. Sin idealización ni culpa, simplemente ofreciendo un espacio que respete su derecho a equivocarse y aprender, tal como respaldan varias voces expertas y recientes investigaciones en la materia.

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