Las 3 frases que decimos a los niños y no son nada aconsejables según una neuropsicóloga de Harvard
Una doctora de Harvard da las claves de comunicación entre padres e hijos
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Educar a un niño es una de las tareas más complejas y, a la vez, más gratificantes que existen. Sin embargo, muchas veces los padres caen en hábitos de comunicación que pueden ser perjudiciales para el desarrollo emocional de sus hijos. La manera en que hablamos con ellos influye directamente en su autoestima, su capacidad para gestionar emociones y su manera de relacionarse con el mundo. Y en concreto, existen tres frases que nunca deberíamos decir a nuestros hijos, según una neuropsicóloga de Harvard.
Para criar niños con inteligencia emocional, los padres deben primero adoptar una comunicación basada en la empatía y el respeto. Según la doctora Julia DiGanghi, neuropsicóloga formada en Harvard, la clave está en equilibrar dos aspectos fundamentales: la conexión y la independencia. En otras palabras, los niños deben sentirse comprendidos y apoyados, pero también necesitan espacio para desarrollar su propia identidad. En una reciente publicación, la experta ha señalado tres frases que los padres deberían evitar si quieren fomentar un desarrollo saludable en sus hijos. Estas expresiones, aunque parezcan inofensivas, pueden generar sentimientos de inseguridad y frustración. En su lugar, existen alternativas mucho más efectivas que promueven la confianza y el crecimiento personal.
«¿Por qué no haces esto?»
Preguntar constantemente a los niños, y también a los adolescentes»¿Por qué no estudias?», «¿Por qué no practicas deporte?» o «¿Por qué no lees más?» puede resultar contraproducente. Desde la perspectiva de la neurociencia, esta clase de preguntas no sólo generan resistencia en los niños, sino que pueden hacerles sentir que no están a la altura de las expectativas de sus padres.
La doctora DiGanghi sugiere cambiar el enfoque. En lugar de interrogar a los niños sobre lo que no hacen, es más útil tratar de comprender sus intereses y motivaciones. Si a un niño le gustan los videojuegos, en vez de decir «¿Por qué no lees más?», es mejor preguntarle «¿Qué es lo que más te gusta de los videojuegos?». De esta forma, se fomenta una conversación abierta que permite conocer mejor su mundo y, a la vez, encontrar maneras de introducir nuevas actividades sin imponerlas. Además, podemos también «predicar con el ejemplo» y si deseamos por ejemplo que nuestros hijos practiquen más deporte o lean más, tal vez animarles a que lo hagan con nosotros puede ser una vía para motivarles.
«¿Por qué no me escuchas?»
Es común que los padres se desesperen cuando sus hijos no siguen sus indicaciones y, en un momento de frustración, les suelten la típica pregunta: «¿Por qué no me escuchas?». Sin embargo, no es que los niños no estén escuchando, que de hecho, sí que lo hacen, sino que lo que sucede en realidad, es que están procesando a su modo y a su ritmo lo que les estamos diciendo o también puede ocurrir, que no se sienten comprendidos.
La experta en neurociencia indica que los niños están diseñados para explorar y desarrollar su autonomía, lo que significa que muchas veces priorizan su curiosidad sobre las normas impuestas por los adultos. En lugar de preguntar «¿Por qué no me escuchas?», es más efectivo reformular la conversación y preguntarles: «¿Te he escuchado bien?». Esta simple modificación transforma la interacción en un diálogo en el que el niño siente que su opinión es valorada.
«¡Eres un irresponsable!»
Cuando un niño no cumple con sus deberes o se muestra desinteresado en ciertas tareas, es fácil etiquetarlo como «irresponsable». Sin embargo, según la doctora DiGanghi, esta afirmación puede ser dañina para su autoestima y generar una percepción negativa de sí mismo. Muchas veces, el problema no es la falta de responsabilidad, sino la existencia de dificultades en el aprendizaje o la necesidad de un enfoque diferente.
En lugar de etiquetar al niño de forma negativa, es mejor abrir un espacio de conversación. Preguntas como «¿Necesitas ayuda con esta tarea?» o «¿Qué parte te resulta más difícil?» pueden marcar la diferencia entre una reacción de frustración y una oportunidad de aprendizaje.
Un aspecto fundamental de la crianza emocionalmente inteligente es la capacidad de los padres para gestionar sus propias emociones. Según explica la doctora DiGanghi los niños tienden a absorber el estado emocional de sus padres. Si un adulto reacciona con enojo o frustración, es probable que el niño responda de la misma manera y que además, esa actitud se vaya agravando con el tiempo.
En lugar de intentar controlar las emociones de sus hijos, los padres deben centrarse en regular sus propias respuestas. Mantener la calma y comunicarse desde la comprensión es la mejor manera de enseñar a los niños a manejar sus propias emociones de forma saludable.
La comunicación es una herramienta poderosa en la educación de los niños. Elegir las palabras y frases adecuadas no sólo fortalece la relación entre padres e hijos, sino que también sienta las bases para que los niños crezcan con confianza, autonomía y un fuerte sentido de seguridad emocional.
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