5 frases que tus hijos jamás van a olvidar, según el psicólogo Álvaro Bilbao
El psicólogo Álvaro Bilbao define que frases como "No pasa nada si te equivocas" nunca serán olvidadas por los niños
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Durante la infancia, cada palabra que pronunciamos ante nuestros hijos puede dejar una huella más profunda de lo que imaginamos. No se trata sólo de educar con normas o transmitir valores, sino de cómo reaccionamos cuando fallan, cuando se frustran o cuando no saben cómo manejar sus emociones. Lo que decimos y cómo lo decimos puede moldear la forma en la que se perciben a sí mismos durante toda su vida. Por ello es importante conocer algunas de las frases que según el psicólogo Álvaro Bilbao, es posible que queden en la memoria de los niños para siempre.
Bilbao, conocido por acercar la neuropsicología a las familias de manera clara y cercana, recuerda a menudo en sus publicaciones que los mensajes que reciben los niños en su entorno más íntimo, especialmente en los momentos de vulnerabilidad, son clave para construir su autoestima, su seguridad emocional y su manera de relacionarse con el mundo. Y en uno de sus últimos contenidos, que ya acumula miles de reacciones en redes sociales, compartía cinco frases que, según su experiencia profesional y personal, ningún hijo olvidará jamás.
5 frases que los niños no olvidarán nunca, según Álvaro Bilbao
Estas frases que menciona Álvaro Bilbao, lejos de ser fórmulas mágicas, son semillas que se siembran en los días normales, en los errores, en los llantos, en las conversaciones cotidianas. Y con el tiempo florecen en forma de confianza, autonomía, resiliencia y amor propio. A continuación, repasamos cada una de ellas con el enfoque humano y transformador que propone Bilbao.
«Estoy orgulloso de ti, por tu forma de ser»
Cuando decimos a nuestros hijos que estamos orgullosos de ellos, no por lo que hacen sino por lo que son, les damos un mensaje poderoso: eres valioso solo por existir, por ser tú. Álvaro Bilbao insiste en que esto les permite desarrollar una autoestima sólida y menos dependiente de los logros o de la aprobación externa.
Además, ayuda a que el niño confíe en su identidad, a saberse suficiente y a no sentirse obligado a cumplir expectativas externas para merecer afecto o reconocimiento. Decirlo además en momentos inesperados y no sólo después de que saquen buenas notas o por haber hecho algo bien, refuerza aún más su efecto.
«Te quiero siempre. Incluso cuando te enfadas»
Amar a un hijo parece algo evidente. Pero cuando ese amor se expresa en medio de un berrinche, una discusión o una conducta desafiante, adquiere un valor terapéutico. Esta frase tiene el poder de calmar, de conectar, de asegurarle al niño que su valor y su vínculo con nosotros no dependen de su estado emocional o de su actitud en un momento concreto.
Según Bilbao, mostrar amor incondicional en momentos de tensión activa en el niño su sistema de calma y seguridad. Le enseña que puede expresar sus emociones sin miedo a ser rechazado, y esto le ayuda a desarrollar una buena regulación emocional a lo largo del tiempo.
«No pasa nada si te equivocas o sale mal, yo estoy aquí para ayudarte»
El miedo al error puede paralizar a un niño. Puede hacer que no intente cosas nuevas, que se bloquee ante un reto o que viva cada fallo como una amenaza a su valía. Esta frase le transmite un mensaje opuesto: equivocarse no es el fin del mundo, y mucho menos está solo cuando eso ocurre.
Desde una perspectiva neuropsicológica, Bilbao explica que este tipo de apoyo reduce la activación de la amígdala (una zona cerebral relacionada con el miedo) y crea un contexto de seguridad donde el niño puede aprender, explorar y mejorar. En otras palabras, le damos permiso para crecer. Es en ese terreno donde se desarrolla la verdadera curiosidad, la creatividad y la resiliencia.
«No tienes que ser perfecto/a»
Muchos niños, aunque nadie se lo diga abiertamente, acaban creyendo que deben ser siempre buenos, obedientes, brillantes. Asumen que sólo así recibirán el cariño, la atención o el respeto de los demás. Esta creencia puede derivar en una autoexigencia desmedida, miedo al fracaso y una búsqueda constante de aprobación.
Cuando un padre o una madre dice a su hijo que no necesita ser perfecto, lo está liberando de una carga invisible. Álvaro Bilbao destaca que esta frase promueve la autoaceptación, disminuye la presión interna y enseña que el valor de una persona no depende de su perfección, sino de su humanidad.
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«Gracias por confiar en mí y contarme eso que te pasa»
Muchas veces, cuando un hijo se abre, lo damos por hecho. Pero que un niño (o un adolescente) comparta algo íntimo con sus padres no es tan obvio: implica un acto de confianza, de vulnerabilidad. Reconocerlo con gratitud, como sugiere Bilbao, fortalece ese puente emocional entre padres e hijos.
Esta frase no sólo celebra la confianza, sino que también refuerza la seguridad del niño al hablar de lo que siente o piensa. Le hace sentir escuchado, respetado, validado. Y, sobre todo, le muestra que hablar de lo que le ocurre es valioso y bien recibido. Ese aprendizaje lo acompañará el resto de su vida, tanto en su capacidad para comunicar como en su forma de pedir ayuda cuando la necesite.
Estas cinco frases no son algo mágico, pero sí que nos pueden servir como un recordatorio de que lo que decimos a nuestros hijos puede convertirse en su voz interior, en su autodiálogo futuro. Con ellas, Bilbao, nos invita a revisar no solo lo que decimos, sino desde dónde lo decimos.
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